Bienvenidos a bordo

y gracias por acompañarme en este largo viaje sin retorno que es el de la maternidad. Me río yo de las peripecias de Ulises y de la paciencia de Penélope. Me río de los 12 trabajos de Hércules... ser madre sí es toda una aventura, a veces desesperante, casi siempre agotadora... pero siempre, siempre, siempre ¡tan gratificante! ¿queréis compartirla con mi familia?

viernes, 30 de octubre de 2009

El hábito no hace al monje... pero ayuda

¿No os ha ocurrido nunca que un determinado traje os hace sentir distintas? antes de que me tachéis de loca, os aclaro que hablamos por supuesto de matices. Nos cuesta muchos años forjarnos nuestra personalidad (de hecho no terminamos nunca, afortunadamente) como para que un traje u otro nos los trastoquen todo. Pero sí estoy convencida de que la ropa que llevemos en cada momento tiene cierta influencia.

Me viene a la cabeza un artículo del XL Semanal de este domingo sobre el sacerdote Isidoro Macías, también conocido como el "padre patera" en el que comentaba lo siguiente sobre su hábito: "voy vestido así a casi todas partes. Me ayuda interiormente. El hábito y la cruz te aportan fuerzas, no te dejan rendirte ante las adversidades"

Yo nunca he llevado hábito, claro. Desconozco sus efectos, pero sí he llevado trajes de chaqueta, y ¿sabéis? no me siento igual con uno que con otro. Un buen traje, de cierta calidad, acompañado de los zapatos adecuados, me hace sentir más segura de mí misma, hasta más poderosa (hablamos de precios razonables, el día que me enfundé en un Armani supongo que me sentiré la reina del mundo pero por ahora eso me queda algo lejos)



Y no me malinterpretéis, no es que necesite un buen traje para sentirme segura, y por supuesto si no es algo que llevas dentro, ni el mejor corte, ni la mejor tela, ni los mejores zapatos serían capaces de darte seguridad. Hablamos de matices, insisto. Pero sí, me siento distinta con un traje o con otro, incluso me siento distinta vestida de rojo o de gris, de blanco o de negro, con unos zapatos o con otros (curioso también el poder de un tacón adecuado, sobre todo cuando no se llega al metro sesenta, como es mi caso), me enfrento de otra manera a mi interlocutor (y por supuesto también afecta el traje que lleve él/ella).

Ésto por el lado, digamos profesional, pero ¿qué me decís del deportivo? Está claro que cada deporte tiene su indumentaria y como de eso sé más bien poco, no me meteré en la más adecuada para cada uno. Pero sí me ocurre algo. Si desde el principio de la mañana me planteo que voy a ir a nadar y me visto de forma más deportiva (valen unos vaqueros y una camiseta) y ni siquiera me maquillo, he comprobado que tengo muchas más opciones de cumplir mi buen propósito que si, por el motivo que sea, ese día tengo que arreglarme más. En ese caso, mis posibilidades de acabar yendo a la piscina son pequeñísimas. Y ¿por qué? si total allí me tengo que cambiar y ponerme el bañador de todas formas... pues por lo mismo, por el efecto de la ropa en mí. Creo que ya todos habéis ido observando que yo no es que sea muy deportista que digamos: me gusta nadar (un rato) pero estoy muy lejos de estar enganchada a ningún tipo de deporte así que me cuesta un relativo esfuerzo ponerme con ello, esfuerzo que es mucho menor si voy vestida y calzada de sport. Será tontería, pero me siento más deportista, más sana, más natural, más lo que sea...

Y ahora decidme, ¿es grave? no, venga, en serio, no me digáis que a vosotr@s no os afecta de alguna manera la ropa que lleváis. Nadie puede sentirse igual con un fabuloso vestido de fiesta que con el chándal, con un impecable traje súper profesional que con un suéter escotado... no puede ser, cada indumentaria tiene su momento y su estado de ánimo. ¿No estáis de acuerdo? contadme, ¿tenéis algún conjunto con el que os sintáis especialmente distintas?

miércoles, 28 de octubre de 2009

Treintaytantos

No, no voy a hablaros de aquélla mítica serie de nuestra tierna juventud... aunque sí que me remontaré un poco a aquélla época. Ya entonces se oía con cierta frecuencia eso de las mujeres en la treintena estamos en nuestro mejor momento. Sí, claro, pensaba yo con mis esplendorosos diecitantos. Pero ¿sabéis algo? ¡es cierto! Vale, entonces estaba mucho más mona. Pesaba x kilos menos (donde x es una variable indespejable, de verdad, no lo intentéis... ¡ni se os ocurra!) ejem, bueno, volviendo al tema. Que sí, que con mis diecitantos y veintipocos estaba más mona que ahora, no diré que no, y como además tenía mucho más tiempo también me cuidaba muchísimo. Recuerdo una vez en la piscina con una amiga. Estábamos leyendo alguna revista femenina y venía un artículo con trucos de belleza. ¡Los conocía todos y usaba la mayoría!. Ay, qué tiempos aquéllos, y eso que ahora que he recuperado una parte de mi vida privada vuelvo a cuidarme algo más...

Pero os contaré otro par de anécdotas: Debía yo tener 18 añitos y ese año se llevaban mucho los leggings (sí, todo vuelve tarde o temprano) A mí me gustaban pero me recuerdo perfectamente en el probador de la tienda mirándome y remirándome al espejo. Madre mía si tuviera ahora ese vientre plano que tenía entonces... planito, planito, de verdad, qué gusto... y sin embargo no me los compré porque me veía los muslos gordos. Ahora, con mis x kilos más salgo a correr a la calle con mis mallas (eso sí, negras, tampoco hay que tentar a la suerte) y tan ancha.

Otra: el otro día estaba en la piscina (¿veis? de paso os voy metiendo con calzador que estoy haciendo deporte, como prometí, jajajaja) y me dí cuenta de otra cosa. Bueno, en los vestuarios de las piscinas, ya sabéis, se ve de todo. Mujeres jóvenes, mayores, delgadísimas, gordísimas, musculadas, arrugadas... y lo cierto es que, al menos en esta piscina, aunque hay una considerable cantidad de cabinas cerradas casi siempre están vacías. Muy pocas mujeres pierden el tiempo en meterse en una de ellas cuando resulta mucho más práctico usar los bancos centrales, donde además hay mucho más espacio para moverse y dejar las cosas. Pues me dí cuenta de algo. A mis esplendorosos 18, con mis x kilos menos y desde luego sin rastro alguno de embarazos ni lactancias en mi cuerpo, yo usaba esas cabinas cerradas para cambiarme. A mis 35 sin embargo, con mi barriguita, mis eternos muslos gruesos, y dos embarazos a mis espaldas, no solo me cambio fuera sino que me paseo tan ricamente totalmente desnuda de los bancos a la ducha. ¿Contenta con mi cuerpo? bueno, no os diré que no me gustaría mejorar algunas cosas (vale, unas cuantas) pero sí es cierto que ahora me encuentro cómoda en mi piel. Lo que no es incompatible con estar a dieta y hacer ejercicio. Querer mejorar siempre es bueno (si no lleva a los extremos, claro) pero es verdad que con la confianza que te dan los treintatantos me siento mucho más a gusto conmigo misma y a eso es a lo que refiere la famosa expresión, claro.



Supongo que no es sólo cuestión de edad, también influye el desarrollo que haya seguido tu vida, que estés satisfecha con ella, que tengas una estabilidad sentimental... pero se supone que son todas cosas que consigues a partir de los treinta. A los 18, a punto de comenzar la universidad, me iba a comer el mundo. A los 28 el mundo ya se me había comido a mí. A partir de ahí empiezas a tratar de reequilibrar y hoy en día, espero que a mis 38 haya conseguido llegar a un acuerdo razonable con el mundo para disfrutarnos mutuamente, una especie de pacto de no agresión, vaya. Estoy en ello...

El caso es que sí, las mujeres a los treintatantos (y últimamente ya se oye decir lo mismo de los cuarentaytantos) estamos en nuestro mejor momento porque lo que hayamos podido perder en físico lo hemos ganado de sobras en experiencia, madurez y sobre todo seguridad en nosotras mismas y creedme, éso resulta mucho más atractivo que un simple cuerpo bonito.

Y no soy la única que lo piensa. Hace poco hablando con dos ex compañeros de trabajo se produjo una situación curiosa. Hablando de jovencitas yo aseguraba que donde esté una mujer de 35 (barriendo para casa, claro) que se quiten las demás. Y me sorprendió uno de ellos afirmando que "¿35? pues ya sólo te faltan cinco años para estar perfecta" Vale, él tampoco es un quinceañero precisamente, y además es de natural adulador, pero la reflexión es para tomarla en cuenta, ¿no os parece? (y me sé de una que se pondrá muy contenta con el comentario)

En cualquier caso, se tenga la edad que se tenga, que cada una tiene su encanto, indudablemente, lo importante es siempre sentirse bien consigo misma (bien dans sa peau que dicen mis amigos franceses)Eso siempre proyecta cierto atractivo. Se tengan 20, 40 o 90 años. Lamentablemente también es algo más difícil que aplicarse una crema todas las mañanas.

miércoles, 21 de octubre de 2009

¡Soy mayor!

La frase comodín de Guille últimamente. Todo quiere hacerlo él sólo, no quiere babero porque "¡no me mancho!" y de vez en cuando estalla en carcajadas sin venir a cuento con un "Teeeeteee nooooooo". La respuesta correcta es: "noooooo, el tete es de beeeebeeees" y él "¡tete de bebes!" Vale, será amor de madre, pero no me digáis que no es rico... hmmmm, esto me recuerda una viñeta de Maitena.

Cada día estoy peor...

Pero, babeos maternos aparte, es cierto que es increíble ver cómo crecen estos pequeñajos, como se hacen cada vez más autónomos. A la vez, tienes momentos en que se van al otro extremo, como cuando se me sube encima diciendo que es un bebé y se deja acunar y hacer cosquillas. Más valdrá aprovechar bien estos momentos, ¿verdad? en unos pocos años esquivará cualquier intento de beso o achuchón. Estoy de un topiquero que asusto, lo sé, pero ¡qué rápido pasa el tiempo! antes de que me dé cuenta estaré lidiando con dos preadolescentes enervantes. Y a veces tengo la sensación de estar perdiéndomelo todo, ¿sabéis? de no disfrutar lo suficiente de mis hijos, de no jugar bastante con ellos, o al menos no prestándoles toda la atención que debería.

Quizás debería incluir todo esto en mi lista de buenos propósitos.

lunes, 19 de octubre de 2009

sos

Ay, madre, me he quedado sin conexión a Internet en casa, por motivos que desconozco, y parezco un pez fuera del agua. Y menos mal que en su momento una amable vendedora me convenció de ponerme la conexión en el móvil que mira, no será lo más cómodo (no esperéis un post muy largo) pero para una urgencia... (y lo que no son urgencias, la verdad, nunca pensé que lo usaría tanto)

Y esto me hace enlazar con una serie de pensamientos encadenados que he tenido últimamente. Pequeñas cosas, ¿sabéis? El otro día por ejemplo estaba llenando un cubo de agua para fregar y me di cuenta de dos cosas: la primera de lo extremadamente afortunada que era por abrir un grifo y que de él saliera agua, así, sin más; y la segunda de que por poco que me gusten las labores domésticas, y mira que ne gustan poco, de nuevo debía sentirme afortunada por tener una bonita casa que mantener limpia y ordenada.. Demasiada gente no puede decir lo mismo.

Pensamientos de este tipo me están viniendo mucho a la cabeza últimamente, por eso, cuando de repente me encuentro perdida sin internet (y ni siquiera eso puesto que tengo esta otra conexión a mi disposición) no sé si sentirme estúpida, egoísta, frívola, o simplemente humana porque, seamos francos, más o menos comprometidos con mil y una causas, más o menos concienciados, al final lo que de verdad nos afecta y nos mueve a todos (salvo honrosas excepciones, que haberlas haylas) son nuestras pequeñas o grandes, importantes o ridículas, graves o leves miserias cotidianas. . N'est ce pas?

viernes, 16 de octubre de 2009

De boicots


El primero de todos el autoboicot a mi dieta, pero ese casi lo pasaremos por alto que total, estamos en Pilares, acabo de preparar una moussaka absolutamente pecaminosa (en varios sentidos, otro día os cuento la receta) y os juro por Snoopy (por lo menos) que el lunes que viene recupero la más estricta de las dietas y vuelvo a hacer ejercicio. De verdad de la buena...

Pero no venía yo a ésto... venía a anunciaros que con gran pesar de mi corazón (ejem) he decidido no comprar nunca nada de Ralph Lauren, ni peor aún, de Chanel (ejem, ejem) Va a ser difícil, ¿eh? Ahora hablando en serio, ¿os habéis enterado de la pesadilla de la modelo delgadísima a la que Ralph Lauren despidió por estar demasiado gorda?


A la derecha ella al natural (¿a alguien le parece gorda?) A la izquierda ella misma previo paso por photoshop, más al gusto de Mr. Lauren. Motivo más que suficiente para boicotearle, ¿no? y no es que vaya a notar lo más mínimo el hombre que yo no le compre, pero sirva al menos como declaración de intenciones.

Y para rematar, a Herr Lagerfeld, alma mater de Chanel, no se le ocurre otra cosa que asegurar que él no hace tallas mayores de la 38 porque no diseña para mujeres con sobrepeso... a este hombre se le fue la pinza hace ya muchos años. No tengo suficientes conocimiento sobre alta costura para juzgar su trabajo en Chanel pero yo diría que la gran Coco, la que luchó por liberar a la mujer de la tiranía del corsé, no habría estado de acuerdo, ¿qué pensáis? Tampoco es que este boicot tenga mucho mérito, ya me gustaría a mí poder permitirme vestir de Chanel, pero queda dicho igualmente. ¿Algún día volverán las mujeres con curvas? al mundo de la moda, quiero decir... en el mundo real conozco a pocos hombres a quienes les gusten los esqueletos por muy exquisitamente vestidos que vayan. Y dicho sea de paso, tampoco puedo entender cómo estas imágenes pueden incitar a la anorexia. ¿De verdad alguien, por muy trastornad@ que esté puede querer parecerse a éso? me refiero por supuesto a la imagen retocada, pero también a algunas de las modelos palo de escoba huesudo que se ven en pasarela.

Supongo que sí... misterios...

lunes, 12 de octubre de 2009

La Pilarica

De fiestas andamos por Zaragoza, y como es costumbre en mi casa, hemos huido el fin de semana grande. Demasiado follón para nosotros, tiempo tendremos de quedarnos cuando los niños sean más mayores y quieran fiesta, fiesta, fiesta...

En cualquier caso, no podíamos dejar de venir a tiempo para la comida familiar en casa de mis padres (mi madre es Pilar, como lo era mi abuela así que la tradición viene de largo). Después de la comida, paseíto hasta la plaza del Pilar a ver el manto de flores de la virgen y un ratito las jotas, que me han salido los niños baturricos hasta la médula. A Sofía le encantan, pero es que había que ver a Guille, subido a mis hombros, repitiendo palabras sueltas de la jota con los brazos en jarras... un cuadro.

Pero para mi gusto lo mejor del fin de semana ha sido la escapada a Bezas, el pueblito del que ya os he hablado otras veces. Para mí, que soy más de ciudad que el Corte Inglés, estos fines de semana rurales son todo un descubrimiento. Empezamos por lo típico de la temporada: coger rebollones (sería más apropiado decir buscar, pero bueno, alguno encontramos). Sofía, con su impecable sentido práctico, enseguida decidió que ella se dedicaría a buscar piñas. No, si tonta no es la niña, a ver... las piñas las tienes por todas partes y bien a la vista (y encima van fenomenal para la estufa) y los rebollones no están escondidos ni nada... ya hizo bien, ya... Esa misma tarde, recogida de nueces y membrillos (mermelada en preparación, ya os contaré)

El domingo por la mañana, excursión. No conocíamos las cascadas de Calicanto, en Tormón, así que para allá que nos fuimos.

Y nos gustó, nos gustó mucho... en el bar del pueblo, donde nos atendieron estupendamente, pudimos descubrir algunas de las opciones de excursiones que ofrece Tormón, así que decidimos volver, aunque quizás con los niños algo más mayores, porque todo hay que decirlo, se portaron como campeones, sobre todo Sofía, que es la menos dada a caminar por el monte y se hizo la excursión enterita (era corta), incluído cruzar por un "puentecito" de tablas y troncos que no era nada fácil, la verdad.

Pero yo iba con una idea fija en mente, el recuerdo de la mermelada de moras del año pasado (y la sugerencia del licor de moras de Mari Luz) así que frente a todos que me decían que ya no había moras, yo me empeñé en que sí, y sí, claro... cierto es que la mayoría estaban ya secas pero yo recordaba haber visto el día anterior algunas en perfecto estado al ladito del río así que me emperré y me emperré y al final fuimos a por moras (mermelada también en preparación, pero ya os conté la receta, no la voy a repetir) Siguiendo las instrucciones de Mari Luz también llené un cuarto de botella con moras y la completé con anis dulce. Ahí está también, siguiendo su proceso, a ver qué tal sale el invento.

Y eso es todo, por ahora... aún nos queda toda una semana de fiestas en las que procuraremos llevar a los niños a todas las actividades infantiles que podamos, que haberlas hay unas cuantas, pero a ver cómo nos apañamos. Por lo demás, mañana tiene que llevar Guille a la guardería su cachirulo y una flor (hacen una especie de ofrenda). Sofía como no tiene cole hasta el jueves, pues de momento nada pero ya está deseando ir a contar todo lo que ha hecho el fin de semana.




domingo, 4 de octubre de 2009

Chica Maitena


Hmmm... no termino de decidirme, creo que últimamente me identifico con todas y con ninguna a la vez. En cualquier caso, de lo que no hay duda es de que me he vuelto un prototipo de chica Maitena. Esta misma tarde oscilaba entre apuntarme a tai-chi y comprarme un bonsai, que he oído en el telediario que es de lo más relajante (???)

Decisiones trascendentales aparte, lo cierto es que nunca me he caracterizado por mi santa paciencia precisamente, pero últimamente ando más alterada de lo normal. Cierto que por una parte me encontraba bastante cansada, lo que ya estoy resolviendo con un complejo vitamínico, pero éso no lo explica todo. Malas contestaciones, nervios, salidas de tono... vale, estoy pintando un cuadro quizás exagerado, pero si le preguntáis a mi marido seguro que os dice que de eso nada, que hasta me quedo corta (sí, ellos también exageran) No, es cierto... hoy mismo hasta Sofía me ha dicho "no te pongas nerviosa mamá" y hace unos días, se le lió un poco la frase pero estaba clarísimo el sentido de su "mamá, no tengas tanta paciencia" Vaya, que hasta mi hija de cuatro años me da lecciones zen.

A ver si va a ser por eso por lo que no me han salido a mí bien los croissants. ¿Creéis que las emociones se reflejan en la cocina? ¿se podrán leer los estados de ánimo en el estado de la comida? porque si es así, yo debo sentirme muuuuuuyyyyyyy pesada... no, por nada... es que por no consultar otra vez la receta lo he hecho de memoria, y yo es que parezco nueva, vaya, que ir a fiarme de mi memoria es tan prudente como pedirle a un pirómano que te guarde la colección de zippos. Total, que la cantidad de harina no debía ser esa... no, decididamente no es normal que cada croissant pese media tonelada. Y que yo recuerde los de verdad quedan así como ligeritos, ¿no? los míos tienen una consistencia de hormigón, aproximadamente. Sí, vale, vuelvo a exagerar, pero no tanto, no creáis... en fin, volveremos a intentarlo, con receta, y en estado más armónico.

Tendré que pensarme lo del Tai-Chi. Aunque, como si no me conociera... anda que me iba a durar a mí mucho... no, mejor pensaremos en alguna otra manera de relajar los ánimos, ¿ideas?

Seguidores