Bienvenidos a bordo

y gracias por acompañarme en este largo viaje sin retorno que es el de la maternidad. Me río yo de las peripecias de Ulises y de la paciencia de Penélope. Me río de los 12 trabajos de Hércules... ser madre sí es toda una aventura, a veces desesperante, casi siempre agotadora... pero siempre, siempre, siempre ¡tan gratificante! ¿queréis compartirla con mi familia?
Mostrando entradas con la etiqueta desvaríos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta desvaríos. Mostrar todas las entradas

domingo, 16 de octubre de 2022

Esos momentos de crisis

 


Pues sí, estoy en otro de mis famosos momentos de crisis personal. De repente nada parece funcionar bien. Y sé que no es así, hay muchas cosas, muchísimas, que funcionan perfectamente en mi vida: para empezar mi familia, de la que parece mentira, pero hace mucho que no hablo en este blog, a pesar de ser, en teoría, su temática principal.

Es una de las cosas, de hecho, a las que quiero dar una vuelta. No soy capaz hoy por hoy de cerrrar definitivamente este pequeño espacio mío, pero ya no lo reconozco tampoco. ¿Cuándo "mamá a bordo" se ha convertido en una especie de "libros a bordo"? ¿Se va a volver esta su temática definitiva? ¿seré capaz de reconducirlo de nuevo hacia algo más acorde a su intención inicial y, supongo, a lo que quien caiga aquí por casualidad esperaría encontrar? 

No deberían faltarme temas, mis hijos, por mucho que hayan crecido desde aquel primer "diario de un embarazo" con el que toda esta aventura comenzó, siguen siendo menores, siguen viviendo bajo mi techo y, en algún momento, alcanzaron esa magnífica etapa que es la adolescencia. Y lo digo sin sarcasmo alguno. De verdad me parece una edad fascinante y tengo la suerte de recordar bien la mía propia y por tanto, me enorgullece decir que estoy llevando la de mis hijos francamente bien. 

Recuerdo bien mi estreno como mami. Fue un cambio tan radical en todos los sentidos, un crecimiento personal tan brutal, que sentí que todo aquel aparente equilibrio que había construido en mi vida se venía abajo. De repente mi trabajo ya no me bastaba, necesitaba retos nuevos, más estimulantes. Con el tiempo los conseguí, pero fue una etapa complicadilla hasta entonces. Mi vida personal, qué os voy a contar, se vino abajo de repente. Aunque nunca dejamos que nuestra faceta como padres se nos comiera del todo, nuestros momentos de ocio se redujeron enormemente. Me faltaba tiempo para todo. Por más que buscáramos esos momentos para nosotros solos, individualmente o en pareja, seguían siendo escasos. 

Como madre me sentía fenomenal, pero todos tenemos muchas facetas en nuestra vida a las que atender. Esa crisis fui capaz de identificarla rápidamente y con precisión. La que me acecha ahora no la tengo tan clara, o quizás sí. Hace tiempo ya que ha dejado de gustarme mi trabajo. No hablo del actual, que desde luego tiene sus pegas pero tampoco está tan mal. Hablo en general de mi profesión. 

No es ningún secreto que siempre he soñado con vivir de la escritura, "del cuento", como me gustaba decir medio en broma medio en serio. Pero siempre he sabido que era un sueño poco razonable. Pocos escritores pueden permitirse no necesitar otro trabajo que les asegure unos ingresos regulares con lo que comer, pagar facturas, invertir en la educación de sus hijos... Yo nunca he sido uno de esos pocos, ni tiene pinta de que vaya a serlo en un futuro cercano. Y, sin embargo, es algo que cada vez me quema más. Esa sensación de estar perdiendo el tiempo día tras día, de no estar viviendo la vida que realmente quiero vivir.  ¿Pero cómo? no veo la salida a este puñetero laberinto en el que me he metido y, por primera vez en tantos años, empieza a agobiarme. Me faltan muchos años todavía para jubilarme y cada vez tengo más claro lo que me gustaría hacer en ellos, pero sobre todo lo que no. 

La escritura siempre me ha servido para desahogarme, para aclarar mis ideas, para dar salida a algún fuego interno. Supongo que de eso va esta entrada. Sin más. No espero encontrar aquí ninguna fórmula mágica que resuelva mi crisis, pero me apetecía expresarla. Y también, ¿por qué no?  hacer un ejercicio de autocrítica, que siempre es sano. Porque sí, yo quiero vivir de la escritura, claro que quiero. Pero ¿acaso estoy escribiendo con regularidad? ¿me estoy currando algún tipo de estrategia de marketing para darme a conocer? ¿estoy estableciendo contactos a diestro y siniestro? ¿estoy participando en concursos y enviando propuestas a editoriales? Pues como con casi todo en mi vida, a días y a ratos. Y sin constancia, pocas opciones de éxito hay. 

A esta crisis, llamémosla laboral, se ha unido entonces esa autocrítica que llevo haciéndome últimamente porque ya me canso de mi falta de compromiso, la verdad. Decido que voy a quitarme de una vez por todas esos kilitos que me sobran pero, como las 23.548.754.532 veces anteriores, las buenas intenciones me duran un suspiro. Decido que voy a volver a correr porque quiero llegar en forma a la carrera X y ups, vaya, de repente me doy cuenta de que la carrrera en cuestión es el domingo que viene (en este caso la de la mujer, pero poned la que se os ocurra) y llevo un mes sin correr. 

Y sí, como he dicho desde el principio, por supuesto que no todo es un desastre: últimamente leo mucho, supongo que por eso este blog ha ido derivando por donde ha derivado; mi relación con mis hijos es francamente buena, y si hay algo en lo que he sido constante ha sido en el amor. 20 años ya casados y subiendo. Sigo aprendiendo cosas nuevas siempre que tengo ocasión, me he apuntado a un curso de teatro en inglés, aprendí a esquiar (más o menos) este invierno, sigue  apeteciéndome hacer cosas nuevas, conocer gente nueva, aunque las multitudes y los ruidos cada vez me agobian más. 

Cambiando, siempre cambiando, con las crisis personales que supongo que ello conlleva inevitablemente, pero ¿quién quiere quedarse quieta? Nada me espanta más que esa frase tan manida de "no cambies nunca" Por favor, ¿qué clase de maldición es esa? Bienvenidas sean las crisis siempre que te lleven a seguir desarrollándote, mejorando, evolucionando. Ya lo dice la frase con la que he encabezado la entrada de hoy: "Las crisis personales son extraordinarias oportunidades para crecer" ¡Que así sea!

lunes, 13 de febrero de 2017

Perezosos sueños de lunes.



Como cada mañana, mi despertador sonó a las 6:15. Como cada mañana, tuve que pensarme si efectivamente me levantaba pronto para ir a hacer deporte o me podía la pereza y me quedaba durmiendo un rato más. Ganó la fuerza de voluntad. Mordisquée una tostada por no salir en ayunas, me vestí y salí a correr un rato. Me sorprendió no cruzarme con nadie. Normalmente coincidía gente somnolienta camino del trabajo y con algún que otro barrendero "poniendo las calles".

Tampoco presté mucha atención la verdad. Mi cabeza a esas horas, y sin café, no funciona demasiado bien. Di la vuelta prevista y volví a casa para darme una ducha rápida, desayunar algo más consistente y salir pitando hacia el trabajo. De nuevo me sorprendió la escasez de viandantes, incluso de coches. El ejercicio, la ducha y el café habían hecho su efecto y ahora sí estaba en condiciones de fijarme. No circulaban autobuses urbanos, apenas vi algún coche por el camino, y no más de dos o tres personas, que obviamente no iban al trabajo sino que más bien volvían de fiesta.

A ver si me he colado y va a ser domingo o algo, pensé. Pero no, no, la fecha en mi móvil estaba clara. Lunes 13. Sacudí la cabeza y me apresuré. Con la tontería me estaba entreteniendo y aún iba a llegar tarde al trabajo.

Pero no llegué tarde, claro, ¡si no había tráfico! de hecho llegué la primera, ya que el parking de la empresa se encontraba todavía vacío. Como los de las empresas de alrededor, observé... definitivamente aquello no era normal.

Introduje mi llave en la cerradura pero no funcionó. Estaba como enmohecida, parecía llevar mucho tiempo sin usarse, pero yo misma la había abierto el día anterior, estaba segura. Decidí esperar un poco a que llegara algún compañero pero nada, por allí no aparecía nadie. Me acerqué al bar del polígono, un par de calles más allá, pero para mi sorpresa tenía el mismo aspecto desvencijado de la cerradura de nuestra puerta. También parecía llevar meses cerrado, pero juraría haber estado allí hacía solo unos días.

En estas, vi acercarse un coche de policía. Bueno, al menos podré preguntar a alguien, pensé. Pero, para acabar de rematar las sorpresas del día, del coche sólo salió un androide que me preguntó si me había perdido.

- "Pero si yo trabajo aquí al lado", repuse.
- "Trabajo" -me dijo con una voz de repente enciclopédica- "Acción y efecto de trabajar. Ocupación retribuida. Vigente hasta octubre de 2058 cuando los últimos vestigios fueron por fin sustituidos por la labor de las máquinas"
- "¿Cómo?" - pregunté - "¿2058? ¿ya no se trabaja? pero ¿en qué año estamos?"

El robot me informó de que estábamos en 2102, que el trabajo se consideraba propio de culturas antiguas y poco desarrolladas que necesitaban de su esfuerzo para ganar unas extrañas monedas que les servían para conseguir cosas. Me miró fijamente y tomó mi muñeca entre sus extrañas manos.

- "Amnesia" - dictaminó- "combinada con una extraña alteración neuronal que le hace creer que sigue en 2017. La llevaré al hospital donde los androides doctor podrán tratarla convenientemente"

Me había gustado aquello de que el trabajo se consideraba algo anticuado y que ya no hiciera falta para ganar dinero pero entonces, ¿de qué se vivía en 2102?

Pronto salí de dudas. En el hospital, tras pasar por las expertas manos de un androdoctor que decidió que sólo necesitaba unas cuantas dosis del fármaco XR42 y unas horas de descanso, me llevaron a una soleada habitación donde una viejecita charradora me informó de todo cuanto necesitaba saber.

Efectivamente, el trabajo había desaparecido del todo hacía ya muchos años. También el dinero. Ahora todo el trabajo lo realizaban máquinas pero como ellas no necesitaban cobrar ningún sueldo, los bienes que producían llegaban de forma libre al mercado, donde sólo había que pasar a recoger lo que hiciera falta. Por eso nadie ya madrugaba, ni tenía que desplazarse salvo por capricho. Seguía habiendo labores artesanas o creativas que mucha gente realizaba por hobby, pero no cobraba por ello. Me hubiera gustado seguir escuchando a la anciana pero el fármaco que me habían inyectado me estaba haciendo efecto y un pesado sopor se iba adueñando de mí poco a poco hasta que me quedé frita.

Lo siguiente que recuerdo fue que sonó el despertador. Las 6:15. Lo apagué de un manotazo, recordando que el trabajo ya no existía, pero alguna neurona de guardia se puso en alerta y me empeñó en mantenerme despierta. Por si acaso me asomé a la ventana y, ¡dichosa neurona!, ¡tenía razón ella!, allí estaba nuestro barrendero, dejando nuestra calle limpia como una patena antes de que la mayoría de vecinos saliéramos de casa. La luz parpadeante de mi móvil indicaba que mis amigas ya estaban también en pie, preparándose para un nuevo día de trabajo. ¿Pero cómo? ¿no se había extinguido ya esto? ¿Sería posible que sólo hubiera sido un sueño de perezoso lunes?

miércoles, 1 de febrero de 2017

La fuerza del destino

La mayoría de los mortales nunca llegamos a conocer nuestro verdadero destino; simplemente somos atropellados por él. Para cuando levantamos la cabeza y lo vemos alejarse por la carretera ya es tarde y el resto del camino lo tenemos que hacer por la cuneta de aquello que los soñadores llaman la madurez. La esperanza no es más que la fe de que ese momento no ha llegado todavía, de que acertemos a ver nuestro verdadero destino cuando se acerque y podamos saltar a bordo antes de que la oportunidad de ser nosotros mismos se desvanezca para siempre y nos condene a vivir de vacío, añorando lo que debió ser y nunca fue.

Carlos Ruíz Zafón. "El laberinto de los espíritus"



Ya no es la primera vez que encabezo un artículo con una cita de este autor. Algo tiene que hace que me sienta especialmente identificada con lo que escribe. En este caso, no sé si identificada sería la palabra. De hecho, sigo releyéndolo intentando comprender bien qué es eso de que el destino nos atropella. ¿Se desvanece nuestra oportunidad si no estamos atentos? pero entonces, ¿es que sólo tenemos una oportunidad? Yo no lo creo. Sí que estoy convencida de que muchas veces, efectivamente, alguna ocasión de oro nos pasa por encima y ni nos enteramos a pesar de habernos quedado incluso magullados. Pero de ahí a que ese sea el último tren va un buen tramo.

Tiene que ser triste de todas formas eso de vivir de vacío añorando lo que debió ser... ¿nunca fue? puede, pero ¿nunca será? ¿por qué? ¿no será esa la forma de continuar viviendo? ¿seguir luchando por lo que queremos ser? será esperanza, sí, y fuerza, y determinación, y muchas más cosas. No creo que sea solo fe en que el momento aun no ha llegado. Puede haber muchos momentos, cada cual distinto. Seguro que todos no nos llevarían por el mismo camino, quizás ni siquiera al mismo destino, pero ahí están y de nosotros depende no caer demasiado rápido en esa cuneta de la madurez, no perder de vista nunca nuestros sueños. A esos hay que perseguirlos siempre, aunque nos arrollen y sigan su camino por la carretera. ¿Quién dice que incluso entonces no podamos alcanzarlos?


Madre mía, me temo que me ha salido otra de esas entradas en la que acabo por no decir nada... mira que cuando me da el día tonto... pero ya que estamos, contadme, ¿Creéis en eso del destino? ¿está todo prefijado o nos lo creamos nosotros mismos día a día?

viernes, 20 de enero de 2017

Rutinas mañaneras

Me ha costado, ahora os cuento por qué, pero por fin he dado con una emisora que no sólo no me molesta por las mañanas (que tengo yo malos despertares) sino que hasta me gusta.

El tema es que yo no soy muy de radio, ya para empezar. Para continuar, por las mañanas me gusta que haya sólo música, pero en casi todas las emisoras están con programas matinales en los que no paran de hablar y (llamadme lo que queráis) ¡me molesta!

Sin embargo, siguiendo recomendaciones de unos y otros, llegué un día a Rock FM y ahí me quedé. Por un lado, aún con programa matinal, ponen bastante música, y además lo suficientemente cañera como para espabilarme de camino al trabajo. Y por otro, cuando hablan, no sólo no me molestan sino que hasta me hacen sonreír, que os parecerá raro cuando casi todos los programas de la mañana son de humor pero de verdad que a mí no me hacía gracia ninguno... rarita que es una, sí...



Así que con "el pirata y su banda" (os he tomado prestada la imagen pero si me decís que la quite la quito presto súbito, ¿eh?) y con el "francotirarock"  he acabado pasando el trayecto de casa al trabajo. Que parecerá tontería, pero oye, que sin radio no me espabilo y no acababa de encontrar yo la emisora adecuada. También podría ponerme una lista propia de canciones pero a esas horas de la mañana de verdad que no me da a mí la neurona para pensar tanto así que acababa siempre dándole frenéticamente al dial sin encontrar nada adecuada.

Porque mira que lo de las rutinas mañaneras tiene tela ¿eh?, cómo te despiertas, qué haces primero... yo reconozco que para eso soy rarita. Para empezar, sí me gusta despertarme con música (nada de noticias, por favor, me parece amargarse el día ya desde el comienzo) pero por fases. Tenemos una radio despertador de esos que cuando suena le das al botón y se apaga durante unos minutos y luego vuelve a la carga. Pues yo necesitaría varios de esos para levantarme bien. Luego no soporto que me enciendan la luz, mejor que me abran la persiana para que entre algo de claridad pero no luz directa. Tiempo, sobre todo necesito tiempo para ir haciéndolo con pausa... desayunar tranquilamente, irme un ratito al sofá con mi facebook y mi hijo acurrudicadito junto a mí (Sofía no suele venirse, esta es más de despertares rápidos y ágiles como su padre) Luego ya llega la ducha y a partir de ahí sí que empiezo a activarme. Claro, cuando ya casi no me queda tiempo... me arreglo rápidamente, me tomo un cortado rápido ¡y al coche! O sea, que me tengo que levantar con un rato largo porque además si algún día me he levantado con el tiempo más justo y he tenido que correr ya llevo todo el día cruzado... en fin, manías de cada uno, supongo.

Y vosotros ¿qué rutina mañanera tenéis? ¿necesitáis música para poneros en marcha? ¿las noticias?

miércoles, 9 de abril de 2014

¿Dama? ¿Bruja? ¿Un poco de cada?


Me chifla, lo vi ayer por facebook y me sentí taaaaaan identificada... no hace falta contar mucho más, ¿no? me recuerda a aquella descripción que hizo una vez mi hija de mí para el cole. Os cito sólo la parte interesante "tiene los ojos alegres pero terroríficos cuando se enfada" En fin, me voy a hornear unos pastelillos (¿valdrá igual hacer unas torrijas?), que últimamente soy bastante feliz y no dejo salir mucho a la bruja del demonio salida de las entrañas del infierno.

Confesad, ¿Qué sois más? ¿Brujas o damas? ¿O ni una cosa ni la otra?

domingo, 10 de noviembre de 2013

Momento pánico

Hacía tiempo que no me pasaba pero el viernes me ocurrió de nuevo. ¿Sabéis ese momento en que te giras y un espejo inoportuno te devuelve una imagen que ni siquiera reconoces? ese: "¿Quéeeeeeeeee? ¿pero de verdad esa soy yo?" y eso que iba arregladita pero no sé, no sé, sería el espejo, o la luz, o yo qué sé, pero esa tía tan fea que vi en el espejo no puedo ser yo.



De todas formas, qué mal me está sentando a mí este simulacro de otoño que tenemos. Estoy hecha una pupas (no os aburriré con el listado de mis pequeños males, ninguno es tan importante como para perder más tiempo con él) Y qué cierto es que no puede una verse bien por fuera cuando no está bien por dentro, ¿verdad?

En fin, será cuestión de empezar la puesta a punto cuanto antes, que en menos que canta un gallo nos pilla la navidad con su sobredosis de fiestas, regalos, amor y fraternidad y todas esas cosas que nos dejan agotad@s año tras año. El pistoletazo de salida ha sido dado ya con la acumulación de catálogos de juguetes y la consiguiente hiperactividad infantil, bolígrafo en mano, marcando con cruces, círculos y hasta con las pegatinas adjuntas en el propio catálogo. Mi hija es moderada pidiendo pero al enano acabé sugiriéndole que en vez de carta a los Reyes hiciera un paquete y metiera directamente el catálogo entero, que acabaría antes... ¡qué afición! de esta página todo, de esta página todo... menos mal que tienen claro que una cosa es lo que ellos pidan y otra lo que sus Majestades y/o el gordito de rojo les traigan finalmente.

Yo ya sé lo que me voy a pedir este año. Una tonelada de fuerza de voluntad, no la he visto en ningún catálogo pero son magos, ¿no? pues alguna solución encontrarán...

viernes, 4 de octubre de 2013

Las apariencias...

engañan, sí, ¡y cómo! van dos días ya en esta semana que selecciono para tomarme un cafe sendos bares a los que les había echado el ojo por apetecibles. Bien decorados, luminosos... pues los dos igual, el servicio un desastre y el café malo.

Con los bares pasa como con las personas. El aspecto es lo primero que vemos, y es importante, claro que sí. ¿Cuántas veces no le hemos dado ni una sola oportunidad a algo/alguien por que nos ha echado atrás su aspecto? Ese bar oscuro y poco apetecible que sin embargo tiene el mejor cafe del barrio (o no, pero a veces pasa), ese tío tan feo y que viste tan raro pero que resulta que es el mejor especialista en su campo...



Con las personas es cierto que las cosas han cambiado bastante desde la generalización de la gran red de redes. Nos hemos acostumbrado a conocer a la gente sin verla en persona. A veces, después de un tiempo "hablando" con ellos por chats, foros, linkedin o similares llegamos a conocernos en persona (estoy pensando todo el rato en relaciones profesionales o establecidas por intereses similares, pero también vale para relaciones amorosas, o sin amor, que tampoco hace falta...) Y cuando nos conocemos en persona llegan las sorpresas. Te encuentras con que has establecido una relación excelente con alguien a quien nunca te habrías acercado en otras circunstancias. Por motivos muy diversos, a veces es simplemente la química que nos juega una mala pasada.

¿No os pasa a veces que alguien os "repele" sin motivo aparente? partimos de que mantiene una correcta higiene corporal, va correctamente vestido, no es ni guapo ni feo ni todo lo contrario... y sin embargo... ¡agh! lo normal afortunadamente es que las químicas entre nosotros sean más bien neutras. Pero también esa la contraria, esa que te hace sentirte irremediamente atraída hacia aquél otro que tampoco es ni guapo ni feo ni todo lo contrario ni huele especialmente bien, ni va especialmente arreglado pero que... hmmmmm...

También funciona con mujeres, por cierto, no tiene porque haber algo explícitamente sexual en ella, recuerdo que la primera vez que ví a la que hoy sigue siendo una de mis mejores amigas sentí ese rechazo instantáneo hacia ella... por suerte el tiempo se ocupa de poner en su lugar a esa caprichosa química.

Y no suele tardar mucho, la verdad. ¿Cuánto tiempo tardas en darte cuenta de que ese chico que tanto te atraía en realidad no te gusta tanto? ¿o que nunca podrías ser amiga de esa chica en la que enseguida te has fijado? pues el mismo que tardas en darte cuenta de que el bar tan bonito en el que llevas días queriendo entrar no vale un pimiento.


martes, 24 de septiembre de 2013

Comparaciones

Esta noche, de nuevo volvía a casa por el Puente del Pilar y no he podido evitar pararme de nuevo a contemplar la imagen de nuestra flamante noria (ya nos hemos subido claro). Así está ahora.


Al hacer la foto he pensado en la que os puse hace poco más de una semana y en la comparación entre una y otra. En el fondo me gustaba más la imagen en construcción porque siempre me han atraído los inicios, llenos de promesas e ilusiones. Una vez que está ya todo hecho, y más en caso de construcciones temporales, no puedo evitar pensar que ya no toca crecer ni desarrollar sino ir madurando y, finalmente, morir. Sea una noria, un reto, un sueño, lo que sea. Y no es que la etapa de la maduración sea mala, no, pero es como en el enamoramiento. Una pareja de amor asentado tiene algo muy especial, sin duda, pero claro, no tiene comparación con las mariposillas en el estómago del principio.

Y esto me lleva a la idea original de esta entrada. Las comparaciones. ¿Odiosas?, ¿necesarias? no estoy segura, quizás sean simplemente injustas, e incompletas. No puedo evitar pensar en esa manía que tenemos las madres (y padres, y abuelas, y abuelos, y vecin@s, y hasta el último desconocido que pasa por la calle) de comparar niños. Que si el mío ya habla, pues el mío ya camina, el de al lado resulta que ya no lleva pañal... y sí, todos sabemos que cada niñ@ tiene su ritmo pero aún así los comparamos. Y nos comparamos a nosotr@s mism@s, con famos@s, con compañer@s o amig@s.

Todos tenemos de vez en cuando un día un poco rarito en el que nos parece que todo el mundo es más trabajador, más organizado, más alto, más guapo, más deportista, más listo, más... yo qué me sé. Pero, ¿lo son? ¿todo a la vez? seguro que cada persona que nos topemos es mejor que nosotros en algo, y no está mal compararnos, si es que nos sirve para mejorar ese aspecto, pero sin agobiarnos tampoco. No sabemos nunca qué hay detrás de esa excelente profesional a quien tanto admiramos, ¿quizás una vida personal complicada? se me ocurre, ni mucho menos quiero decir que todo buen profesional tenga problemas personales, faltaría más... ¿y detrás de la aparentemente perfecta ama de casa que mantiene su casa como los chorros del oro? no voy a entrar en psicologías baratas, entre otras cosas porque a) no soy psicóloga y b) es meterse en camisas de once varas y no estoy por la labor.

A lo que iba yo es a que comparar no es malo por sí mismo, pero tendemos a complicarlo todo. Igual que un niño que ha dejado el pañal a los 2 años no es mejor que el que lo deja a los 3 y que seguramente en otros aspectos de su desarrollo la comparativa sería totalmente distinta, no deberíamos machacarnos tanto en las comparaciones con los demás, son siempre, y a la fuerza, incompletas. Para empezar porque todos mostramos al exterior lo que nos interesa pero los trapos sucios se lavan en casa. Así que ni la vecina de al lado es tan perfecta ni nosotras tan desastres y si nos fijamos sólo en lo que nos va mal nos estaremos perdiendo un montón de momentos felices. También cada un@ de nosotr@s tenemos algo que alguien más puede estar envidiando en este mismo momento (mala cosa la envidia, por cierto) Vamos a disfrutarlo mientras tratamos de mejorar lo demás, pero sin estresarnos, por favor... poquito a poco, un paso tras otro, ¿os acordáis de lo que hablábamos de los inicios? la vida es un inicio constante si no cesamos de evolucionar. Deberíamos vivir con ilusión esos cambios mientras disfrutamos de la serenidad de nuestras situaciones más asentadas y estables. Equilibrio, siempre equilibrio...


jueves, 12 de septiembre de 2013

Como una niña con la nueva noria

¿Sabéis estas veces en que una simple imagen es detonante de toda una serie de ideas? También es verdad que venía yo de una conferencia sobre el éxito personal y empresarial un tanto diferente; así entre espiritual y filosófica sin perder el toque financiero. Demasiado espiritual para mí, lo reconozco, pero mala pragmática sería si no prestara atención a ciertas cosas, que por otra parte, al final en su mayoría no dejan de ser sentido común puro y duro, sólo que no siempre le hacemos caso.

Bueno, a lo que iba, que volvía yo caminando por el puente de piedra (también tenemos el puente de hierro y el parque grande, somos muy prácticos en Zaragoza poniendo nombres) y me he quedado embobada mirando esta imagen (no miréis el Pilar, no me séais guiris, mirad más a la derecha)


y, pese a que iba con prisa (primera reflexión: ¿por qué demonios vamos siempre corriendo y no podemos detenernos a contemplar lo que nos apetece y a cambio le hacemos una foto? ¿como premio de consolación?) he decidido olvidarme por unos segundos del reloj y aún me he detenido de nuevo en el otro extremo del puente para contemplar esta otra:


Ya, para los de fuera es más llamativo el Pilar, lo sé, pero a mí particularmente la torre del agua me chifla y tengo ciertos lazos sentimentales con la expo que hacen que me guste más mirar en esa dirección. Ya perdonareis que la calidad de la imagen no sea nada del otro mundo (ni de este) pero las he hecho con el móvil y un móvil, nos pongamos como nos pongamos, no es una cámara de fotos.

Reflexiones pues sobre la expo, la torre del agua, la pasarela del voluntariado... pero, sobre todo, sobre la noria en montaje (para las fiestas del Pilar). ¿Y por qué sobre la noria? pues porque la que suscribe en el fondo nunca ha dejado de ser una niña y me ponen una noria delante y me emociono. Además, oye, en Zaragoza vamos a tener una noria como la de Londres o la de París (por unos días, me temo, ya me gustaría a mí que la dejaran fija, me sacaba el bono anual sin dudarlo) y eso nos da cierto glamour, ¿no? bueno, igual a vosotr@s os parece una tontería, pero yo estoy convencida de una ciudad con noria panorámica es mucho más elegante.

Y a partir de ahí ya, mis ideas han tomado rumbo propio. He empezado pensando esa tontería de: "ya te vale, hija, con 39 añazos que tienes y emocionada como una cría por una simple noria" y plas, bofetada mental. "¿Pero qué tonterías son esas? ¿Qué tendrá que ver la edad con las emociones?" o tu trabajo, o la imagen que a veces nos empeñamos en dar. Porque pensaba yo en esas veces en que parece que tenemos que parecer súper profesionales y súper seri@s y no paramos de medir nuestras palabras y nuestros actos para que no se nos escape ni una pizca de espontaneidad. Pero nadie debería pretender ser alguien que no es ¿no os parece? Estamos de acuerdo en que hay momentos y momentos y situaciones y situaciones y que no sería lógico ni educado comportarnos igual con los amigotes en un bar un sábado noche que en una entrevista de trabajo, por poner un ejemplo.Vale, pero eso es educación, es seleccionar la parte de nosotros que queremos dejar salir en cada momento.Pero no tiene porque ser fingir ser otro.

Seguro que, como yo, os habréis encontrado más de una vez con el típico listillo que va por ahí con una seguridad pasmosa soltando las más alegres barbaridades con el mayor de los aplomos. A veces te engañan, sobre todo cuando tú mism@ no conoces muy bien el tema de que te hablan, pero por lo general el engaño dura poco. A veces no, a veces consiguen su objetivo y engañan a quien más les conviene pero rara vez podrán engañar a todo el mundo, y desde luego, nunca podrán engañarse a sí mismos. Puede ser útil a corto plazo en todo caso (y agotador, supongo) pero no sé si vale la pena. Yo tengo la teoría de que las personas que realmente valen la pena no se dejarían engañar por esa ficción, o al menos no por mucho tiempo. Así que, ¿para hacerlo?. Yo hace tiempo ya que decidí mostrarme como soy. Si no soy lo que mi interlocutor busca mejor que los dos nos demos cuenta lo antes posible.

Cada día estoy más convencida de que para ser feliz en esta vida (¿y qué es el éxito más que ser feliz?) no queda más remedio que ser honesto, con uno mismo y con los demás. Soy consciente de quizás en estos tiempos que corren pretender ser honesto puede ser hasta políticamente incorrecto pero yo al menos me cansé hace mucho de vivir según lo que quieren los demás. Al principio cuesta un poco, estamos demasiado acostumbrados a buscar la aprobación ajena, a hacer lo que se espera de nosotros. Pero una vez que le coges el ritmo es fácil. Y, oh sorpresa, acabas rodeada de la gente que de verdad importa y, oh sorpresa, las personas tóxicas y negativas van desapareciendo poco a poco. Y, oh, más sorpresa aún, las cosas te van saliendo bien. La suerte es un concepto ambiguo y comúnmente malinterpretado. No somos víctimas inocentes del azar. Cada uno somos responsables y coautores de nuestra vida, no víctimas de ella y debemos aceptar nuestra responsabilidad sobre ella y sobre nuestro entorno. Eso nos permitirá ser capaces de reconocer y aprovechar las oportunidades que se nos presentan.

He pensado más cosas (qué rápido fluyen las ideas a veces, desde las fotos hasta casa no habrán pasado más de 10 o 15 mn.), he pensado en algo que hemos hablado también en la charla. Sobre el miedo. Como pagamos por pasar miedo en el cine o en la montaña rusa más espectacular pero el miedo a decidir a veces nos bloquea.

Y todo por parar por unos segundos la vuelta a casa casi a la carrera y detenerme a contemplar los trabajos de montaje de una noria panorámica. Luego he llegado a casa y la primera frase de maridín me ha sacado de mi estado medio zen y me ha puesto de un humor de perros, pero esa ya es otra historia...

Contadme lo que se os ocurra, no me dejéis sola en mis desvarios... ¿qué os da por pensar a vosotr@s cuando se os "suelta" la mente?

viernes, 19 de julio de 2013

El dulce veneno de la escritura

"Un escritor nunca olvida la primera vez que acepta unas monedas o un elogio a cambio de una historia. Nunca olvida la primera vez que siente el dulce veneno de la vanidad en la sangre y cree que, sin consigue que nadie descubra su falta de talento, el sueño de la literatura será capaz de poner techo sobre su cabeza, un plato caliente al final del día y lo que más anhela, su nombre impreso en un miserable pedazo de papel que seguramente vivirá más que él. Un escritor está condenado a recordar ese momento, porque para entonces ya está perdido y su alma tiene precio"
Carlos Ruiz Zafón. El juego del ángel.



¡Y qué cierto es! No pretendo ser escritora, o bueno sí, sí que lo pretendo pero no estoy segura de serlo. En todo caso estoy segura de no tener un gran talento aunque oye, por ahí se ve de todo publicado, y no todo bueno... Sin embargo, efectivamente una vez alguien me pagó unas monedas por mis letras y sí, lo reconozco, desde entonces mi alma está vendida. Es un dulce veneno sí, pero veneno al fin y al cabo, y es un veneno que te recorre las venas sin cesar. En ciertos momentos con mayor intensidad que en otros, cada instante de nuestras vidas es distinto lógicamente. Y precisamente ahora, lo reconozco, el veneno me corroe. No sé si algún día este esquivo sueño será capaz de pagar mis gastos o eso ya es soñar demasiado, pero creo que ya nunca seré capaz de dejar de intentarlo. 

domingo, 23 de junio de 2013

De pelis infantiles, de monstruos y de brillantes equipos

Después de sufrir una aplastante derrota en la bolera frente a nuestros hijos, maridín y yo hemos decidido premiarnos con una peli infantil. Sí, sí, premiarnos nosotros, habéis leído bien. Los niños se lo han pasado pipa por supuesto, pero si yo he sido siempre fan fatal de los dibus, desde que Pixar despegó a lo grande con Toy Story, estoy deseando que saquen la peli de turno para llevar a mis niños. Creo que nadie puede negar que Pixar nos ha obligado a ver el cine infantil de otra manera. Sus pelis, sin dejar de ser divertidísimas para los peques, tienen siempre un algo especial que las hacen interesantes para los adultos. También son especialistas en cargarse eso tan manido de que "segundas partes nunca fueron buenas": la saga de Toy Story es genial (pasaremos por alto la ida de olla de Cars 2) La precuela de una PELÍCULA, así con mayúsculas como Monsters podía dar cierto miedo, sin embargo.


Pues bien, fuera miedos. Desde el punto de vista infantil es divertidísima, con dos o tres de esos momentos en que las carcajadas de tu hijo, sentado justo al lado, no te dejan oir la peli. Y desde el punto de vista adulto, bueno, no es ningún tema súper original, pero como coaching personal no tiene precio y como curso de gestión de equipos no le vendría mal a más de uno que he conocido yo en mi vida laboral. Cómo sacar lo mejor de tu equipo, por muy malo que parezca. Por qué el trabajo en equipo (pero de verdad) es mucho más rentable que la suma de trabajos individuales. La importancia de valorar correctamente a cada persona, y a uno mismo. Porque es verdad que con esfuerzo y tesón se pueden lograr muchas cosas, que no hay que rendirse cuando se desea algo, pero no deja de ser cierto que todos no valemos para las mismas cosas y a veces es mejor reorientar nuestro camino que empecinarnos en conseguir algo para lo que, por mucho que nos esforcemos, lo cierto es que no valemos. La importancia pues de autoanalizarnos con objetividad, conocer por supuesto nuestros puntos fuertes, pero también nuestras debilidades, que las tenemos, y ya se sabe, regla número 1: conoce a tu enemigo. Y conocer de igual modo a nuestro equipo, si lo tenemos.

Alguien a quien he conocido hace poco twiteaba que "Básicamente liderar es rodearte de personas mejores que tú y trabajar duro para estar a su altura. "   La frasecita de marras me dio que pensar. No estoy cien por cien de acuerdo con ella pero aún con todo me gusta. Me gusta la perspectiva de no tener miedo a tener gente mejor que tú en tu equipo, tan alejada de esa tendencia al parecer tan nuestra de rodearte de mediocres para que no te hagan sombra (brillante estrategia, sí, así nos va) Sin embargo, para mí liderar es sobre todo conocer muy bien a los miembros de tu equipo, procurar que sean muy distintos entre sí, buscar cómo aprovechar las sinergias entre ellos, cómo ayudarles a sacar lo mejor de sí mismos, individualmente y en conjunto. Yo creo que lo que mejor muestra Monstruos University es cómo uniendo a dos personas (o más) que no son demasiado buenas en lo suyo puedes conseguir un equipo de auténtico lujo. Así que quizás no haga falta rodearte de gente muy brillante. Todos somos especialmente buenos en algo, lo difícil es encontrar ese algo y potenciarlo. Y más aún combinarlo con lo que hace especialmente bueno al de al lado. Ah, ya, nadie dijo que crear un súper equipo fuera fácil...

Pero me estoy yendo del tema, o no, no sé muy bien cuál era el tema de este blog... ¿las pelis de dibujos? ¡qué distintas unas de otras, ¿no?! La evolución de Disney, con todo lo que la factoría supuso en sus inicios, la entrada de Pixar en el mercado, con su tecnología punta pero sobre todo con su filosofía tan propia. En fin, que me encantan los dibujos animados y para mí es un auténtico placer llevar a mis hijos al cine. Por supuesto no todas las pelis valen lo que cuestan pero por suerte tenemos auténticas joyas también en esta categoría del séptimo arte. ¿No os parece? ¿Alguien en la sala piensa que los dibujos animados son sólo para niños? 

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Estados alterados

Venía yo hoy pensando que sin falta tenía que actualizar este pobre blog. Y venía pensando también en el profundo agujero sin fondo en que se ha convertido últimamente mi cerebro. Nada, ninguna idea razonable sobre la que escribir. Y en éstas que reviso actualizaciones recientes y me encuentro con el melodramático e incitante post de Eva. Y digo incitante porque me han entrado unas ganas locas de ponerme dramática yo también. Sí, sí, justo con ese gesto de la mano en la frente... pero sobre todo me ha recordado por qué no puedo vivir sin libros (éso y la insoportable cantidad de tiempo que hace que no voy al teatro), y es que leer es sumergirse en otros mundos, en otras vidas, y sea mejor o peor el libro, raro es el que no consigue transportarte por unas horas, hacerte reir, temer, alegrarte o sufrir y sí, ¿por qué no decirlo? dotar de cierto dramatismo a nuestras rutinarias vidas.



Sin embargo, a raíz de las turbulencias creadas por la maternidad, pasé un tiempo sin poder dedicarme demasiado a la lectura. Ahora ya, con los dos niños en horario escolar razonable y con una cierta libertad horaria que ya no me haría ninguna gracia abandonar, he podido recuperar el placer de sumergirme, durante largas horas o intensos minutos, según se de el día, en dramas o aventuras ajenas. De hecho hace días ya que venía pensando en añadir una pequeña nota en el lateral en la que reflejar mis actuales lecturas y bueno, ahí mismo la tenéis. Pero aprovecho y, a falta de idea mejor con la que rellenar este post, hablemos de mis últimas aventuras literarias:

- Millenium. Sólo la primera parte. Me pareció tan mala que, a pesar de que debo reconocer que la historia me enganchó, no he tenido mayor interés en leer la continuación. Renueva mi convencimiento de que yo también puedo publicar.

- Réquiem. Ya os hablé de él. Es la tercera parte de la trilogía de David Lozano. Novela juvenil. Bien escrita, buena historia (imprescindible haber leído las dos primeras, claro), mantiene bien el ritmo y consigue un final más que digno, lo que no era fácil visto el jardín en el que se había ido metiendo a lo largo de las tres novelas. Bastante mejor que Millenium. Renueva mi convencimiento de que con un poco de constancia yo también podría escribir.

- La isla bajo el mar. Simplemente brillante, como de costumbre en Isabel Allende. Renueva mi convencimiento de que yo jamás seré una escritora de verdad.



jueves, 12 de noviembre de 2009

Publicidad encubierta

O descubierta, puesto que lo anuncio a bombo y platillo hasta en el título, pero es que me ocurren dos cosas (o más) me acabo de dar cuenta de que llevo demasiados días sin escribir y ¡eso no puede ser!, a continuación me he dado cuenta de que no tenía ni idea de sobre qué escribir, ¡desastre total! así que pensando, pensando, he caído en contaros que esta noche, pasmaros todas, ¡voy a tener vida social! no, no, no me miréis así, que de verdad que lo mío es de pena. Desde que soy madre mi agenda privada le daría pena a cualquier ermitaño. El caso es que sí, mira, esta noche estoy invitada a la presentación de un libro (y ahora que caigo, mañana tengo otro acto interesante... madre mía, ¡qué overdose!)

A lo que iba, que aprovecho la circunstancia para hacerle publicidad a mi (fardemos un poco) "amigo" David Lozano, a quien quizás conozcáis por haber sido en 2006 el ganador del premio de literatura juvenil Gran Angular por su libro "Donde surgen las sombras", o quizás más bien por su famosa trilogía "La Puerta Oscura", de la que esta noche se presenta la tercera y última novela: "Réquiem"



En realidad es amigo de mi marido, pero bueno, ya sabéis, por mimetismo me lo acoplo, aunque os confesaré que guardo con él una cierta ambivalencia... es un chico majísimo, escribe fenomenal, y lo que le queda, porque viendo la progresión que ha llevado, y la que promete, hacedme caso, este chico dará que hablar. Me encanta sobre todo esta última trilogía y hasta ha conseguido que YO me compre todos los días el Heraldo de Aragón para seguir su relato por entregas, pero no puedo evitar cierta envidia (todo lo sana que ésta puede ser, pero envidia al fin y al cabo) porque ¡está viviendo mis sueños! joooooo, ¡yo también quiero poder vivir del cuento como él!

En fin, que esta noche tenemos presentación nada menos que en el Palacio de Sástago, edificio que de siempre me ha fascinado y estoy como niña con zapatos nuevos. Lo que hace la falta de vida social, ¿eh? la presentación de una novela juvenil y yo como si estuviera invitada a los premios Planeta... ays... qué vida tan aburrida la mía...

miércoles, 12 de agosto de 2009

Operación michelín

Sí, sí, lo habéis leído bien. Yo este año en vez de a la operación bikini me he apuntado a la operación michelín. ¡Qué barbaridad! qué mal me está sentando a mí el verano... y estos días en el pueblo ya ni os cuento... se me ha ocurrido esta mañana pesarme y hasta la báscula se ha cachondeado de mí. No sé qué le ha pasado pero las tres primeras veces que me he subido el peso oscilaba entre los 130 y los 140 kilos y hombre, vale que he cogido algo de peso estos días pero ¡os aseguro que no tanto! Al final ya se ha centrado y me ha dado un peso con sentido. Una barbaridad igualmente, pero algo lógico dados los excesos de estos días. Así que ahora sí, empiezo, y muy en serio (sí, ya sé que esto es el cuento de nunca acabar) mi operación bikini pero para el verano que viene. Los propósitos del nuevo "curso", ya sabéis: dieta, ejercicio... vamos, el rollo de siempre, a ver cuánto me dura esta vez...

Os doy más detalles para que os riais un rato a mi costa (os dejo, no os privéis):

1. Me he comprado un producto de estos que supuestamente ayudan a adelgazar. No me creo ni la mitad de lo que pone pero al menos este no era muy caro, a lo que sí me he negado es a pagar una barbaridad para nada. Ya que creo que su efecto es más psicológico que otra cosa, al menos que no me cueste mucho. Estuve informándome sobre las pastillitas famosas del Allí (mitad de dosis del famoso Xenical) pero según los estudios que realizaron sólo se mostraron eficaces en personas con un IMC (índice de masa corporal) igual o superior a 28 y el mío está por debajo así que nada.

2. Ya me he informado de los precios de los abonos anuales de las piscinas municipales para recuperar esa buena costumbre que tenía yo de ir a nadar dos o tres veces por semana (no puedo comprarlo hasta el 8 de septiembre pero hasta me lo he anotado en la agenda, esta vez voy en serio... ejem...)

3. Y el más divertido de todos viniendo de mí. Estoy buscando tablas de gimnasia para realizar en casa y, ahora viene lo mejor, ¡cómo empezar a correr! yo... correr... si no tengo fuelle ni para correr 20 metros... pero bueno, precisamente de eso se trata, de empezar poquito a poco, ¿no?

Vamos, que de buenos propósitos está lleno el mundo... a ver si esta vez consigo que no se queden en eso.

domingo, 29 de marzo de 2009

El síndrome Superwoman



Ya está, ya me ha dado... yo que siempre me había creído inmune a él... es más, recuerdo hasta haber escrito una entrada en los blogs de Terra sobre ello...

Y es que no aprendo... si es que no puedo hablar... dije que no quería hijos, y tengo dos. Dije que no pensaba casarme NUNCA, y me casé dos veces... así que supongo que ahora el síndrome me pillará por partida doble también, claro... que no aprendo...

¿Y por qué me habrá dado ahora a mí por querer abarcar más en todas las áreas de mi vida? dichoso equilibrio... cada vez está un poquito más arriba...

Y dichosos cambios de tiempo, que está claro que me sientan fatal. Por no hablar del cambio de hora... ¿y eso de que haya vuelto el invierno de golpe? bueno, esto casi me viene bien, lo de volver a abrigarse más y eso... ná, por el michelín este que tengo aquí instalado, que así me da un poquito más de tiempo de hacerlo bajar... sniff...

No os doy más la tabarra, que ando yo muy tontina ultimamente...

Seguidores