Bienvenidos a bordo

y gracias por acompañarme en este largo viaje sin retorno que es el de la maternidad. Me río yo de las peripecias de Ulises y de la paciencia de Penélope. Me río de los 12 trabajos de Hércules... ser madre sí es toda una aventura, a veces desesperante, casi siempre agotadora... pero siempre, siempre, siempre ¡tan gratificante! ¿queréis compartirla con mi familia?

sábado, 30 de agosto de 2008

Cómo se quiere a un hijo

Ya, ya sé, es un tema muy manido... pero a pesar de que la versión más popular es que a un hijo se le quiere más que a nadie, he oído alguna vez a mujeres afirmar que no, que ellas quieren más a su pareja. ¿Vosotr@s qué pensáis? Es indudable que amores hay para todos los gustos. El amor a los padres, a los hermanos, a los abuelos, a los tíos, al resto de la familia, más lejana; el amor a nuestr@s amig@s... que en algunos casos puede hasta estar aderezado por ese "algo más"; el amor a nuestra pareja, más o menos pasional, más o menos salvaje, más o menos tranquilo, más o menos... más o menos.

Complejo este tema del amor, ¿verdad? hay tantos y tan variados. Amores que matan, amores que ríen, amores que lloran, amores que amargan... bien, bueno, dejando el "son de amores" de Andy y Lucas, sigamos con lo nuestro. El caso es que sí, aunque el de esta canción no tenga nada que ver, desde luego el amor a los hijos es de los que matan, ríen, lloran, amargan y mucho más. Porque es cierto, será lo más manido del mundo, pero como se quiere a un hijo no se quiere a nadie más. Y ya no entro en comparaciones cuantitativas. Yo quiero muchísimo a mis hijos y también a mi marido. No pretendo decidir a quién más. Me parecería un poco tonto. Indudablemente son amores distintos. Nada que ver una cosa con otra así que, ¿cómo equipararlos?

Pero sí es verdad que el amor a los hijos es algo distinto a todo lo demás. Dejando aparte esos momentos en que:

a) los estrangularíamos

b) nos iríamos "a comprar tabaco"

c) los venderíamos al mejor postor

(cosas que por supuestísimo que jamás haríamos, pero que tod@s hemos pensado alguna vez)

Pues eso, que dejando aparte esos momentos, ¿no os ha pasado alguna vez quedaros mirando a alguno de ellos y sentir que algo se te rompe dentro? a mi me pasa sobre todo cuando están dormiditos (esos momentos de paz que tanto se agradecen) También cuando se divierten entre ellos, cuando van cogiditos de la mano tan amigos, cuando se abrazan o se dan un beso. Pero sobre todo cuando están tranquilamente dormidos. Esa calma que desprenden es tan inspiradora... y en esos instantes no es que los quieras más, eso sería ridículo. Pero quizás el hecho de estar por fin relajada y tranquila te hace darte más cuenta, o disfrutarlo más, o simplemente ser consciente por unos segundos de la inmensidad de lo que sientes por ellos. Y por eso crece y crece dentro de tí y parece que vaya a romperte el pecho.
Y luego los niños crecen... y los problemas también... pero supongo que ese amor único que sentimos por ellos se mantiene intacto. ¿Cómo explicar si no tantas y tantas cosas? dejo el tema en el aire...

viernes, 22 de agosto de 2008

¿Qué tendrá el rosa?

Mira que yo he sido siempre anti-rosa para mi niña. Algunas ya lo sabéis, que me pone negra lo del azulito para niños y rosita para niñas y siempre me he resistido a vestir a Sofía de rosa, incluso de muy pequeñita (tampoco radical, que ha llevado de todo...) Y, a pesar de todo, desde hace unos meses va loca con todo lo que sea rosa y de princesas a ser posible.


¿Qué hace que las niñas a partir de los tres años se vuelvan rematadamente cursis? porque de más pequeñitos les llama la atención todo. Sofía siempre ha jugado con muñecas, coches, trenes... igual que Guille. Éste es más bien brutote, le van más los "juegos" de tirar y escacharrar cosas pero también le gusta llevar la sillita con el muñeco de su hermana (todo bien rosita, claro) y como enganche el muñeco pueden pasar dos cosas, o que lo estampe contra el suelo o que lo abrace y pegue su cara a la de él (siempre le ha gustado mucho que se lo hagamos a él así que supongo que ahora repite con el muñeco... estooooo, me refiero a lo pegar la mejilla, claro, no a estamparlo contra el suelo...)

Y no es que una cosa impida la otra. Sofía ahora tiene predilección por las cosas muy de chicas, muy rosas, muy princesas Disney, muy Hello Kitty... pero siguen gustándole los coches y los trenes y por supuesto todo tipo de juegos más, digamos neutros. Pintar, jugar con plastilina, los toboganes, columpios y demás...

Pero yo quería preguntaros hoy por ese extraño atractivo para las niñas del color rosa. Hombre, todos sabemos que cada color se asocia a unas sensaciones determinadas y el rosa es un color femenino por excelencia, pero también tierno, infantil, suave, tiene toda la fuerza del rojo pero suavizada por una mayor luminosidad. Evoca también la ingenuidad, la ausencia del mal, características indudablemente propias de la más tierna infancia, pero sin diferenciación entre niños y niñas en realidad. Entonces, ¿qué pasa? ¿que "la más tierna infancia" acaba en los tres años? ¡prefiero no pensarlo!

Lo que me resulta preocupante es que se está extendiendo ese culto al rosa. ¿Habéis visto el anuncio de ese móvil rosa de Hello Kitty? ¿quién se compra "eso"? una niña cuando empieza a llevar móvil ya se siente demasiado mayor como para llevar semejante cursilada... ¿y qué mujer adulta en su sano juicio llevaría un móvil así? Y lo peor es que estaba buscando la imagen para ponerosla y ¡me han salido varios modelos de móvil de Hello Kitty! y un ordenador portátil... (esta foto sí que os la pongo porque es lo más de lo más...) y un pedazo de coche rosa chicle (un audi nada menos, por no hablar del megamonstruo por excelencia, el hummer, que también parece tener su versión pink), un monopoly en versión rosa... varias consolas...
¿Pero qué tiene el rosa? ¿alguien lo sabe? con lo mal que me ha caído a mí siempre ese color...

viernes, 15 de agosto de 2008

Paris "en voiture"

O sea, París en coche... porque resultó ser el único sitio en el que los críos estaban tranquilos. Daba igual que se durmieran o no, iban como dos angelitos a bordo del Hyundai no sé cuántos que alquilamos. Creo que nunca había amortizado tanto un coche de alquiler...

Y el caso es que ver París desde el coche tuvo su gracia. Hasta ahora siempre había utilizado el metro y es fantástico, comodísimo... pero claro, entre un destino y otro no ves nada. Sin embargo en coche vas descubriendo rincones curiosos, edificios fantásticos, fuentes, estatuas... y hombre, conducir por París se las trae pero en Agosto siempre es más sencillo y mi marido la verdad es que se adaptó rápidamente a sus peculiaridades. Vamos, parisino de toda la vida él... cruces imposibles, pirulas a diestro y siniestro... llevábamos allí dos días y ya estaba protestando de que a ver qué hace aquél, que no tiene ni idea de por dónde va... ni que él se conociera la ciudad como la palma de su mano... eso sí, gran invento el GPS, ¿eh?

Pero bueno, además de coche algo más hicimos. Pudimos ver el Obelisco y las Tullerías. Cogimos un batobus, haciendo escala en Notre Dame (mi monumento favorito de París) pero no pudimos entrar. Yo no sé qué regalaban dentro que había una fila espectacular. Nunca lo había visto así... También pudimos ver los espectaculares jardines de Versalles (al segundo intento, la primera vez no hubo forma, estaba Guille impertinente a más no poder y ni quería andar, ni en brazos, ni silla ni nada...) en fin, que poco a poco y con grandes dosis de paciencia aún conseguimos ver cosillas...



Otro gran invento lo del aparthotel. La mayoría de las comidas las hicimos allí, con lo que mantienes mucho mejor el ritmo de los críos y el tipo de alimentación (sobre todo por Guille, a Sofía ya te la puedes llevar a comer a cualquier sitio) y de paso luego podíamos descansar un rato. Aunque ya os digo, hemos pasado tanto tiempo en el coche que tampoco es que nos hayamos cansado mucho que digamos. Y los peques se durmieron varias veces en el coche así que también descansaban allí.
Para nosotros lo mejor fue el día que dedicamos a visitar amigos (amigos/trabajo) Por la noche estuvimos cenando en casa de una clienta mía con la que me llevo muy bien y como salimos bastante tarde de allí los críos se quedaron fritos enseguida en el coche (como casi todos por allí viven en las afueras) Llegando a la ciudad a mi marido se le ocurrió aprovechar que estaban dormiditos para hacer un tour "Paris la nuit" y con ayuda de nuestro gran amigo el GPS hicimos un recorrido bastante completo de los principales monumentos y avenidas. Lo más espectacular, la torre Eiffel iluminada (pelín hortera para mi gusto pero desde luego llama la atención, eso sí)


Otra cosa que nos gustó bastante fue un paseíto matutino, con tres paradas en sendas zonas de juegos, por el canal de St. Martin.



Coincidimos con un barquito turístico así que pudimos ver en varias ocasiones el juego de compuertas y cambios de niveles en acción. Curioso.

En fin, que viajar con niños es indudablemente una experiencia distinta. Procuras ver lo típico de turista pero al final te conformas con lo que se puede y vas buscando alternativas que incluyan parques, zonas de juegos, o en nuestro caso, coche. Sorprendida me quedé de lo felices que iban en él. Era sentarlos y cerrar el pico los dos todo el trayecto, dormidos o no, corto o largo... estoy por mandar una carta de agradecimiento a la Hyundai... o a Europcar, que nos lo alquiló... o a las dos, ya puestos...


lunes, 4 de agosto de 2008

Sí, sí, sí... ¡nos vamos a París!

Aaaaaaahhhh, las vacaciones... esa época mágica en la que las familias se reencuentran y los divorcios aumentan...


Lo confieso. Mis vacaciones empezaron con el pie torcido. Yo empezaba ya el viernes 1. Mi marido trabajaba todavía esa día pero jornada continua así que a las 15:00 quedaba libre. ¿Libre? todavía no sé qué mosca le picó pero viernes tarde, sábado y domingo lo tuvimos de un rarito subido. Ojeando abogados matrimonialistas andaba yo... y lo que es peor... dejando volar la mente hacia otras épocas, otros lugares... y sí, por supuesto también otras personas. Sólo os cuento que el otro día hasta me salté a la torera mi regla de oro y ¡me fui a la cama enfadada!


Pero mi cabeza, por muy libre que vuele, acaba volviendo siempre al mismo punto. Al hombre con quien, por muchas cosas, y a pesar de otras tantas, quiero envejecer; a esos dos angelitos/diablillos que me traen loca en todos los sentidos; a la familia en general, que cada día es un poquito más importante para mí.


En cualquier caso, hay algo que nunca falla y es que "tras la tormenta siempre llega la calma" Hoy la calma ha vuelto a mi hogar. A maridín se le ha pasado la rareza y yo me he vuelto majara toda la mañana preparando las maletas para el esperado viaje a París. Sí, sí, los cuatro... y no, no vamos a Eurodisney. Eso será otro viaje... se merece otro viaje... pero cuando Guille sea un poquito mayor y se pueda montar en más cosas, aunque sólo sea en la zona infantil. Ahora no le dejarían subir en casi nada, pobrete.


No, nos vamos a París, París. Mi ciudad hogar, ya sabéis... mi acogedora, adorada, soñada, idealizada, idolatrada, y siempre espectacular París. Pero en plan tranquilo, como ella se merece. Nada de maratones de turismo, ni hablar. París es para disfrutarla. Sólo, en pareja o en familia, cada opción con sus peculiaridades. Ya veremos si no acabamos de psiquatra. Viajar con un par de pedugos de 1 y 3 años requiere ciertas dosis de paciencia de las que, francamente, no dispongo. Pero hay que intentarlo, ¿no? y, por muy mal que se nos dé, yo creo que al final la balanza se ha de inclinar necesariamente hacia el lado positivo.


Me viene a la mente un comentario que leí recientemente en el blog de Dina, algo sobre viajes y vacaciones. A mí lo de las vacaciones, según su concepto... uff... no digo yo que para un fin de semana... o como mucho, acepto que después de... pongamos una semana de safari fotográfico por Kenia... entonces sí, hasta tres o cuatro días de vacaciones en el sentido de hamaca, libro y nada que hacer en todo el día, me pueden apetecer. Pero de normal no. De normal a mí lo que me apetece es viajar. De la forma menos turista posible, que no suele ser demasiado, por desgracia. Pero sí evito como a un mal jefe los viajes organizados de madrugón y horas de autobús. Por suerte coincido con mi marido. A los dos nos gusta viajar a nuestro aire, sin que nadie haga planes por nosotros o decida qué visitas debemos hacer, en cuáles pasar más tiempo y cuáles ver en un suspiro. Para que os hagáis una idea, nuestro viaje de bodas fue coger el coche y lanzarnos a descubrir la Bretaña Francesa con la mínima planificación. Fantástico. Por supuesto, no en todos los países es tan fácil viajar así, pero por ahora lo vamos consiguiendo.

En fin, que, pese a todo, estoy felizmente ilusionada con mi viaje a París. He soñado con ella tantas veces desde mi última visita... hace demasiado tiempo... esta noche os escribo con una copita de cava a mi lado (siempre tengo una botella en el frigorífico, cualquier excusa es buena para degustar un buen cava... y ésta es inmejorable)

Y con un sorbito de oro líquido me despido de vosotras porque mi marido, que tiene más sentido común que yo, no me deja llevarme el portátil... sniff... pero será solo una semanita, y lo que sí me llevo es un cuadernito donde llevar mi diario de a bordo. Yo sin escribir no sabría vivir. A la vuelta, si seguimos vivos y/o mentalmente sanos, os cuento nuestro viajecito.

Hasta pronto. Felices vacaciones a quien también las disfrute ahora y, si vais a conducir, cuidadito. ¡Paso lista a la vuelta!

Seguidores