Bienvenidos a bordo

y gracias por acompañarme en este largo viaje sin retorno que es el de la maternidad. Me río yo de las peripecias de Ulises y de la paciencia de Penélope. Me río de los 12 trabajos de Hércules... ser madre sí es toda una aventura, a veces desesperante, casi siempre agotadora... pero siempre, siempre, siempre ¡tan gratificante! ¿queréis compartirla con mi familia?
Mostrando entradas con la etiqueta reflexiones. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta reflexiones. Mostrar todas las entradas

jueves, 3 de noviembre de 2022

Reflexiones sobre el NaNoWriMo

Sí, no tengo bastante con lo que tengo (trabajo a tiempo completo, dos hijos, una perra...) que además me he apuntado al reto por excelencia de los escritores: el NaNoWriMo



Si os soy sincera, llevaba varios años viéndolo sin animarme a inscribirme porque ¡qué locura! escribir 50.000 palabras en un mes, yo que escribo cuando puedo, a saltos y sin continuidad ninguna. Pero es que precisamente para eso sirve este reto. Para obligarte a buscar los huecos y a establecer una rutina. ¿Y sabéis qué? ¡que funciona! 

Y es que, pensadlo por un momento. ¿Cuánto tiempo se os va al día en las redes sociales? ¿o en ver series tontas? en mi caso mucho, la verdad. Y si bien es cierto que yo lo de madrugar lo llevo mal, también lo es, que mi horario actual me permite levantarme una hora antes sin grandes sufrimientos. Así que, entre eso y que he cambiado la serie de después de cenar por otra sesión de escritura, me sorprendo a mí misma viendo que llego, sin mayores problemas, a cumplir los retos diarios. Al menos de momento, que empecé el día 1 y queda mucho mes por delante.

Esto me lleva a un tema recurrente: ¿de verdad "no tenemos tiempo" para las cosas que queremos hacer? ¿o será que no le damos suficiente prioridad como para plantearnos seriamente reservarles los huecos necesarios? Va a ser más bien esto, ¿verdad? 

Vale que tampoco es lo mismo tener a los hijos ya mayores que cuando son pequeños, os lo concedo. Pero a quienes los tenéis todavía pequeñajos, aseguraos de que hacéis de ellos pequeños adultos responsables e independientes. Así llegará el día en que no solo no tendréis que estar pendientes de ellos a todas horas, sino que podréis implicarlos en la marcha diaria del hogar y creedme, eso os liberará de mucho tiempo. 

lunes, 31 de octubre de 2022

Halloween

 Un año más llega la famosa y, no entiendo muy bien por qué, controvertida festividad de Halloween. 


A mí particularmente es una noche que me encanta. Más allá de disfraces y vaciar calabazas, que también lo he hecho, cuando los niños eran más pequeños, me atrae muchísimo la idea de que sea una noche en la que las fronteras entre los distintos mundos se difuminen. El mundo de los vivos y de los muertos, de los seres feéricos y "reales" Me chifla. ¡Con lo que soy de yo de mezclar! fantasía y realidad, personajes inventados con reales, reales con toques inventados... parece una noche hecha enteramente a mi medida. 

¿Que la hemos importado de los EEUU? de eso nada, en todo caso fueron los americanos quienes tomaron las viejas tradiciones celtas, como el antiquísimo samhaim y con el paso del tiempo la han ido adaptando a su gusto. Pero si preguntáis por el norte de España sobre todo encontraréis tradición de calabazas con luces, que indicaban el camino a seguir a los difuntos que volvían en esa noche mágica, los disfraces, con telas, pieles y máscaras, para ahuyentar a los malos espíritus. Vaya, ¿os suena? a ver si no va a ser tan americano esto. Si realmente, si lo pensáis bien... ¿Qué han inventado los estadounidenses? ¿La pizza? hmm, no. ¿Las hamburguesas? vaya, tampoco... 

Bueno, que independientemente de cuál sea su origen y de que, en realidad, no es ni mucho menos incompatible con la tradición religiosa de celebrar todos los santos, a mí particularmente me gusta esta noche. Cierto es que en mi casa nunca hemos sido mucho de todos los santos (más allá de los huesos de santo, que para comer dulce siempre hemos encontrado hueco) y con esta fiesta me pasa como con las navidades, que más allá de la parte estrictamente religiosa, le encuentro puntos de reflexión muy interesantes. 

En cualquier caso, que cada uno disfrute de estos días como prefiera. Yo particularmente os recomendaría pasar esta noche leyendo en familia un buen relato de terror. Sí, también vale ver una peli, pero, ¿qué queréis? soy escritora, no cineasta. Yo tengo que barrer para casa. Y voy a aprovechar para daros una primicia... si todo va bien, para el año que viene tendré ya a vuestra disposición mi propia novela de terror (espero) De momento este año me he venido arriba y me he apuntado al NaNoWriMo, que ya llevaba unos añitos rondándome la cabeza y esta vez quiero aprovecharlo para finiquitar el borrador de esta novela de miedete que os cuento. ¡A ver qué tal se me da!


viernes, 7 de enero de 2022

Hacerse mayor

Después de toda la polémica con varias famosas que han dejado de teñirse las canas y los comentarios de todo tipo sobre la nueva Sex in the city, he visto recientemente dos cosas que me han hecho pensar en cómo la sociedad, y sobre todo la industria del espectáculo trata el envejecimiento femenino. Y digo femenino porque todos sabemos que los hombres se vuelven maduritos interesantes y las canas hasta les hacen más sexys, pero las mujeres solo nos volvemos viejas. ¿En serio? ¿a estas alturas de siglo y aun estamos así? 

Decía que había visto últimamente dos cosas que me habían hecho pensar en ello. Una entrevista a Jennifer Anniston en la que se le alaba que haya confesado su verdadera rutina de belleza, más allá del clásico beber mucha agua y dormir mucho con lo que tradicionalemente han intentado convencernos las grandes bellezas de que ese y no otro era el secreto de su excelente aspecto (con la maravillosa excepción de la top model Cindy Crawford, que ya dijo hace muchísimos años que cualquier mujer que dedicara ocho horas al día a estar guapa como hacía ella, ya que lo consideraba su trabajo, lo estaría) 

Pero a lo que voy yo no es a si hace falta más o menos esfuerzo, más o menos dinero, para mantenerse joven y guapa. A lo que voy es a ¿por qué demonios tenemos que seguir estando jóvenes y guapas eternamente? no es natural, no es lógico, no es ni siquiera sano, y menos mentalmente. Nuestro cuerpo evoluciona, afortunadamente, como nuestra piel, nuestro comportamiento, nuestra mente. ¿Tiene algún sentido que nos estanquemos en unos eternos veintitantos o treintapocos como mucho? ¿para quién? para mí no tiene ni pies ni cabeza. Claro que está bien cuidarse, hidratar la piel, hacer ejercicio y comer sano para mantenernos en forma, pero de ahí a negarse al paso del tiempo hay un abismo. 

Y con esto llego a lo segundo que me ha hecho reflexionar: El personaje de Sylvie en Emily in Paris, serie en la que mi hija coincidimos en que nos ha gustado "a pesar de Emily" Bueno, yo particularmente, ya sabéis, si sale París ya tiene muchos puntos ganados. Mi hija se parte porque cada dos por tres viendo la serie me entra la morriña aguda y le lloriqueo que yo quiero volver. Pero ciudad maravillosa donde las haya aparte, volvemos al personaje de Sylvie: Mujer madura que por supuesto que se cuida y viste divinamente (mucho mejor que la protagonista en mi opinión), pero que no oculta sus arruguitas. Hablo de la serie, debo confesar que he estado buscando alguna foto en la que se vean pero aparentemente están todas retocadas. 

Estamos en el camino pero todavía lejos, por lo visto. Que a un personaje como ella, mujer de éxito, independiente, elegante, que se lía con quien le da la gana, independientemente de la diferencia de edad, nos veamos obligados a retocarles las fotos para eliminar arruguitas me parece vergonzoso. Durante toda la serie pensé que ella sí me parecía un modelo de mujer mayor que podría inspirarme, como me lo pareció la gran Kate Winslet cuando devolvió varias veces las fotografías retocadas que pretendían utilizar para la promoción de su serie Mare os Easttown por no verse reflejada en ellas, sin sus arruguitas, sin su barriga: "les dije: chicos, sé cuántas arrugas tengo en los ojos, por favor, devolvedlas todas" 


Pues eso, dejadnos nuestras arruguitas, dejad que nuestro cuerpo evolucione como debe, que no podemos tener 20 años para siempre (ni ganas, al menos yo). Dejadnos hacernos mayores con dignidad y que nadie tenga que sufrir por no estar tan joven como alguien que nos importa un pimiento desearía. No sé a ti que me estás leyendo pero a mí particularmente me importa un bledo lo que piense la industria cinematográfica. Y que conste que me parece estupendo que Jennifer Aniston dedique tanto tiempo y dinero como le apetezca a mantenerse eternamente joven, está en su derecho. Pero en el mismo derecho que estamos las demás de dejar que el paso del tiempo deje sus huellas en nuestro cuerpo y en nuestra piel. Cada arruguita, cada estría cada michelín, cada hoyuelo de celulitis son parte de nosotras, de nuestra historia y de nuestro desarrollo. Y está fenomenal cuidarse, deberíamos hacerlo, mantenernos ágiles, sanas y también atractivas, claro que sí, pero siempre desde el sentido común y el respeto, a nuestros cuerpos, a nuestras vivencias, a nuestra edad, a nosotras mismas, en fin. 

sábado, 9 de mayo de 2020

Cosas que he aprendido en este confinamiento

Bueno, cuánto tiempo de nuevo, yo hubiera pensado que en estos días escribiría mucho más en este blog pero es obvio que no ha sido así. ¿Cómo estás? espero que os encontréis todos bien y no hayáis sufrido mucho con esta situación. La verdad es que yo me considero muy afortunada. No he perdido a nadie cercano, no hemos sufrido de cerca el contagio del coronavirus, y aunque la situación económica desde luego no es la ideal, tampoco hemos tenido ninguna catástrofe en este sentido. 

En mi caso en particular, solo dejé de trabajar los 15 días de parón casi total y he tenido ocasión de teletrabajar no pocos días. También han podido seguir sus clases virtualmente, sin mayores problemas, y me atrevería a decir que resultados muy satisfactorios, mis hijos, los dos ya en la ESO (estoy viendo las caras de asombro de las que me seguís desde "diario de un embarazo" en aquellos lejanos tiempos de Terra, cuando estaba embarazada de Guille, pero sí, el tiempo pasa para todos, y ese pequeño embrión con el que empecé mi andadura bloguera, cumplió hace nada 13 añazos) Por si fuera poco, también tengo perro, así que realmente no he llegado a quedarme totalmente en casa nunca, por cortos y escasos que hiciéramos los paseos de la pobre Zelda, que también, pobreta mía, se adaptó con resignación al cambio de rutina.

Como os digo, partía de una situación que reconozco como privilegiada para afrontar un confinamiento. Por todo esto, y desde luego porque tengo un lado muy casero que disfruta enormemente de quedarse al calorcito del hogar, debo decir que he llevado francamente bien toda esta restricción de libertad de movimientos (no confundir con ninguna reacción hacia la pandemia, por favor, solo hablo de cómo me ha afectado a mí particularmente el obligado confinamiento, ni desde luego pienso meterme ni de refilón en ningún tipo de opinión política). Vaya por delante mi acompañamiento a aquellos que no han tenido tanta suerte y o bien por salud o bien por cuestiones económicas lo están pasando francamente mal en estos días. Creo que es más importante que nunca que ahora actuemos como una sociedad unida y colaboradora. Está en gran parte en nuestras manos que el rebrote que indudablemente habrá durante la desescalada sea el menor posible, seamos responsables con nuestro comportamiento, por favor. Por nosotros mismos y por los demás. Pero también está en nuestras manos, en cuanto el pequeño comercio vuelva a abrir, echarles una mano. Es muy fácil acercarse a comprar a la pequeña tienda de nuestro barrio. 

En lo que a mí respecta, estos días (que aún no han acabado pero ya parece que se ven de otro color, si no la liamos ahora, claro), me han servido para avanzar mucho con  mi tercer libro (a ver si un día os pongo un extracto para ir abriendo boca), para leer, para ver pelis y series que tenía pendientes... os diría que para pasar más tiempo en familia pero si tenéis adolescentes o preadolescentes en casa no os sorprenderá si os digo que tampoco han salido mucho de su cuarto. Yo esperaba poder hacer más cosas juntos, tipo juegos de mesa y tal, pero no han sido muchos los días en que lo hemos hecho, la verdad. También esperaba, lo confieso, más momentos de peleas y tensiones pero lo cierto es que, salvo un día en que sí montamos una especie de guerra mundial en el salón, que finalmente solucionamos con una ardua negociación, la convivencia ha sido pacífica y agradable en general.



Y con tanto tiempo para pensar y replegarme sobre sí misma cual caracol en su caparazón, he aprendido (o reaprendido, o incluso confirmado) algunas cosas:

- No, el ser humano no va a salir mejor de esto. Seguiremos siendo igual de ____ que antes (poner lo que primero os venga a la mente, os animo a publicarlo en comentarios, a ver qué sale). Esto es como cuando vas conduciendo, ves un tremendo accidente, te impacta y durante los siguientes... ¿qué? ¿veinte minutos? extremas las precauciones al volante pero luego ya se te olvida y sigues conduciendo igual que siempre (lo que no implica necesariamente que sea una conducción temeraria, ojo) 

- Pese a roces, riñas y estas cosas que nos pasan a todos, tengo una familia estupenda, unida y bien avenida, con la que ha sido un placer estar encerrada.

- He descubierto también con gran curiosidad cosas sorprendentes sobre a quién he echado de menos y a quién no en estos días. Seguro que también os habéis llevado alguna que otra sorpresa al pensar de repente en alguien en quien hacía años que no pensabais y sin embargo no echar nada de menos a otros con quienes pasáis más tiempo normalmente. 

- La naturaleza ganaría mucho con la desaparición del ser humano. Da que pensar... Por supuesto todo eso de los mercados globales que habréis leído ya por muchos sitios, pero esto será como lo del accidente de coche.Volveremos a las andadas enseguida. Tampoco creo que la globalización sea intrínsecamente mala, supongo que lo suyo sería llegar a un equilibrio pero este es un tema lo suficientemente complejo como para escapar, y mucho, a la intención de esta entrada. 

- Esta es una de las cosas que se confirman. Estamos pagando sueldos mucho mayores a profesionales a quienes realmente no necesitamos para nada que a los de verdad imprescindibles. Enfermeros, médicos, personal de limpieza a todos los niveles, cajeros, reponedores, transportistas, agricultores y ganaderos... seguro que me dejo a alguien... profesores, por supuesto, que han hecho un esfuerzo enorme para adaptar de la noche a la mañana toda su forma de enseñar y acercarse a los alumnos. Me dejaré más, seguro, no dudéis en nombrar a quien se os ocurra que debería estar aquí. 

- No me gusta mi trabajo. Bueno, esto no lo tengo tan claro, pero se me ha ocurrido demasiadas veces a lo largo de estos días. Hasta hace poco estaba convencida de que sí, porque aunque en unas etapas de mi vida me gustaba más que en otras, siempre había razones particulares, por el sector o la empresa en que estuviera en ese momento, que lo justificaban. También ahora las hay, pero empiezo a pensar que ya va más allá de esas razones concretas. Mal apaño tiene en cualquier caso, porque lo que de verdad me gustaría hacer tiene poco de realista y mucho de utópico pero ¿quién sabe? quizás algún día... lo importante es tener las cosas claras, y en ello ando, intentando aclararme. 

¿Y tú? Cuéntame, ¿qué tal has llevado el confinamiento? ¿cómo te planteas la vuelta progresiva a la normalidad? ¿te asusta? ¿te alegras? 

sábado, 18 de enero de 2020

Sobre el aprendizaje, el mito de la caverna y el famoso pin parental

Hace poco me preguntaban en el curso de una entrevista por el aprendizaje. En realidad la pregunta era muy concreta y enfocada a algo muy preciso, pero yo solo pude abrir mucho los ojos, abrumada por la enormidad del concepto, y responder algo como "¿Aprendizaje? "aprendizaje es todo!" me extendí muchísimo en la respuesta, la verdad es que la conversación estaba resultando muy natural, lo que seguramente me dio pie a divagar alegremente y, aunque al final logré centrar mi respuesta, recuerdo haber hablado mucho de cómo todo, y todo lo que nos rodea, es una oportunidad de aprendizaje.

En un mundo cada vez más acelerado, en el que si parpadeas te quedas obsoleto, la capacidad de mantener ojos y oídos bien abiertos lleva camino de convertirse en ventaja evolutiva. Esto es así en general pero más claramente aún en el mundo laboral. No sólo los niños que se están formando ahora lo están haciendo para trabajos que ni existen todavía ni tenemos siquiera la capacidad de comenzar a imaginarlos, es que los adultos que estamos ya trabajando, o nos ponemos las pilas o no llegamos en activo a la edad de jubilación. La formación continua es una necesidad, pero formarse no es solo hacer dos o tres cursos al año. Aprender tampoco es solo pagar una entrada carísima para escuchar a un gran gurú. Se aprenderá mucho de él, no lo dudo, pero hay muchas más fuentes de aprendizaje.

Yo aprendo cosas del barrendero de mi calle al que saludo por las mañanas y con el que me paro un momento mientras le hace unos mimitos a mi perra, de cualquier conversación con los operarios de la fábrica en la que trabajo, del saber estar y el giro de cintura de un camarero dando una respuesta de 10 al cliente impertinente que tengo al lado, al que a mí solo me apetecía darle una colleja a ver si se callaba de una vez.



Aprendo de una peli, de una lectura y de las Redes Sociales, que cada vez veo más claro que son Platón, las sombras, el mito y la caverna, todo a la vez. De ellas también desaprendo, colapso incluso. Que después de mi disertación sobre el aprendizaje vaya a echarle un ojo a Twitter y una mayoría abrumadora de mensajes sean sobre el pin parental (con opiniones para todos los gustos) me deja perpleja. Porque yo estoy abierta a muchas opiniones, pero buscarle la lógica a que unos padres consideren una buena idea limitar el acceso a la información y al aprendizaje a sus hijos, francamente, no consigo entenderlo por más vueltas que le de. Será que necesito seguir aprendiendo, y escuchando muchas más opiniones, preferentemente distintas a la mía, porque escuchar lo mismo que yo ya pienso puede resultar reforzador en algún caso, pero desde luego no es nada enriquecedor.

Así que sigo aprendiendo, y aprendo de mis compañeros de trabajo, de cómo resuelven una u otra cosa o responden a situaciones de tensión, aprendo de las decisiones que toman mis jefes, para bien y para mal, aprendo cada día de mi relación de pareja, de cómo resolvemos, o acabamos estropeando más las pequeñas crisis del día a día. De los errores se aprende también, se aprende muchísimo. Y aprendo infinitamente de mis hijos, de su visión fresca y menos contaminada del mundo y las relaciones. Si no lo hacéis ya, probad a hablar con niños de vuestro entorno más cercano de vuestros problemas personales, contádselos a ver qué piensan y qué os aconsejan.

Yo aprendo mucho de mis dos hijos, desde luego, pero seguramente me aproveche más de la inmensa inteligencia emocional de mi hija. La de veces que me habrá aconsejado sobre mis problemas con este supuesto amigo que os comentaba recientemente (y la de veces que me habrá hecho ver que nos estábamos comportando como niños de primaria) Hablando de eso, os diré que mis buenos propósitos de arreglar las cosas con él siguen en buena forma. Se puede decir que la cosa se ha suavizado mucho y, visto desde fuera, hasta podría parecer que va viento en popa, pero lo cierto es que no me quito de encima la sensación de que no es real. Supongo que una vez que algo se ha roto, por mucho mimo que pongas en repararlo ya nunca queda igual. Se me ocurre que ante esto hay dos opciones obvias y una tercera más intrigante. Las dos obvias son: "ha quedado hecho una chapuza, lo tiro y hasta aquí" o, "bueno, no ha quedado muy bien pero me da pena tirarlo, lo conservaré". Ninguna me motiva demasiado la verdad, pero mientras pensaba en esto, me he acordado de algo que leí hace un tiempo sobre el arte japonés del kintsugi, que parte de la idea de que las roturas y reparaciones forman parte de la historia de un objeto y no solo no deben ocultarse sino que es bueno resaltarlas de forma que embellezcan el objeto a la vez que nos recuerdan su historia. Francamente, no tengo ni idea de cómo trasladar esta filosofía a una amistad rota o estropeada, pero me fascina la idea. Una vez asumido que ya nunca volverá a ser igual, para qué negar lo evidente, ¿por qué no potenciarlo? a ver si conseguimos algo incluso mejor. Si alguien tiene ideas sobre cómo hacerlo, soy toda oídos.

martes, 17 de diciembre de 2019

Fin de año, principio de año


Este año ando un poco desubicada porque por diferentes motivos no hemos podido realizar nuestro tradicional periodo de reflexión durante el Adviento. Normalmente para estas fechas ya tenemos bastante analizado el año que acabamos de pasar, hemos reconocido esas cosillas que todos podemos mejorar, y también las que hemos hecho bien, por supuesto, no podemos quedarnos solo en lo malo. También a estas alturas tenemos ya definidos una serie de objetivos que queremos conseguir durante el año entrante y, si se nos ha dado bien la cosa, más o menos una estrategia para lograrlos. 

Esta vez sin embargo no tenemos nada de eso, y me descoloca porque me parece importante para cerrar correctamente etapas. El fin de año no deja de ser una fecha más en el calendario, como el inicio de septiembre, también muy dado a los buenos propósitos, pero simple fecha o no, lo cierto es que es un momento tan bueno como cualquier otro para parar unos instantes y reflexionar. Vamos todo el día corriendo de aquí para allá y haciendo la mayoría de las cosas por inercia, no nos paramos lo suficiente, me temo. 

Así pues, me paro ahora y reflexiono. 

No ha sido un año especialmente bueno. Han pasado muchas cosas y no todas de mi gusto. Tampoco ha sido catastrófico, no pienso dejarme llevar por mi lado drama queen. En la parte positiva debo resaltar que me ha servido para trabajar a nivel personal muchos aspectos de mí misma que en algunos casos hasta desconocía. En la más negativa, me he enfrentado a alguna que otra situación desagradable con alguien a quien consideraba de alguna extraña manera un amigo, a quien por momentos llegué a expulsar casi totalmente de mi vida (todo lo que las circunstancias me permitían) y a quien, finalmente, por una carambola del destino de estas que de golpe te recolocan las prioridades sin comerlo ni beberlo, he decidido dar otra oportunidad. No prometo que salga bien, esto no depende solo de mí y he descubierto serias incompatibilidades en nuestras formas de ser que no estoy segura de ser capaz de cuadrar, pero parece ser que en su momento me caló lo suficientemente hondo para ser capaz siempre de afianzar sus raíces y resistirse a morir. Y para qué mentir, le echo de menos... no he llegado a entender muy bien cómo hemos sido tan tontos los dos como para estropearlo todo tanto, ni estoy segura de que tenga arreglo, pero me gustaría trabajar en ello durante este próximo año. Ya lo estoy haciendo en realidad. 

Como ya os comenté en la entrada de mi cumpleaños, me he enfrentado a algunos de mis defectos que, francamente, ni siquiera era consciente de tener. O sigo en ello, no estoy segura. En cualquier caso estoy puliendo cosillas, sigo trabajando en mi famosa y cada vez menos inalcanzable comunicación asertiva (estoy haciendo progresos, lo prometo, aunque de vez en cuando todavía se escape mi yo agresivo), y hasta estoy planteándome una posibilidad en el ámbito laboral que aunque todavía es remota, empieza a tomar visos de posible, lo que hasta hace solo unos semanas sonaba a utopía. No tengo nada claro que llegue a buen puerto porque en este mundo en que vivimos todo cambia tan rápido que lo que hoy es blanco mañana podría ser verde, o quizás dorado y con brillibrilli. Pero también sigo trabajando en aquello que os conté sobre Maslow, el ego y el desapego, que ya os adelantaba que no sería fácil pero creo que vale la pena.

Otras cosas ya os las he ido contando, mi segundo libro está ya en circulación (por cierto, excelente regalo para los niños estas navidades, no dejéis de pedirme vuestro ejemplar dedicado si lo queréis) y me considero muy afortunada en no pocas áreas de mi vida. Lo del deporte lo llevo regular, o más bien inconstante, como siempre, lo de escribir más de lo mismo... pero bueno, son esas clásicas cosillas a mejorar que siempre se me van quedando de un año para otro porque nunca es suficiente.

Resumen agridulce pues. No acabo de decidirme por si ha sido más agrio que dulce o al revés, supongo que depende de en qué áreas de mi vida me centre. Hablando de ello, no hace mucho volví a hacer una rueda de vida. La descubrí hace años y me parece una herramienta excelente, no solo para ver de un golpe dónde estás, sino también para relativizar, porque muy mal se te tiene que dar para estar fatal en todas las áreas de tu vida. Quizás hasta después de hacerla te sorprendes de lo bien que estás en alguna y ni siquiera te estás dando cuenta. Os lo aconsejo. 

Y yo creo que de momento lo dejo aquí. He parado, pensado y establecido el punto de partida para fijar objetivos para 2020 con sus correspondientes estrategias. Además estamos pensando en una nueva idea para ese acto simbólico que últimamente hacemos la última noche del año. Ya hemos hecho lo de lanzar nuestros deseos en globos, el año pasado escribirlos en papel de semillas y plantarlos... para este año nos ronda otra idea la cabeza pero todavía no puedo contaros, aún no está del todo definido.


jueves, 1 de noviembre de 2018

El cementerio de miedos (editado)

Hablando de hacer cosas nuevas: esta misma mañana he hecho otra. ¿Se os habría ocurrido alguna vez escribir, en un cementerio y en papel especial de semillas, sobre tus miedos más profundos para luego plantarlos allí mismo? ¿Enterrar tus miedos? ¿Sacarlos de ti para convertirlos en algo totalmente nuevo? A los chicos de Atrapavientos, de los que ya os hablé hace tiempo en esta entrada sobre otra de sus fantásticas iniciativas, sí se les ocurrió. 

Así que, esta mañana, nos hemos plantado Sofía y yo en el camposanto viejo de Zaragoza, donde este particular cementerio de miedos ya tiene su propia parcela, para enfrentarnos a otra nueva experiencia como plantadoras de historias

Si habéis seguido los enlaces ya habréis visto de qué va la idea. Genial, ¿a que sí? aunque os reconozco que he tenido un momento de cortocircuito mental cuando hablaban de otro de sus planes: escribir sobre los sueños y plantarlos para que crezcan... y he pensado "¡qué chulo! hacer crecer tus sueños en forma de planta." Y a continuación "uy, ¿y los miedos? ¿voy a hacerlos crecer también?" Aquí hay interpretaciones tan variadas como los participantes en estos talleres, claro. Hay quien piensa que es una forma de sacar de ti los miedos, mantenerlos lejos pero controlados. Hay quien se conformará con que queden enterrados, y quien definitivamente no se anime a darles la menor posibilidad de crecer y desarrollarse.Tampoco es obligatorio enterrar tu papel si no quieres. O puedes llevártelo a casa para plantarlo en tu propia maceta, o hacer un mix, como hemos hecho algunos. Guardarnos un trocito del papel para casa y plantar el resto en el cementerio. 



No os voy a trascribir todo lo que he escrito pero sí os dejo con mi reflexión final sobre si plantarlo o no: 

Bien pensado, sí quiero desenterrar todos estos miedos, para volver a enterrarlos, sí, pero de una manera distinta, que los convierta en otra cosa: en una planta viva, con sus peculiaridades, sus problemas y su propia lucha por vivir. 

En concreto lo que yo he hecho ha sido arrancar cuidadosamente el trocito de papel en el que contaba mis dos miedos más personales (dentro de lo confesable, no olvidemos que ésta era una actividad pública) y guardarlo para plantarlo en casa. Hasta me he ido a comprar una maceta especial  para ellos. Puestos a dejarlos crecer y darles su propia vida fuera de mí, quiero que mis miedos crezcan sanos y fuertes y se conviertan en árboles de provecho (lo que va a ser difícil dadas las semillas del papel, pero valga la metáfora)


Estoy pensando que en realidad sí podría transcribiros el texto completo. Escribía sabiendo que luego iba a leerlo en alto (y encima rondaba la tele) así que ha sido una incursión muy superficial en mis miedos. Tampoco es fácil entrar ahí. A los clásicos sí, claro, pero entrar de verdad a rascar esas capas y capas de escayola con las que vamos cubriendo nuestras más profundas inquietudes, los miedos de verdad... esos ya no son tan fáciles de traer a la superficie. Me lo quedo como deberes para un próximo ejercicio, esta vez en privado y con calma y tiempo por delante (y un buen café, claro)

Y aún se me ocurre otra utilidad de este maravilloso papel de semillas. ¿Sabéis esas ocasiones en las que tienes tanto que decir a una persona que no sabes ni por dónde empezar? ¿o no estás seguro de ser capaz de llevar la conversación por donde quieres y sin alterarte? ¿Os imagináis escribir una carta con todo eso, de verdad, como si nadie la fuera a leer? Luego puedes elegir si se la muestras o no. Si  la guardas celosamente para ti mismo, si directamente la plantas en una gran maceta y esperas a ver qué sale de ahí, si le das la opción a esa persona de leerla y después plantarla ella misma. O plantarla juntos incluso.

Definitivamente necesito más papel de semillas. Se me ocurren demasiadas cosas a las que quisiera dar vida de otra manera. 

domingo, 28 de octubre de 2018

¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo por primera vez?

Ya sabéis que soy muy fan de esa retorcida pero sin embargo interesantísima frase de ¿cuándo fue la última vez que hiciste algo por primera vez? la respuesta no debería implicar nunca mucho tiempo, bastantes rutinas tenemos ya en nuestras vidas como para no lanzarnos de vez en cuando a probar cosas nuevas.

Hago trampas escribiendo esto justo hoy, supongo, porque ahora mismo mi respuesta es "ayer". Con motivo del primer aniversario del club de las diviñas de la siempre dinámica y sorprendente Eugenia Blanco, anoche mismo me enfrenté por primera vez en mi vida (que no me oigan las diviñas) a una cata de vinos de verdad. En serio, cuando me vi con la hoja de cata delante y todas esas palabras que se suponía que debía aplicar a los vinos que íbamos a probar tuve un bloqueo mental similar al temido síndrome del folio en blanco. También tuvimos folio en blanco, por cierto. Cortesía esta vez de Belén Soria, que tuvo a bien sortear entre nosotras un informe de grafología, para lo que tuvimos que escribir unas líneas sobre el vino. Ahí no hubo síndrome, solo un vago ¿sólo un folio? no me cabe todo lo que quiero contar... pero me moderé. Demasiado pronto para empezar a desvariar, ni siquiera habíamos probado el primer caldo, un párrafo sería suficiente.

No, no era una cena normal, ni un aniversario normal, ni una cata normal. Con las diviñas el concepto de normalidad adquiere tintes difusos, como a mí me gusta.  Con deciros que acabé con un micro en la mano (muy valiente Eugenia dejando semejantes instrumentos en mis manos) Hubo un par de sorteos más durante la noche. Uno de algunos ejemplares de mi libro "El pijama mágico" (os recuerdo que la segunda parte está ya en el horno, por ahora sin fecha de publicación pero haciéndose a fuego lento) y otro de un ejemplar de "Un jardín entre viñedos", de Carmen Santos. No tuve la suerte de que me tocara pero ya sabía que no iba a irme de esa cena sin un ejemplar entre mis manos (vinos, París, Zaragoza, Cariñena... ¿cabía alguna duda de que se venía conmigo? ya lo he empezado, claro). Ya que la autora tuvo la amabilidad de acompañarnos durante la cena, tuve el gran honor no sólo de conocerla y que me firmara su novela, también (cosas del caprichoso destino) de que ella fuera una de las agraciadas en el sorteo de mi libro.



La foto del café y la agenda pertenece a otro momento del mismo día, aunque esa es otra historia.

Pero hablaba yo de mis notas de cata (no, no he venido aquí a hablar de mi libro, como aquél que todos recordamos). Superado el primer instante de pánico en plan "pero si no yo no sé nada de vinos, ¿cómo voy a rellenar esto?", entró en acción por fin la parte racional del cerebro que todos tenemos (sí, todos, algunos más escondida que otros pero todos) y recordé que yo estaba allí para divertirme, que para disfrutar del vino no hace falta saber muchísimo sobre él, pero siempre es bueno aprender cosas (sobre vino o sobre lo que sea, aprender siempre, siempre, siempre, es bueno) y que oye, alguna vez tenía que ser la primera y qué mejor ocasión que en tan buena compañía.  Fue divertido. Seguro que no acerté demasiado,  y confieso que me guardé celosamente la hoja para preguntarle al experto de la familia por esos términos que no tenía demasiado claros, pero me resultó más fácil de lo que pensaba. A veces le tenemos miedo a ciertas cosas solo porque no las hemos hecho nunca. O porque pensamos que todos los demás lo van a saber hacer mejor que nosotros. Ninguna de esas razones es excusa para no intentarlo.


No lo olvidéis, la respuesta a la pregunta del título nunca debería ser más de unos meses. Piensa en eso que siempre has querido hacer y nunca te has decidido. ¿Te lo propones de aquí a fin de año? No dejes de contármelo en los comentarios.

domingo, 14 de octubre de 2018

Sobre Maslow, el ego y el desapego


Hacía ya tiempo que no escribía nada por aquí, demasiado. Me recuerda a otra época de mi vida en la que también el trabajo me apartó de mi afición. Como entonces, ahora tengo la cabeza llena de cosas que no deberían estar ahí y que no me dejan dedicar tiempo a lo que me gusta.

Hace poco, comentando con alguien mi relativo malestar en el trabajo y esto del dichoso Maslow y su pirámide, que hace que no estemos nunca contentos con lo que tenemos, me contestó, muy segura de lo que decía: “pero eso es ego” Y de repente algo hizo clic en mi cabeza y, aun sin tener muy claro cómo ni por qué, me di cuenta de que sí, era un problema de ego que debería investigar. En paralelo, me llegó una imagen interesante sobre el desapego y sonó otro clic en mi cabeza. Así que aquí ando, entre Maslow, mi ego y un intento de desapego, tratando de encontrar la manera de estar a gusto con lo que tengo en vez de andar buscando siempre otra cosa. ¿Lo conseguiré? Pues no lo sé, conociéndome seguro que no, a mí lo de quedarme en una zona de confort siempre me ha parecido extremadamente aburrido así que supongo que en cuanto tenga oportunidad de reinventarme de nuevo, lo haré y dejaré atrás otra etapa para emprender la siguiente. Pero entretanto, algo tendré que hacer para sentirme de nuevo a gusto en la piel que me ha tocado llevar esta vez.
Investigando sobre el ego, he aprendido algunas cosas. Todos tenemos un fondo, o yo esencial, pero también una construcción mental de quiénes somos, una autoimagen “fabricada” a base de nuestras experiencias y creencias. Todos necesitamos un ego, no es nada malo, pero podemos tratar de modelarlo de forma que nos permita vivir más a gusto con nosotros mismos.

Para lograrlo, el primer paso sería “desvestirnos” de ese ego. Álvaro López Morcillo, en su web, propone un par de ejercicios interesantes para conseguirlo. Si tienes interés en el tema, te invito a visitar el enlace. Él lo explica mucho más detalladamente que yo. A mí, en concreto, me ha gustado el ejercicio de las etiquetas. Sobre una foto tuya, ve pegando  (en papel removible preferentemente) etiquetas con todas las palabras que creas que te definen. ¿Te gusta el resultado? Si has sido sincer@, habrá cosas que sí y cosas que no, seguro. Pero ninguna de esas etiquetas forma parte de tu fondo. Puedes quitártelas y cambiarlas por otras sin cambiar tu esencia. ¿Puedes sustituir morena por rubia sin dejar de ser tú misma? ¿Alterarías tu fondo si en vez de profesora fueras pastelera? Ni siquiera tu profesión te define. Y lo más complicado de esto, para mí, es darte cuenta de que la verdadera esencia, quién eres en el fondo, no se puede entender de modo racional porque en el momento en que lo intentas, es tu ego el que la está interpretando. Así que supongo que no queda otra que ejercitar el descubrir lo que “no eres” para no dejar que una simple etiqueta (o dos, o tres, o cien), te defina. ¿Te animas a hacer el ejercicio? Yo me lo he propuesto como objetivo para esta semana que entra. Si lo haces, anímate a compartir tus reflexiones en comentarios. Será interesante.

Lo del desapego ya me temo que tendrá que venir en una segunda fase, pero también me parece importante.



Le damos demasiada importancia a cosas que no la tienen, incluso a personas que no la merecen. Supongo que hay que aprender a decirles adiós educadamente y sin rencores. Me parece dificilísimo, pero seguramente es porque todavía no he aprendido a desprenderme primero de mi ego. No, a desprenderme no, necesitamos el ego. A entenderlo mejor y modelarlo de forma que me ayude a vivir más a gusto, pero sin chocar con mi esencia, claro. ¡Qué complicado todo esto!


lunes, 1 de enero de 2018

Resumen de 2017 y propósitos de Año Nuevo

Un clásico de estas fechas ¿verdad?, pero hay tradiciones que vale la pena mantener, ¿no os parece?

Estuve ojeando ayer el blog en plan repaso del año (viene muy bien como diario de a bordo, siempre te hace rememorar alguna cosilla de la que ya ni te acordabas). El repaso del año creo que ya quedó claro en mi entrada de hace unas semanas así que insisto. Lo malo es que en cuanto a propósitos me temo que también me voy a repetir. Ya en julio me planteé una serie de buenas intenciones que (oh, sorpresa) se quedaron en agua de borrajas.

Creo que para este año, definitivamente, lo que necesito es volver a encontrar mi equilibrio, lo que pasa por ajustar un par de cosillas en el plano laboral y volver a encontrar tiempo para hacer algo de deporte. Por supuesto, ahí sigue mi eterno objetivo anual de perder esos X kilillos que me sobran, aunque visto mi éxito de los últimos años estoy por apuntarme a este otro:


Ahora en serio. No puedo decir que 2017 haya sido un mal año pero me queda un regustillo de "sí, pero no lo suficiente" que hace que deposite grandes esperanzas en 2018 para terminar de redondear algunas cosillas que se han quedado un poco a medias. Hace poco vi esta imagen de Mr. Wonderful por facebook y solo pude pensar: "sí, por favor"


No espero grandes cambios pero, como cuando sales "de tranquis", sí tengo la sensación de que al final 2018 va a ser mucho más movido e interesante de lo que parece. ¿Querrás vivirlo conmigo?

lunes, 6 de noviembre de 2017

#RunforAlexia

Alexia Daval era una joven francesa con una afición muy común: correr. El 28 de octubre salió a hacer su recorrido habitual pero nunca volvió. Varios días después su cuerpo apareció calcinado. Según los primeros resultados de la investigación fue estrangulada.






Ayer precisamente escuchaba en el telediario que Kathrine Switzer, la primera mujer que corrió el legendario maratón de Boston, iba a participar, a sus 70 años, en el de Nueva York. 50 años han pasado desde que aquella valiente se enfrentó a la organización de tan mítica carrera, que no estaba dispuesta a dejar correr a una mujer. La corrió, la completó, y nos abrió camino a todas las demás para que podamos correr la carrera que nos apetezca.


50 años después resulta que sí, podemos competir en la categoría que decidamos, ¿y todavía no podemos salir a correr solas sin miedo? No, me niego a aceptarlo.


Por toda Francia se han organizado durante este fin de semana carreras en homenaje a  Alexia y muchas mujeres están publicando sus kilómetros recorridos en homenaje a ella, pensando en ella. Os invito a echar un vistazo a esta web y, si queréis, a sumar vuestros kilómetros, aunque esté pensada para Francia. Me parece atroz este asesinato, como cualquier otro, supongo, pero me parece muy bonita la reacción de tantas otras corredoras aficionadas francesas que han querido rendirle homenaje corriendo por ella los kilómetros que ya no podrá hacer. ¿Os unís?



miércoles, 18 de octubre de 2017

Tener o no tener perro

Me ha costado muchos años conseguir tener un perro. De pequeña siempre lo pedí y siempre me dijeron que cuando tuviera mi casa hiciera lo que quisiera pero allí no. Cuando por fin tuve mi casa, mi marido tampoco quería un perro, a pesar de lo mucho que le gustan. Por fin, Guille y yo nos confabulamos y nos salimos con la nuestra. Desde hace unos meses tenemos a una preciosa cachorrona con nosotros. ¿Nos alegramos? Por supuesto. ¿Es todo de color rosa? Ni mucho menos.

Nos lo recuerdan año tras año en distintos medios: un perro no es un juguete.

Si quieres mantener una vida ordenada, descansar cuando te apetezca o ver tranquilamente tus series favoritas en la tele, ¡no tengas perro! Tener un perro implica mucha faena, y desde luego responsabilidades. Evidentemente hay que alimentarlo y asegurar que tenga cubiertas sus necesidades básicas pero es que eso va mucho más allá de dejarle agua y comida a mano. Un perro necesita paseos frecuentes, hay que vacunarlo contra no sé cuántas cosas y llevarlo al veterinario a sus revisiones. Hay que educarlo correctamente, no sólo por nosotros y por nuestros vecinos, lo primero de todo por él mismo, porque un perro bien equilibrado es feliz pero a veces no sabemos lo que necesita. Hay perros de naturaleza sumisa, estos son más fáciles. También hay perros más tranquilotes y otros más movidos. Cuando el cachorro es del tipo dominante, hay que tener mucho más claro cómo educarlo. Sobre todo que sepa desde el primer momento (y recordárselo cuando sea necesario) que el líder no es él.

Lo primero desde luego es escoger correctamente el tipo de animal que encaja mejor en nuestras vidas aunque a veces, como en nuestro caso, parece que es el cachorro quien te escoge a ti. Ya llevábamos idea de adoptar un perrete, buscar uno ni muy grande ni muy pequeño, que se adaptara bien a la vida en un piso, activo porque también nosotros somos movidos pero no demasiado…  pero fue llegar al pueblo y encontrarnos con que una podenca ibicenca había aparecido hacía unos meses, la habían preñado y había tenido 7 cachorrillos. Entre todos los del pueblo la habían cuidado y alimentado y se ocuparon de encontrar hogar a todos los cachorretes, pero cuando nosotros llegamos todavía quedaba una. Nuestra princesa. Fue verla y tener claro que se venía con nosotros. La madre no era pequeña pero conociendo al padre, teníamos claro que la pequeña Zelda iba a alcanzar un tamaño considerable.



Nuestra perrita muy sumisa no es precisamente, va obedeciendo algunas órdenes pero con otras tenemos más dificultades. ES un terremotín como corresponde a sus 5 mesecitos y lo de obedecer todavía lo lleva regular. Así que estamos pensando en buscar unas clases de adiestramiento en las que nos ayuden. Hay algunas órdenes básicas que todo perro debería obedecer, para mí la más importante es la de acudir a la llamada. Es una cuestión de seguridad, del perro y de los demás.


Así que sí, echar cuentas. Además de la responsabilidad, del trabajo que da, de que hay que sacarlo, te apetezca o no… ¡te cuesta un dineral! ¿Quieres un perro? ¡Genial! Pero ¿te lo has pensado bien? 

lunes, 11 de septiembre de 2017

Más rara que un perro verde

¿Sabes esas veces en que se te pone una sensación rara en el estómago por cualquier cosa? ¿y de repente un comentario más o menos tonto te pone de morros para toda la tarde? ¿cuándo quieres hacer una cosa pero haces justo lo contrario? Así llevo yo toda la semana. No sé muy bien cómo empezó todo. Tengo la vaga sensación de que fue un pequeño contratiempo, una tontería, el lunes a primera hora, en el autobús que me llevaba al trabajo, el que me despertó esa sensación incómoda en la barriga. A partir de ahí, algo que me habían comentado el viernes anterior, y a lo que no di demasiada importancia, de repente me empezó a preocupar vagamente. Fue avanzando la semana y con ella pequeñas cositas, a las que de normal no habría hecho demasiado caso, se iban uniendo a la desagradable bola que yo solita estaba formando y el jueves, un comentario tan poco afortunado como poco importante, le prendió fuego a la bola y me puso de un humor de perros.



El viernes decidí que ya estaba bien de tanta tontería y decidí volver a ser yo. El fin de semana ha sido estupendo, la verdad. Lo de tener perro es toda una historia, para bien y para mal, tengo que escribir una entrada sobre esto. Sin embargo una nube grisácea sigue persiguiéndome. Me despierto pronto por la mañana y me enfrasco en diecisiete versiones de una conversación pendiente que no sé cómo enfocar. La cabeza me va a mil hasta que decido cerrar el "chiringuito mental", levantarme de una vez y ponerme en marcha.



Y cuando el desarrollo normal del día de familia con perro te deja ese ratito de fin de semana para disfrutar un rato del último libro al que me he enganchado, resulta que encima acabas cayendo en ciertos párrafos y ciertas frases que te remueven algo por dentro y atraen de nuevo al nubarrón.

Por casa me dicen estos días que vaya genio llevo y tienen razón. Y el caso es que ni siquiera sé por qué. Supongo que es lo que me pasa cuando no acabo de encontrarme cómoda conmigo misma o con mis circunstancias.


El jueves del humor negro alguien me preguntó, viendo mi cara de malas pulgas, si tenían solución mis problemas. Automáticamente le contesté que todos los problemas la tienen. Y así lo creo, sólo que resulta incómodo cuando todavía no sabes cuál va a ser y eres consciente de que algunas son bastante menos apetecibles que otras.

viernes, 28 de julio de 2017

Hablando de buenas intenciones...

Será por el verano, los cambios de horarios, los viajes de unos y otros en la familia, que la perrita aún no puede salir... o será simplemente que no tengo remedio pero ¿os acordáis de todas esas maravillosas buenas intenciones mías? No hará falta que os cuente en qué han quedado ¿no? En fin, me voy a tomar lo que me queda hasta irme de vacaciones con calma y filosofía zen, o budista, o la que me quede más a mano, pero en cuanto vuelva de Roma sí que sí me pongo manos a la obra (no os riáis, que os he oído)






¿Por qué será tan difícil cumplir con los buenos propósitos? no para todo el mundo, claro. Hay quien se propone algo y lo sigue con férrea voluntad. No es mi caso, obviamente... En serio, necesito trucos y consejos, ¿puedes ayudarme? ¿Qué te motiva a ti para no caer en la tentación o la pereza?


Esta entrada es vuestra, ¡ayudadme a completarla!

lunes, 17 de julio de 2017

Buenas intenciones

Este año me adelanto en mi tradicional lista de buenas intenciones. Normalmente no suele ser hasta septiembre cuando me da la neura (o bien fin de año, claro) pero esta vez ando revolucionada ya mismo, en plenos calores de mitad de julio. Será porque desde la 10k no he vuelto a correr nada de nada, será porque últimamente estoy descuidando un poco la alimentación y cayendo en viejos vicios, será por encontrarme de nuevo a gusto con lo que hago. Será por lo que sea, pero dieta sana y deporte vuelven a estar en primera línea de mis pensamientos. Habrá que ver si soy capaz de ahora de sacarlos de ahí y llevarlos a la acción pero habrá que intentarlo al menos. Tengo ya unas cuantas ideas y hombre, factibles sí son, que ya tiene una unos añitos como para meterse con imposibles o dejarse liar por deslumbrantes milagros, así que cuestión de planteárselo en serio ¿no? 


¿O no? ¿por qué será que me cuestan tanto estas cosas? sé lo que debo hacer, cómo planteármelo para que sea agradable y llevadero, y en consecuencia además más eficaz... ¡¡¡¿y por qué no lo hago?!!!




Me matan las excusas, creo. Siempre surge alguna. Hoy no me da tiempo, hoy llueve, hoy hace demasiado calor... Me conozco, sé que debo planteármelo como obligación y además planificarlo bien para no caer en una de ellas. También sé que me beneficia ponerme pequeñas recompensas, pero sólo me funcionan la primera semana, luego ya dejan de ser incentivo. Y dejan de serlo porque la recompensa falsa no puede ser nunca la motivación para nada. La motivación tiene que ser real. Hay que encontrar nuestro auténtico porqué, pero reconozco que no siempre lo tengo claro, o quizás no es tan fuerte como para mantenerme en el camino. 

En fin, que mi cabeza va más rápida que mis dedos y esto lleva camino de convertirse en un auténtico auto-análisis psicológico, que me veo venir, y este blog es lo que es, pero no es ningún diván así que lo dejo aquí. Os reitero mis buenas intenciones para los meses venideros a ver si, a base de pregonarlas, acabo por cumplirlas, sobre todo la de ir en bici al trabajo, que no será por no habérselo dicho ya a todo el que me ha querido escuchar pero ni por esas... esta semana lo hago, lo prometo (no me ha visto nadie cruzar los dedos, ¿verdad?) El viernes os cuento si he cumplido la promesa. Podéis reñirme sin piedad si no es así. 


miércoles, 12 de julio de 2017

Mi elemento

Hoy escribo desde una habitación de hotel en algún lugar de algún país, poco importa. Para cuando lo leáis ya estaré de nuevo en el coche tragando kilómetros para ir a ver a gente que todavía no conozco, hablar un rato con ellos y volver a empezar la rueda. Sé que a mucha gente este trabajo no le gusta nada pero yo me siento bien en él. Quizás no viajando continuamente, al final agota y te pierdes demasiadas cosas, pero una escapada de vez en cuando, romper con la rutina de la oficina. Ver cara a cara a esa gente con la que normalmente sólo hablas por teléfono, conocer lugares nuevos, empresas nuevas... sí, definitivamente me gusta, me siento bien, en mi elemento, o casi.

Casi porque todos sabéis que lo que de verdad, de verdad me gustaría sería vivir de la escritura. ¡Y qué difícil es eso! he hecho mis pinitos y he disfrutado muchísimo con las presentaciones, las charlas con lectores, ir de acá para allá a donde nos llamaran... de nuevo viajar, ver caras nuevas, conocer gente diferente, tener la ocasión de conocer otras realidades... mente inquieta la mía, definitivamente no estoy hecha para un trabajo rutinario. Y no es que la rutina no tenga sus ventajas, las tiene claro. Y entiendo a la gente que la necesita. Yo lo que necesito es más bien un equilibrio, también difícil de lograr, no tengo sueños fáciles yo.

No hace mucho hablaba con alguien un poco de todo esto y me decía que estaba harto de su trabajo, que no es lo quiere hacer, que nunca lo ha querido y sin embargo lleva ya muchos años realizándolo. Le pregunté qué quería hacer a cambio. Tampoco lo sabía. Ese es un mal muy común. No nos tomamos el tiempo de parar y reflexionar. Me acordaba de este gráfico, o de alguno parecido:



¿Os lo habéis planteado alguna vez? porque está muy bien eso de "el elemento", pero con frecuencia se nos queda cojo. Está muy bien eso de dedicarte a tu pasión pero en el mundo en que vivimos, nos guste o no, (casi todos) necesitamos un trabajo decentemente remunerado. ¿Habéis probado a vivir de la escritura? uff... así que sí, este trabajo me gusta, me sitúa, si no en el centro mismo al menos muy cerquita. Por supuesto nada es perfecto, ni hay forma de saber qué evolución seguirá. Bastantes tumbos he dado ya últimamente como para no saber esto, pero también sé que hay que disfrutar el momento, sin perder de vista el pasado ni descuidar el futuro, pero viviendo el ahora porque en menos que canta un gallo se nos ha escapado y si no hemos estado atentos lo habremos perdido. Lo que este en nuestras manos (que suele ser bastante más de lo que nos pensamos) tratemos de gestionarlo de la mejor manera posible y lo que no... bueno, depende, pero siempre hay opciones ¿verdad? aunque al final la única razonable sea cerrar una puerta para abrir la siguiente.





viernes, 23 de junio de 2017

Repaso de fin de curso

Aprovechando el final del curso académico de los niños, y que este está siendo un año un tanto raro para mí, voy a hacer uno de esos repasos del año que tanto me gustan.



Empecé el curso buscando un nuevo trabajo y lo termino cambiando de nuevo de empresa. Hay veces en las que ya desde el principio ves que no estás en tu sitio. Intentas adaptarte, miras a ver qué cosas puedes cambiar, pronto te das cuenta de las que no... y llega un momento en que ya tienes claro si vas a seguir allí o no. Eso me ocurrió a mí, con tan buena suerte que alguien de mi red de contactos, se puso en contacto conmigo para ofrecerme un proyecto interesante. Hablamos et voilà, el lunes comienzo etapa nueva laboralmente hablando.

Por otra parte, uno de mis objetivos para este año era retomar con fuerza este blog desde el que os escribo. Creo que a ese le he hecho bastante caso. Salvo algunas excepciones estoy manteniendo un ritmo de 3 entradas por semana que ya hacía tiempo que no seguía. Al final nunca se le puede dedicar todo el tiempo que a una le gustaría (de promoción y demás) pero bastantes pitos toco ya, no se pueden llevar todos a tope.

Y hablando de pitos... sigo dándole vueltas a la cabeza a la idea de volver a estudiar. No lo tengo nada claro. He estado haciendo bastantes cursos últimamente y, si ya con cursos sencillitos, me cuesta encontrar el tiempo que dedicarles, quizás pretender volver a la universidad sea una locura. No está decidido aún. En cualquier caso, eso será tema ya del curso siguiente...

Otro objetivo, repetir la 10k, conseguido también. No mejoré mi marca anterior como esperaba pero considerando que llevaba un gemelo sobrecargado y que hizo mucho más calor, pasaremos ese detalle por alto si os parece... lo que sí es cierto que no conseguí, como me había prometido, fue aprovechar mucho mejor los entrenamientos. Al final la rutina se nos come y no siempre se puede sacar ese rato obligado para el deporte. O será simplemente que no estaba suficientemente algo en mi lista de prioridades, que al final el tiempo ya sabemos que se basa en eso ¿no?

¿Qué me deparará el curso que viene? ya veremos, de momento necesito tomarme unos días para vaciar la cabeza y volverla a llenar con ideas frescas. Creo que este fin de semana va a ir de eso. Ya os iré contando.

miércoles, 21 de junio de 2017

Pereza máxima

Uff,  yo no sé si es el calor sofocante de estos días, que estoy otra vez en ese punto en que estoy dejando lo viejo pero aún no he empezado lo nuevo (laboralmente; sí, toca reinventarse otra vez) o una mezcla de las dos cosas. El caso es que ni hago ejercicio (no sé cuántas semanas llevo diciendo que esta semana sin falta vuelvo al gimnasio y a correr... (desde la 10k creo, y fue el 28 de mayo, casi un mes hace ya, ni escribo casi nada (ni blog ni cuento), ni tengo la casa ni remotamente decente... y para mí que cuanto menos haces menos te apetece hacer. ¡Ni siquiera he escrito mi tradicional entrada por mi cumpleaños!



La verdad es que tengo ganas ya de asumir un reto nuevo, algo que me ponga las pilas. Creo que necesito un fin de semana de pararme en seco y pensar qué quiero y cómo conseguirlo. De vez en cuando vienen bien estos parones, creo, pero, ¿cuántas veces nos concedemos ese tiempo para nosotros mismos? También es verdad que, como bien dice Quino en su viñeta, también a la pereza hay que respetarla. Demasiado a menudo nos empeñamos en combatir todo lo que nos pasa: la tristeza, la melancolía, la ira... igual simplemente deberíamos pararnos un poco a contemplar esos estados y descubrir por qué los sentimos, incluso disfrutarlos, siempre que no nos desborden. Así que creo que voy a disfrutar  todo lo que me dejen de mi pereza hasta el fin de semana y permitirme empezar trabajo nuevo el lunes con fuerzas renovadas y, con suerte, retos nuevos.

miércoles, 14 de junio de 2017

"El problema es el tiempo"

¿Cuántas veces habéis dicho, u oído, algo parecido? Es que no tengo tiempo... si tuviera tiempo... ¿pero de verdad no lo tenemos? Los días tienen las mismas horas para todos. Algunos hacen mil cosas y otros casi nada. Cada uno tiene sus circunstancias, claro, pero igualmente, al final se trata de cómo distribuyes tus horas y, sobre todo, fundamental, de cuáles son tus prioridades.

¿No tienes tiempo de estudiar inglés pero sí de salir a correr varias veces por semana? entonces no es que no tengas tiempo, es que prefieres dedicarlo a otra cosa. ¿Podrías salir a correr algún día menos y dedicar ese tiempo a estudiar? seguro que sí, ahora bien, ¿quieres hacerlo? ¿No tienes tiempo de ir a tomar un café con ese amigo al que hace tiempo que no ves? ¿seguro? ¿no será que tampoco te apetece tanto verlo?

Dejando aparte nuestras prioridades, ¿cuánto tiempo pasamos "empanados" frente a la tele? una cosa es un rato de desconexión y descanso, que a todos nos viene bien, y otra pegarte horas (con la tele o con el móvil, tablet o consola de videojuegos, a cada pecador su pecado)

¿Sabemos organizarnos el tiempo adecuadamente? ¿No os da la sensación a veces de que cuantas más cosas queréis hacer mejor os organizáis y al revés? Como entres en una espiral de "no tengo muchas cosas que hacer pero es que no me apetece hacer nada" ya estás perdido. O esos bloqueos mentales de "tengo mil cosas que hacer". En estos casos a mí me suele funcionar "vaciar mi mente" Ponerlo todo por escrito en una lista (las famosas listas) y ordenarlo. Sólo con eso de momento te quitas el agobio de llevarlo todo en la cabeza y es una forma de empezar a marcar qué hago primero, qué puede esperar, etc. ¿Sabéis lo de la tabla de urgencia/importancia? es muy útil para ordenar tareas. Os pongo una:


También es importante el tiempo que te va a llevar hacerlo. A lo mejor no es ni muy urgente ni muy importante pero te cuesta un minuto. Pues ¡quítatelo ya y te olvidas!

Es un tema siempre curioso este de la gestión del tiempo. De vez en cuando le doy alguna vuelta y yo no sé si aprendo o mejoro algo porque me siguen pasando las mismas cosas que a todos, que al final "no tengo tiempo", pero nunca está de más seguir intentándolo, ¿verdad? o al menos tener claro que para qué cosas sí quieres tener tiempo y para cuáles no. O dicho de otra manera, saber que a veces no es que no tengas tiempo sino simplemente que no lo quieres hacer (saber decir que NO, otra gran habilidad que dejaremos para otro día)

viernes, 9 de junio de 2017

Momentos de cambio

¡Qué difícil es a veces encontrar el equilibrio, ¿verdad?! las circunstancias de nuestras vidas van cambiando, y con ellas, se va alterando ese precario equilibrio que creemos haber encontrado. Ya me conocéis, sabéis que no soy especialmente reacia al cambio. Me gusta ir evolucionando siempre y soy poco conformista así que, obligatoriamente, eso debe implicar enfrentarme a cosas nuevas de vez en cuando. Siempre me hace gracia esa frase que aparece de vez en cuando por facebook "¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo por primera vez?" La respuesta debería ser siempre "hace poco".

Pero también hace falta una cierta tranquilidad, ciertas rutinas, y yo últimamente no termino de encontrarlas, no acabo de asentarme. Nuevos cambios se avecinan, veremos si esta vez sí me traen por fin ese esquivo equilibrio.



Claro que dentro de nada me encontraré con dos hijos "aborrescentes" en casa y ¡eso sí que va a exigir adaptaciones! de momento los tengo ya tan mayores como para prepararnos un plan sorpresa ellos a nosotros, pero no tanto como para que no quieran hacer planes con nosotros. Un dulce momento, sin duda. Trataré de aprovecharlo al máximo. Aunque, con todo el respeto que la adolescencia infunde, también he de decir que tengo el firme de propósito de acercarme a ella con la idea de tratar con una edad fascinante y tratando de recordar la mía propia. ¡Qué buenas intenciones! ya os estoy escuchando a las ya madres de adolescentes reiros de mi inocencia, ya... lo sé, lo sé, pero no me quitéis la ilusión...

Últimamente me ha dado por hacer cursos mil (lo de la UNED sin embargo no sé yo si acabará llegando a buen puerto). La semana que viene empiezo uno de inteligencia emocional al que le tengo muchas ganas. Ya os contaré.

Seguidores