Bienvenidos a bordo

y gracias por acompañarme en este largo viaje sin retorno que es el de la maternidad. Me río yo de las peripecias de Ulises y de la paciencia de Penélope. Me río de los 12 trabajos de Hércules... ser madre sí es toda una aventura, a veces desesperante, casi siempre agotadora... pero siempre, siempre, siempre ¡tan gratificante! ¿queréis compartirla con mi familia?

martes, 24 de septiembre de 2013

Comparaciones

Esta noche, de nuevo volvía a casa por el Puente del Pilar y no he podido evitar pararme de nuevo a contemplar la imagen de nuestra flamante noria (ya nos hemos subido claro). Así está ahora.


Al hacer la foto he pensado en la que os puse hace poco más de una semana y en la comparación entre una y otra. En el fondo me gustaba más la imagen en construcción porque siempre me han atraído los inicios, llenos de promesas e ilusiones. Una vez que está ya todo hecho, y más en caso de construcciones temporales, no puedo evitar pensar que ya no toca crecer ni desarrollar sino ir madurando y, finalmente, morir. Sea una noria, un reto, un sueño, lo que sea. Y no es que la etapa de la maduración sea mala, no, pero es como en el enamoramiento. Una pareja de amor asentado tiene algo muy especial, sin duda, pero claro, no tiene comparación con las mariposillas en el estómago del principio.

Y esto me lleva a la idea original de esta entrada. Las comparaciones. ¿Odiosas?, ¿necesarias? no estoy segura, quizás sean simplemente injustas, e incompletas. No puedo evitar pensar en esa manía que tenemos las madres (y padres, y abuelas, y abuelos, y vecin@s, y hasta el último desconocido que pasa por la calle) de comparar niños. Que si el mío ya habla, pues el mío ya camina, el de al lado resulta que ya no lleva pañal... y sí, todos sabemos que cada niñ@ tiene su ritmo pero aún así los comparamos. Y nos comparamos a nosotr@s mism@s, con famos@s, con compañer@s o amig@s.

Todos tenemos de vez en cuando un día un poco rarito en el que nos parece que todo el mundo es más trabajador, más organizado, más alto, más guapo, más deportista, más listo, más... yo qué me sé. Pero, ¿lo son? ¿todo a la vez? seguro que cada persona que nos topemos es mejor que nosotros en algo, y no está mal compararnos, si es que nos sirve para mejorar ese aspecto, pero sin agobiarnos tampoco. No sabemos nunca qué hay detrás de esa excelente profesional a quien tanto admiramos, ¿quizás una vida personal complicada? se me ocurre, ni mucho menos quiero decir que todo buen profesional tenga problemas personales, faltaría más... ¿y detrás de la aparentemente perfecta ama de casa que mantiene su casa como los chorros del oro? no voy a entrar en psicologías baratas, entre otras cosas porque a) no soy psicóloga y b) es meterse en camisas de once varas y no estoy por la labor.

A lo que iba yo es a que comparar no es malo por sí mismo, pero tendemos a complicarlo todo. Igual que un niño que ha dejado el pañal a los 2 años no es mejor que el que lo deja a los 3 y que seguramente en otros aspectos de su desarrollo la comparativa sería totalmente distinta, no deberíamos machacarnos tanto en las comparaciones con los demás, son siempre, y a la fuerza, incompletas. Para empezar porque todos mostramos al exterior lo que nos interesa pero los trapos sucios se lavan en casa. Así que ni la vecina de al lado es tan perfecta ni nosotras tan desastres y si nos fijamos sólo en lo que nos va mal nos estaremos perdiendo un montón de momentos felices. También cada un@ de nosotr@s tenemos algo que alguien más puede estar envidiando en este mismo momento (mala cosa la envidia, por cierto) Vamos a disfrutarlo mientras tratamos de mejorar lo demás, pero sin estresarnos, por favor... poquito a poco, un paso tras otro, ¿os acordáis de lo que hablábamos de los inicios? la vida es un inicio constante si no cesamos de evolucionar. Deberíamos vivir con ilusión esos cambios mientras disfrutamos de la serenidad de nuestras situaciones más asentadas y estables. Equilibrio, siempre equilibrio...


jueves, 12 de septiembre de 2013

Como una niña con la nueva noria

¿Sabéis estas veces en que una simple imagen es detonante de toda una serie de ideas? También es verdad que venía yo de una conferencia sobre el éxito personal y empresarial un tanto diferente; así entre espiritual y filosófica sin perder el toque financiero. Demasiado espiritual para mí, lo reconozco, pero mala pragmática sería si no prestara atención a ciertas cosas, que por otra parte, al final en su mayoría no dejan de ser sentido común puro y duro, sólo que no siempre le hacemos caso.

Bueno, a lo que iba, que volvía yo caminando por el puente de piedra (también tenemos el puente de hierro y el parque grande, somos muy prácticos en Zaragoza poniendo nombres) y me he quedado embobada mirando esta imagen (no miréis el Pilar, no me séais guiris, mirad más a la derecha)


y, pese a que iba con prisa (primera reflexión: ¿por qué demonios vamos siempre corriendo y no podemos detenernos a contemplar lo que nos apetece y a cambio le hacemos una foto? ¿como premio de consolación?) he decidido olvidarme por unos segundos del reloj y aún me he detenido de nuevo en el otro extremo del puente para contemplar esta otra:


Ya, para los de fuera es más llamativo el Pilar, lo sé, pero a mí particularmente la torre del agua me chifla y tengo ciertos lazos sentimentales con la expo que hacen que me guste más mirar en esa dirección. Ya perdonareis que la calidad de la imagen no sea nada del otro mundo (ni de este) pero las he hecho con el móvil y un móvil, nos pongamos como nos pongamos, no es una cámara de fotos.

Reflexiones pues sobre la expo, la torre del agua, la pasarela del voluntariado... pero, sobre todo, sobre la noria en montaje (para las fiestas del Pilar). ¿Y por qué sobre la noria? pues porque la que suscribe en el fondo nunca ha dejado de ser una niña y me ponen una noria delante y me emociono. Además, oye, en Zaragoza vamos a tener una noria como la de Londres o la de París (por unos días, me temo, ya me gustaría a mí que la dejaran fija, me sacaba el bono anual sin dudarlo) y eso nos da cierto glamour, ¿no? bueno, igual a vosotr@s os parece una tontería, pero yo estoy convencida de una ciudad con noria panorámica es mucho más elegante.

Y a partir de ahí ya, mis ideas han tomado rumbo propio. He empezado pensando esa tontería de: "ya te vale, hija, con 39 añazos que tienes y emocionada como una cría por una simple noria" y plas, bofetada mental. "¿Pero qué tonterías son esas? ¿Qué tendrá que ver la edad con las emociones?" o tu trabajo, o la imagen que a veces nos empeñamos en dar. Porque pensaba yo en esas veces en que parece que tenemos que parecer súper profesionales y súper seri@s y no paramos de medir nuestras palabras y nuestros actos para que no se nos escape ni una pizca de espontaneidad. Pero nadie debería pretender ser alguien que no es ¿no os parece? Estamos de acuerdo en que hay momentos y momentos y situaciones y situaciones y que no sería lógico ni educado comportarnos igual con los amigotes en un bar un sábado noche que en una entrevista de trabajo, por poner un ejemplo.Vale, pero eso es educación, es seleccionar la parte de nosotros que queremos dejar salir en cada momento.Pero no tiene porque ser fingir ser otro.

Seguro que, como yo, os habréis encontrado más de una vez con el típico listillo que va por ahí con una seguridad pasmosa soltando las más alegres barbaridades con el mayor de los aplomos. A veces te engañan, sobre todo cuando tú mism@ no conoces muy bien el tema de que te hablan, pero por lo general el engaño dura poco. A veces no, a veces consiguen su objetivo y engañan a quien más les conviene pero rara vez podrán engañar a todo el mundo, y desde luego, nunca podrán engañarse a sí mismos. Puede ser útil a corto plazo en todo caso (y agotador, supongo) pero no sé si vale la pena. Yo tengo la teoría de que las personas que realmente valen la pena no se dejarían engañar por esa ficción, o al menos no por mucho tiempo. Así que, ¿para hacerlo?. Yo hace tiempo ya que decidí mostrarme como soy. Si no soy lo que mi interlocutor busca mejor que los dos nos demos cuenta lo antes posible.

Cada día estoy más convencida de que para ser feliz en esta vida (¿y qué es el éxito más que ser feliz?) no queda más remedio que ser honesto, con uno mismo y con los demás. Soy consciente de quizás en estos tiempos que corren pretender ser honesto puede ser hasta políticamente incorrecto pero yo al menos me cansé hace mucho de vivir según lo que quieren los demás. Al principio cuesta un poco, estamos demasiado acostumbrados a buscar la aprobación ajena, a hacer lo que se espera de nosotros. Pero una vez que le coges el ritmo es fácil. Y, oh sorpresa, acabas rodeada de la gente que de verdad importa y, oh sorpresa, las personas tóxicas y negativas van desapareciendo poco a poco. Y, oh, más sorpresa aún, las cosas te van saliendo bien. La suerte es un concepto ambiguo y comúnmente malinterpretado. No somos víctimas inocentes del azar. Cada uno somos responsables y coautores de nuestra vida, no víctimas de ella y debemos aceptar nuestra responsabilidad sobre ella y sobre nuestro entorno. Eso nos permitirá ser capaces de reconocer y aprovechar las oportunidades que se nos presentan.

He pensado más cosas (qué rápido fluyen las ideas a veces, desde las fotos hasta casa no habrán pasado más de 10 o 15 mn.), he pensado en algo que hemos hablado también en la charla. Sobre el miedo. Como pagamos por pasar miedo en el cine o en la montaña rusa más espectacular pero el miedo a decidir a veces nos bloquea.

Y todo por parar por unos segundos la vuelta a casa casi a la carrera y detenerme a contemplar los trabajos de montaje de una noria panorámica. Luego he llegado a casa y la primera frase de maridín me ha sacado de mi estado medio zen y me ha puesto de un humor de perros, pero esa ya es otra historia...

Contadme lo que se os ocurra, no me dejéis sola en mis desvarios... ¿qué os da por pensar a vosotr@s cuando se os "suelta" la mente?

viernes, 6 de septiembre de 2013

Cruce de agendas

Me estaba dando yo cuenta ayer de que mi agenda es un auténtico show. Como apunto tanto mis compromisos profesionales como las actividades de los niños (mi vida social ya sabeis que ocupa poco espacio, la pobre, cualquier día de estos le pongo remedio, lo prometo), sólo en esta semana han convivido en perfecta armonía reuniones laborales, fiestas de las monsters, natación y patinaje artístico. Hasta he quedado con algún amigo y todo. Madre mía, ¡qué vuelta de vacaciones! y este fin de semana celebraremos medio en paralelo nuestro aniversario de bodas (11 años ya) y el cumpleaños de mi madre.



Me gusta mezclar, lo reconozco. No soy de esas personas que necesitan un horario estricto y aún así les cuesta separar trabajo y vida privada. A mí me chifla, meterlo todo en una coctelera y alternar actividades personales, familiares, laborales y privadísimas. Cambio el chip en cuestión de minutos y no puedo evitar encontrar cierta gratificación en hacer cuatro cosas a la vez, o cinco si a mantener un ojo y un oído fijos en el móvil se le puede considerar cosa.

Sí, lo sé, hay quien piensa que así no hay quien se concentre en nada, pero en realidad, pensarlo. ¿Cuánto tiempo de trabajo seguido estáis de verdad concentrados y rindiendo al máximo? nunca me ha gustado la jornada continua, ocho horas seguidas de trabajo, por mucho que hagas alguna pequeña pausa, me resulta totalmente ineficiente. Ya sí, soy la única rara que defiende la jornada partida, o casi, pero es que de verdad que no rindo yo con esos horarios. Afortunadamente, ahora tengo un horario mucho más flexible y estoy feliz. Soy consciente de que hay ciertos trabajos que requieren un horario específico; horarios comerciales, trabajos a turnos... pero por suerte el trabajo que realizo ahora mismo da igual si lo hago a las 8 de la mañana o a las 10 de la noche, una vez con los niños acostados y la casa en paz. Me permite aprovechar mucho mejor mis propios ciclos naturales (hay horas a las que no rendimos nos pongamos como nos pongamos y otras en los que el trabajo nos cunde el triple, seguro que estáis de acuerdo conmigo)

Siempre he defendido los horarios flexibles, favorecen la conciliación familiar y laboral (para mujeres y para hombres, que parece que cuando se habla de conciliación sólo nos afecte a nosotras y que yo sepa los hombres también tienen familia y vida privada) Pero qué difícil es hacerlo entender en ciertas empresas... nunca he entendido por qué. Es una pena que haya tanta mente cerrada dirigiendo el país.

Uy, que se me va el tema del blog... ¿veis lo que os decía de mezclar? si es que no lo puedo evitar... pues hala, ahora que ya he dedicado un ratito a mi vida privada, me vuelvo a la laboral... caaaaaaaaambiooooo de chiiiiiiip.

lunes, 2 de septiembre de 2013

He vuelto

Bueno, bueno, este año, por circunstancias, he tenido súper vacaciones escolares (o sea, que me fui al paro a final de mayo y he tenido junio, julio y agosto para recargar pilas y muchas cosas más) Por suerte suertísima, ya a final de julio me confirmaron un nuevo trabajo para empezar a principios de septiembre (hoy mismo, de hecho) y con esa tranquilidad en el cuerpo he disfrutado de mis vacaciones y de las de mis hijos, que no siempre se puede..

No hemos hecho nada en especial. Una escapadita a los pirineos en tienda de campaña, que tenían muchas ganas los peques, alguna escapadita a la playa, y mucho pueblo, con sus ventajas y sus inconvenientes. Yo ya sabéis que soy más de ciudad que el Corte Inglés, así que muchos días en el pueblo me estresan. Sí, lo sé, lo suyo es que relaje, que desintoxique... sí, ya, pero a mí después de una semana me empieza a entrar el agobio. Y este año he estado más de una semana, mucho más...



Peeeeeeeerooo, tanto tiempo libre y tanta sobredosis de aire puro ha tenido sus efectos positivos también. He tenido tiempo para estudiar un poco de alemán, y de paso descubrir que sí, que lo tenía olvidado, pero no tanto como pensaba... es curioso el cerebro humano, cómo lo guarda todo por ahí, lo difícil es dar con la clave para recuperarlo pero está todo, todito, todo...  he tenido tiempo también de leer, por supuesto, y oh, sí, por fín he tenido tiempo de escribir a gusto (que los chicos sean mayores y campen a sus anchas por el pueblo ayuda, sin duda) Por fin he dejado casi finiquitada una novela que empecé a escribir la anterior vez que me quedé en paro (hará pues casi tres años) y que por causa de este último trabajo mío tenía totalmente abandonada, y también he aprovechado para escribir relatos varios, para mí, para amigos, para concursos...

Definitivamente, ha sido un verano estupendo y he vuelto con las pilas recargadísimas y más que lista para emprender mi nueva etapa laboral, que promete estar llena de retos y complicaciones, como a mí me gustan. Y por supuesto, para retomar este blog, que siempre vuelve a mi vida, como las cosas realmente importantes.

Pero basta ya de hablar de mí (¡qué ego tenemos los aspirantes a escritores!) Contadme, ¿qué tal vuestro veranito?

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