Bienvenidos a bordo

y gracias por acompañarme en este largo viaje sin retorno que es el de la maternidad. Me río yo de las peripecias de Ulises y de la paciencia de Penélope. Me río de los 12 trabajos de Hércules... ser madre sí es toda una aventura, a veces desesperante, casi siempre agotadora... pero siempre, siempre, siempre ¡tan gratificante! ¿queréis compartirla con mi familia?

jueves, 25 de febrero de 2010

Caja de sorpresas

Estaba yo viendo el hormiguero y os confieso que voy de sorpresa en sorpresa. Por si no lo habéis visto, está como invitado David Bustamente y hombre, difícil tampoco es que me sorprenda este hombre, básicamente porque no sé casi nada de él: que era albañil hasta que fue al primer Operación Triunfo, donde lloró mucho, que quedó en buena posición y después ha seguido cantando con razonable éxito. Ah, y tenía la vaga sensación de que había tenido una niña recientemente. Hasta ahí llegaban mis vastos conocimientos.

Así que empiezo a ver la entrevista sin demasiado interés, pensando de hecho en que debería actualizar el blog y medio le presto atención cuando cuenta sus peripecias por Miami, despierta mi interés (una madre es una madre) cuando habla de la canción que compuso para su hija, pero cuando me sorprende del todo es cuando se pone a hacer equilibrios con una escoba y una silla. Vaya tontería, ¿no? pues sí, seguramente, pero ahí está la gracia de estas cosas. En este caso apenas sé nada de él pero lo que de verdad me gusta es cuando conoces, o crees conocer bien a una persona y de repente te deja patidifusa con algo que jamás habrías esperado de ella.

Me gusta ese puntito inesperado que un día por sorpresa descubres en alguien. Tenemos una molesta tendencia a encasillar a la gente, ¿verdad? nos fijamos en sus rasgos más habituales, o los que solemos ver en nuestro ámbito y cuando se salen de ahí se nos rompen los esquemas. Para mí cuanto más chocante sea el descubrimiento mejor. Me encanta que me fuercen a romper mis esquemas, me recuerda que nunca se puede encasillar a nadie, ni por lo que creemos saber de él, ni mucho menos por su aspecto.

¿Me contáis alguna de vuestras mayores sorpresas?


vale, la imagen no tiene que ver realmente con el contenido del blog pero no he podido resistirme a ponerla...

lunes, 22 de febrero de 2010

Cosas de la conciliación

Difilicilla ya es, no creo que nadie pueda decir lo contrario, pero como casi todo, vale más tomársela con humor que hacer un drama de ella. Y lo de ser tu propio jefe tiene sus ventajas, no digo que no, pero también es más complicado separar. Ayer mismo (domingo sí) batí mi propio record de simultanear tareas. En poco más de media hora metí a los niños en la bañera, recogí el friegaplatos ya terminado, preparé la patata, el calabacín y la cebolla para hacer una tortilla. Le pedí a maridín que me ayudara con la cena mientras yo ultimaba la oferta que debía presentarle a un potencial cliente esta misma mañana a primera hora y como se me lió recogiendo cosas, le puse la sartén al fuego con el aceite y me fui al ordenador. Cuando al rato me di cuenta de que lo tenía a mi lado, comentándome algo sobre el tamaño de la letra del presupuesto se me ocurrió preguntarle si me había puesto las verduras al fuego. Respuesta obvia: “nooooo” Así que le eché la bronca, volví a la cocina, me encontré el dichoso aceite humeando y con el cabreo puesto (y eso que los niños estaban jugando tranquilos en la bañera) tiré el aceite quemado (salpicándome de paso en la cara) y puse aceite nuevo y las verduras. Volví al ordenador y pidiéndole “amablemente” a maridín que se largara a donde yo no pudiera verlo terminé de simultanear el pochado de las verduras, la impresión de la oferta, el batido de los huevos, el vestido del niño, que no quería que su padre le pusiera ni el pañal ni el pijama porque todo lo tiene que hacer mamá, y la tortilla para la cena, intercalada con un cambio de pilas al Rayo Mac Queen parlanchín de Guille aunque sólo fuera para librarme del monocorde “no tiene pilas, no tiene pilas, no tiene pilas” de un niño a mis piernas pegado. Resultados:

- La oferta para el cliente bien, menos mal.
- La tortilla algo más turradita de lo normal pero sorprendentemente buena.
- El niño con pañal y pijama correctamente puestos.
- Mi mejilla izquierda con puntitos rojos que empezaban a inflamarse.
- Rayo Mac Queen corriendo y chillando por todo el salón “¡vamos a mover los guardabarros!”

Suerte que una ya tiene cierta experiencia en esto de las quemaduras por aceite de cocina (últimamente ilustran los informes sobre accidentes domésticos con mi foto) y en mi botiquín no falta una crema milagrosa para las quemaduras (Silvederma, por si algun@ más tiene cierta afición a sentir el ardor del aceite hirviendo sobre la piel) Convenientemente embadurnada y tratando de que no me viera mi marido por eso de no reconocer que, efectivamente me había quemado (al verme tirar de semejante genio el aceite ya me había dicho que “hala, que casi te quemas”), la piel se fue recuperando y, con un último toque de aloe vera antes de acostarme, la verdad es que hoy no queda apenas rastro del pequeño accidente.

Circunstancias particulares aparte, la verdad es que esto de la conciliación también deja imágenes curiosas. Os dejo con una de ellas y como dicen que una vale más que mil palabras, os invito a interpretarla y, si os animáis incluso a comentarla. ¿Qué os sugiere?

domingo, 21 de febrero de 2010

Diamonds are a girl's best friends

Os pido mil disculpas por la larga ausencia pero mi proyecto empresarial ha tomado forma por fin oficialmente y he llevado unas semanitas más bien movidas. A ver si consigo reorganizarme (otra vez) y puedo recuperar un ritmo más o menos normal de escritura.

Entre tanto, os cuento que para no perder mi manía de andar siempre equilibrando, el pasado fin de semana nos concedimos maridín y yo una escapadita (breve pero intensa) a un hotel con spa muy conocido por estos lares (fama bien merecida, por cierto, aunque a la cocina le falta un puntito). Hmmmm, reeeeeeeelaaaaaaaaaaxxxxxxx, pero ¡qué poco dura el pobre! en fin, que una escapadita de estas aunque sea de ciento a viento viene bien, ¿a que sí?

¿Y qué tiene que ver esto con los diamantes? pues nada, en realidad. Lo de los pedrusquitos me ha surgido esta mañana. Estábamos en familia, haciendo lo propio de un domingo por la mañana (cuando las criaturas lo permiten), o sea: ojear periódicos y suplementos varios. En un momento determinado Sofía, que estaba jugando con su hermano, se ha sentado también en el sofá, con la "Mujer hoy" en sus manos y porque sé positivamente que todavía no sabe leer que si no... el caso es que estaba ella tan tranquila hojeando su revista cuando de repente exclama "ooooooohhhhhh, ¡¡¡esto sí que es de princesas!!!" "¿qué habra visto?" he pensado yo... pues si habéis visto la revista quizás os hayáis fijado en una doble página plagadita de anillazos de diamantes (de los que no ponen ni el precio, claro) pues sí, sí, justo éso es lo que le ha llamado la atención a la Marilyn esta... ¿será posible? mira que había vestidos de novia y caprichitos varios en la revista... pues no, la niña ha dedicado sus mejores exclamaciones a la colección de anillos de diamantes...



Por si acaso, he pensado en hacer la "prueba del algodón" al final de la misma revista venían dos ejemplos de decoración de un salón, de lo más caro (diseño a partir de 7000 euros) a lo más barato (IKEA)¿Adivináis qué salón le ha gustado a mi princesita? estamos bien... tan pequeña y ya con esos gustos... otra millonaria vocacional que ha nacido en la familia equivocada...

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