Bienvenidos a bordo

y gracias por acompañarme en este largo viaje sin retorno que es el de la maternidad. Me río yo de las peripecias de Ulises y de la paciencia de Penélope. Me río de los 12 trabajos de Hércules... ser madre sí es toda una aventura, a veces desesperante, casi siempre agotadora... pero siempre, siempre, siempre ¡tan gratificante! ¿queréis compartirla con mi familia?

viernes, 28 de abril de 2017

Nuestro reto lector: Abril



Aquí seguimos, como os conté, para este mes necesitábamos un libro de un autor que hubiera ganado algún premio literario. Ya pudisteis ver cuáles fueron nuestras elecciones así que paso directamente a los comentarios:

Mi libro: El amor en los tiempos del Cólera. Una historia de amor sí, pero que no tiene nada de típica. Página a página nos va llevando por un enamoramiento sin fin (¿quién tiene paciencia para esperar toda una vida a su primer amor a pesar de que le rechazara y se casara con otro?) y por las costumbres, para bien y para mal, del litoral colombiano de los años a caballo entre el siglo XIX y el XX. Altamente recomendable.

El libro de Sofía: Momo. Un libro que todo niño debería leer, y todo adulto releer. No sé si hace falta decir mucho más. ¿Os acordáis de mi entrada sobre Beppo el barrendero? pues eso. Una extremadamente certera reflexión sobre el tiempo y el uso que hacemos, o no, de él. Aficionados al Mindfulness, consideradlo una lectura complementaria.

El de Guille: La historia interminable. El reino de la fantasía por definición. Le costó un poco coger ritmo pero en cuanto entró en la historia ya no podía dejarlo. A mí particularmente me encanta el muestrario de seres raros que Michael Ende se inventó para su particular reino. Por no hablar de la maestría con que cuenta la historia y se nos mete de lleno en el corazón. Un genio, aunque creo que ésto ya lo he dicho antes, ¿verdad?

Ah, y de Ricardo que os dije que ya veríamos, al final optó por mezclar dos de sus retos (uno de ellos tiene que ver con el inglés) y leerse The phantom of Manhattan, de Frederick Forsyth. Ahí anda, la verdad es que entre que no tiene mucho tiempo últimamente y que no se lee igual en inglés que en tu lengua... pero bueno, por este mes se lo daremos por válido.

¿Y para Mayo? puff, pues no creáis que lo tenemos del todo claro todavía... para Mayo necesitamos meternos con algún género del que no hayamos leído nada todavía. No sé, no sé... para los chicos estoy pensando en introducirlos ya en la ficción detectivesca con el gran clásico: Sherlock Holmes. Empezando por los relatos cortos, claro. A ver qué tal se les da. A mí me fascinaba de jovencilla, pero no sé con qué edad los empecé a leer. Igual es demasiado para ellos... cuestión de probar.

Para mí, tengo serias dudas. He leído mucho de todo ya así que encontrar un género nuevo me está causando algún que otro quebradero de cabeza pero tengo un par de opciones en mente. O bien probar con el género puramente epistolar, o meterme con un libro de divulgación científica sobre el cosmos que tengo por casa y que empecé en su momento pero en el que no llegué a avanzar mucho. Ya os contaré por dónde tiro...


miércoles, 26 de abril de 2017

Música clásica y niños

Vaya, se me han pasado unos cuantos días sin escribir nada por aquí... pero por buenas razones, os lo aseguro, hemos pasado un puente de San Jorge espectacular en un cámping de la costa y, hasta sin pretenderlo, he tenido una casi completa desconexión virtual. El móvil se ha pegado la mayor parte del puente apagado en el maletero del coche. No tele, no móvil, no tablets, no consolas... ni falta que nos han hecho.

Pero no venía yo a eso. Venía a contaros que esta tarde nos vamos mi hija, mi madre y yo a un concierto benéfico que hacen en el cole. Hace unos días estuvimos también las tres en otro concierto (para niños) en el auditorio de Zaragoza, en el que hacían un breve y divertido recorrido por la historia de la música.


A lo que voy es a que, en realidad, a los niños, desde bien pequeños, sí les gusta la música clásica. Lo que pasa es que no es algo que la mayoría de padres les pongamos. En nuestro caso porque sus abuelos son muy aficionados y, como además han pasado muchas horas en su casa, por esto de la "conciliación" y tal... pues se han ido aficionando, claro. Más Sofía que Guille. Hay conciertos para niños muy divertidos, hay obras más ligeras, hay ballet, hay montajes de ópera pensados específicamente para ellos... mil opciones.

Me pregunto si no marcamos demasiado desde casa los gustos y preferencias de nuestros pequeños dando por hecho que esto les va a gustar y esto no, en función de nuestros criterios personales, sin dejarles desarrollar los suyos. Como en la lectura, o en otras muchas aficiones. Y, como ya sabemos, el sistema educativo no fomenta precisamente este tipo de actividades artísticas o culturales, así que si no les iniciamos nosotros en casa se estarán perdiendo la posibilidad de disfrutar de algo que a lo mejor les habría gustado muchísimo (o no, pero si no prueban no lo sabrán) Igual no es la música si no la pintura lo que les chifla, o la escultura, o escribir, o el teatro, o el baile... ¿lo sabemos? ¿les dejamos explorar posibilidades?

miércoles, 19 de abril de 2017

La educación, de mal en peor

Leo, con profunda indignación, que la última patada a nuestro ya maltrecho sistema educativo, ha sido eliminar de las optativas de Bachillerato la asignatura de Literatura Universal. Cuando todas las teorías sobre educación hablan de hacerla más integral, de incluir otras inteligencias, otras formas de enseñar, aquí ¿qué hacemos? limitar aún más el alcance de lo que nuestros hijos van a poder aprender.

¿Para qué aprender filosofía? ¿o literatura? ¿por qué culturizarse o aprender a pensar? hagamos mejor pequeños robots que hayan aprendido todos lo mismo, lo más útil posible para la maquinaria productiva, pero desoigamos toda teoría sobre educación o cualquier informe sobre lo que las empresas de hoy en día, pero sobre todo del mañana, buscarán en sus empleados. Se habla cada vez más de competencias, más que de conocimientos, de cualidades, habilidades, de empleados flexibles, capaces de pensar, de buscar soluciones creativas a los problemas. ¿Y qué formamos en las escuelas? básicamente esto:


Ahora sigamos llevándonos las manos a la cabeza por las jornadas continuas o partidas y, más divertido aún, por los colegios concertados. Como de costumbre, gritamos más por los goles en los partidos que por las injusticias en nuestras propias narices. ¿Qué podemos esperar pues? Reflexionemos... yo de momento voy renovando, día tras día, mi reciente interés por la pedagogía. No es que espere de nuestro sistema universitario grandes cosas tampoco pero por algún lado hay que empezar así que sí, probablemente empiece la carrera y ya os iré contando por dónde evoluciono.


lunes, 17 de abril de 2017

Despacito

¿O más bien corriendo? tengo la sensación de que así es como vamos a todas partes... corriendo de un lado para otro y sin tiempo para pararnos a mirar nada. Y eso que llevo varios de fiesta.



El otro día aprovechamos que estábamos todos en casa para hacer una visita a uno de los museos de Zaragoza en el que aun no habíamos estado: el museo Pablo Serrano.

En una de las salas había una curiosa exposición: Europa Solar, en la que en distintas pantallas, algunas de ellas colocadas por el suelo, iban cambiando imágenes sobre la tierra, el paisaje y sus transformaciones. Era curiosa pero sosegada. Ahí es donde me dí cuenta de que ya no queremos nada que no sea inmediato, rápido, rápido... ¿hemos perdido la capacidad de mirar con tranquilidad? ¿qué pasa cuando no hay una actividad frenética delante de nosotros? ¿ya no nos interesa? En un momento dado nos dijeron que para ver todos los cambios teníamos que esperar 20 minutos más. Cierto que íbamos con niños y no habían mostrado demasiado interés por esas imágenes en concreto, pero me dí cuenta de que tampoco yo tenía ganas de esperar 20 minutos mirando esas pantallas. ¿Por qué? estaba de fiesta, no tenía prisa por nada en especial, ya llevábamos idea de pasar la mañana en el museo de todas formas. ¿Por qué me parecía tanto tiempo 20 minutos?

Igual deberíamos hacer un poco más de caso a la canción y tomarnos la vida con un poco más de calma, despacito.,, pasito a pasito... No sé, creo que a veces nos perdemos demasiadas cosas sin ni siquiera enterarnos, casi siempre sin verdadera razón. Me recuerda a cuando vamos por la calle con un niño pequeño, que todo quiere mirarlo y en todas partes se quiere parar. ¿Cuántas veces le dejamos y cuántas vamos tirando de él? ¿tanta prisa tenemos siempre? ¿de verdad? porque si es así, igual es para pararnos pero de verdad y plantearnos qué demonios estamos haciendo con nuestra vida.

Pienso de nuevo en Momo y sus hombres grises. ¡Qué gran historia! ¡Y qué poco nos acordamos en nuestro día a día! ¿Ideas? os aseguro que serán bien recibidas...

viernes, 14 de abril de 2017

Torrijas sin gluten

Como ya os avancé, Sofía no quiere perderse nada por ser celíaca, y hace bien, así que el otro día mandamos a su padre a La Mar de Cookies, a por la barra de pan que le recomendaran para hacer torrijas. Se trajo la rústica. La dejamos ahí abandonada un par de días, tanto para dejarla endurecer un poco como porque no teníamos tiempo todavía para liarnos la manta a la cabeza en la cocina. Pero esta mañana ya sí, esta mañana ha sido de cocinicas.

Así que nos hemos metido Sofía y yo entre fogones y, con cuidado (como siempre) de evitar la contaminación cruzada, hemos cortado en rebanadas nuestro pan sin gluten, y, por lo demás, hemos seguido casi al pie de la letra nuestra clásica receta para torrijas. Precauciones para el #singluten... la canela. Ojo, no todas las marcas garantizan la ausencia de trazas. De hecho, fallo y gordo, no me acordé de comprar una de las marcas aptas (Dany o Carmencita por ejemplo) y la que tenía (de la época pre-celiaca en casa) no garantiza nada, por lo que no nos hemos atrevido a mezclar canela con el azúcar al espolvorearla luego. No importa, están ricas igual, pero como ya voy cambiando poco a poco las especias que me quedan por otras aptas, para la próxima vez ya no tendremos ese problema.


Buena pinta, ¿eh? Luego me he liado con el primer plato, que no tenía yo muy claro qué hacer, pero mira, de estos días que tiras de restos y acaba saliéndote algo bien rico. Tenía medio bote de garbanzos cocidos, no muchos pero todo es combinarlos bien. He tirado de restos varios de verduricas. Un refrito de cebollica, trocitos de calabaza, calabacín y zanahoria, unos trozos de patata, se le añade un poco de agua, sal, etc. al gusto, yo le he puesto también una pastilla de caldo de pescado, (ojo, sin gluten también, que no todas valen), aunque no soy muy amiga de añadir estas cosas. En cuanto empieza a hervir unos trocicos de bacalao y los garbanzos ya cocidos y se deja a fuego lento que se termine de hacer y se mezclen bien los sabores. Riquísimo nos ha salido. 

Pendiente tengo de probar unos buñuelos de bacalao que ví en webosfritos, a ver cómo adapto las harinas, ya os contaré. Y he visto también por facebook, que ya me lo he guardado en la recámara estas croquetas de bacalao. Ya os contaré también. 

miércoles, 12 de abril de 2017

Vida sin gluten

Esta hija mía no deja nunca de sorprenderme. Como sabéis, hace apenas unos meses le diagnosticaron celiaquía. Lógicamente ha habido que hacer algunos ajustes pero lo cierto que hoy en día hay muchísimos productos sin gluten y cada vez más bares y restaurantes que son conscientes de lo que supone no poder comer gluten (y sí, por un poquito sí pasa y sí, porque haya caído una miguita en el plato ya te lo tienes que llevar porque no me vale y no, no me sirve que le quites los palitos de pan a la ensalada porque ya la has contaminado).

Independientemente de esto, una vez hechos los ajustes básicos en casa y en la cesta de la compra, hemos ido aprendiendo algunos truquillos poco a poco, como el de salir con su kit básico de supervivencia celiaca (nesquick porque en la mayoría de bares tienen colacao, unas galletas sin gluten o, según a donde vayamos, unas tostaditas de pan apto... en fin, esas cosas).

Por supuesto en una familia tirando a viajera como la nuestra, y con los medios actualmente a nuestra disposición, lo de no salir de casa por miedo a no encontrar donde comer nunca se nos pasó por la cabeza (aunque me sorprendió ver en grupos de facebook que sí es algo que echa para atrás a mucha gente).

Desde el minuto uno mi hija ha tenido muy claro que no tenía la menor intención de dejar de hacer su vida normal por ser celiaca y lo está llevando hasta su último extremo. El otro día pasamos por uno de estos puestos callejeros de palmas de semana santa y chuches varias. A Sofía todos los años le gusta cogerse una especie de galletitas de azúcar. Pero claro, este año no teníamos certeza ninguna de que no contuvieran gluten o no estuvieran contaminadas en el proceso así que no pudo cogerlas. Le dije que no pasaba nada, que haríamos galletas en casa.

Le compré fondant (sin gluten) de varios colores y a lo que me iba a poner con ella a hacer un receta de galletas de mantequilla aptas que tengo por ahí en la recámara pendiente de probar, me salta que no, no, galleta no, sólo fondant. Que las que se cogía otros años eran sólo de azúcar y no quiere que su vida cambie nada por ser celiaca. ¡Aguántala! Pues sí, sí, se cogió sus fondants de colores y su rodillo (de silicona, claro, el de madera puede llevar contaminación de gluten por todos sus poros) y ahí se pudo a estirar, amasar y decorar a su entero gusto para hacerse sus propias galletitas de azúcar.



Le pregunté ya de paso si querría torrijas, que yo juraría que ningún año les ha hecho ni caso pero dijo que sí, sí, por supuesto que quería torrijas, así que ya os contaré, que ando investigando qué pan sin gluten será mejor... pronto recetita.

lunes, 10 de abril de 2017

Perspectivas

No deja de sorprenderme cómo un mismo hecho, una misma noticia, puede llegar a verse de tantas formas distintas. Según en qué medio escuches o leas la noticia, según quién la comente... a veces me entretengo no sólo buscando la misma noticia en distintos medios sino también leyendo los comentarios de la gente. Generalmente termino con ganas de mudarme a una isla desierta, pero esa es otro historia. Dejando aparte extremismos o auténticos incultismos que hablan por hablar sin tener la menor idea de lo que están diciendo, si nos centramos en los mensajes bien elaborados es muy interesante.

Siempre me ha gustado leer opiniones contrarias a la mía porque me parece mucho más enriquecedor que encerrarme en mi mundo. Últimamente, con ciertas noticias, lo he intentado pero en el lado contrario a mi forma de pensar no encuentro opiniones bien elaboradas sino más bien sartas de tópicos y mentiras en artículos que, lejos de profundizar en las razones que, sin duda, tendrían para defender su posición, se quedan en el populismo facilón. De esos artículos, lo siento, no puedo aprender nada. ¿Tanto cuesta elaborar un buen argumento? al parecer a algunos sí. Una lástima.

La vida está llena de perspectivas, de ángulos, de opciones, de opiniones, de giros y requiebros. Un argumento es mejor cuanto más elaborado, discutido y confrontado esté. Hemos importado muchas cosas de los EEUU, la mayoría no demasiado buenas. Sin embargo, algo que hacen muy bien no se nos ha ocurrido traerlo. Veo a veces en esas series de adolescentes suyas esos equipos de debate en los que hay que escoger y defender una postura, aunque no sea la tuya. Y pienso que es un ejercicio magnífico que no nos vendría nada mal aquí. Aprender desde niños, o desde adolescentes al menos, a elaborar buenos argumentos y buscar razones sólidas para defender la postura que te haya tocado, estés o no de acuerdo de ella. Me lo guardo como idea para hacer alguna vez en familia.


Es bueno recordar también que se pueden tener ideas muy distintas y aún así seguir siendo amigos. Siempre que seamos capaces de comentarlas desde el respeto.

viernes, 7 de abril de 2017

Fuerza de voluntad

Mira que de normal no gasto mucho yo de eso, pero ayer sí que hice un auténtico ejercicio de fuerza de voluntad. Llegué a casa y, cosa rara, estaba sóla. Tenía todavía un ratito hasta la hora de cambiarme de ropa para ir a correr y, aunque no me hubieran faltado cosas por hacer, decidí aprovechar la tranquilidad de la casa para tumbarme un ratito en el sofá y verme una serie corta en Netflix. Mala idea, supongo. Acabó la serie y sí, tocaba levantarse, cambiarse de ropa y salir hacia el lugar de la quedada. ¿Sabéis lo del angelito y el demonio uno en cada hombro? pues ahí andaban los míos, echando un pulso sobre mi cabeza.

Os podéis imaginar ¿no?

D: no seas tooontaaa, que estás sola en casa, con lo raro que es eso, aprovecha y quédate viendo tu serie favorita sin que nadie te moleste.
A: ¡que nooo! ¡que tienes que ir a entrenar! que a ver cómo te haces luego si no la 10k, recuerda lo que te dice siempre Sergio, que si no haces los tres días no mejoras...

En fín, ahí andaban los dos en sus cosas mientras yo, no me preguntéis cómo, conseguí aislarme de su lucha y ponerme en modo automático. Era curioso, me estaba poniendo la ropa de deporte y pensando. "No sé para qué me visto, si no voy a ir, me voy a quedar viendo series"... pero me seguía vistiendo. "Las excusas no queman calorías", "10km son muchos kilómetros y no estás preparada, no te puedes permitir saltarte entrenamientos", "vuélvete al sofá que un día es un día", "¿has hecho los tres días?" y a lo que me dí cuenta ya estaba atándome las zapatillas. "Aún estás a tiempo, quédate en casa"... llave en la cerradura...

Una vez en la calle ya no hay vuelta atrás. Bueno sí, aún reconozco que estaba llegando al lugar donde habíamos quedado y pensando en darme media vuelta del perezón que llevaba encima. Pero seguí caminando en modo automático. Una vez que me juntara con las chicas sí que ya estaría a salvo de tentaciones, mis naranjitas ya no me dejarían escaquearme. ¡Conseguido!

No sé si no habría hecho mejor quedándome en casa, ¡madre qué paliza de entrenamiento! pero lo de siempre, da mucha pereza antes, lo sufres un poco durante, pero ¡te sientes genial después! así que, bien superada esa pereza, y para el sábado más y mejor y es que, como dice Peter Magill:


"Nadie nace siendo un corredor perfecto. Y ninguno de nosotros se convierte en uno. Pero a medida que sumamos escalones, nos convertimos en mejores corredores. Y esa es la belleza de nuestro deporte: no hay atajos, nadie nos regala nada; ganamos cada kilómetro y ganamos cada resultado."

miércoles, 5 de abril de 2017

Natillas de plátano


El otro día, al hacer la compra, nos dieron unos sobres con recetas de Tom y Jerry. Mis hijos se pusieron como locos a seleccionar lo que querían hacer y la primera en caer fue esta: unas natillas de plátano (poco aptas si estáis a dieta pero muy ricas)

Os paso la receta:

Ingredientes:

3 plátanos maduros
750 ml de leche
6 yemas
150 grs. de azúcar
1 ramita de canela

Receta:

Poner a cocer la leche con el azúcar, los plátanos troceados y la ramita de canela. Desde que hierva, dejar unos 7 minutos a fuego lento (como mínimo, si tenéis tiempo de sobras yo aconsejo dejarla más tiempo). Mientras tanto, batimos las 6 yemas de huevo (con las claras, ya sabéis, un buen merengue, por ejemplo, aunque yo las usé para remojar unos filetes de bacalao que tenía para cenar antes de rebozarlos en vez de usar el huevo entero) El sobrante lo eché a la cazuela tal cual (con patatas lo hice, pero eso ya sería otra receta, no me lío)

En teoría ahora había que retirar los trozos de plátano y batirlos con las yemas antes de añadir todo a la leche caliente pero en nuestro caso estaban tan deshechos que lo hicimos al revés, añadimos las yemas al cazo con el resto de los ingredientes y batimos bien todo junto. Después, dejamos que siga calentando a fuego lento hasta que vaya cuajando el huevo.

Se reparte en los vasos o cuencos que hayáis preparado y se deja enfriar antes de meter al frigorífico, donde habrá que dejarlo al menos un par de horas.

¡Qué aproveche!

Ya me contaréis si os animáis a prepararlas.



lunes, 3 de abril de 2017

Beppo el barrendero

"-Y entonces te empiezas a dar prisa, cada vez más prisa. Cada vez que levantas la vista, ves que la calle no se hace más corta. Y te esfuerzas más todavía, empiezas a tener miedo, al final estás sin aliento. Y la calle sigue estando por delante. Así no se debe hacer.
Pensó durante un rato. Entonces siguió hablando:
-Nunca se ha de pensar en toda la calle de una vez, ¿entiendes? Sólo hay que pensar en el paso siguiente, en la siguiente barrida. Nunca nada más que en el siguiente,
Volvió a callar y reflexionar, antes de añadir:
-Entonces es divertido; eso es importante, porque entonces se hace bien la tarea. Y así ha de ser"

Momo. Michael Ende.

Siempre me ha fascinado el personaje de Beppo el barrendero.

"A Beppo le gustaban esas horas antes del amanecer cuando la ciudad todavía dormía. Le gustaba su trabajo y lo hacía bien. Sabía que era un trabajo muy necesario."

Un trabajo muy necesario, desde luego, e injustamente poco valorado, ¿no os parece? En cualquier caso, alguien que hace bien su trabajo, sea el que sea, merece todo mi respeto. Ojalá más políticos, altos cargos, directivos y demás hicieran su trabajo como Beppo barría las calles. El mundo iría mucho mejor si así fuera.

En cualquier caso, no he copiado estos párrafos de Momo por eso. El otro día se los estaba dictando a Sofía para otro de sus "dictados casa" y me hizo pensar en algo que me ronda la cabeza, que me apetece muchísimo, pero también me agobia. Siempre he pensado que algún día volvería a la universidad, pero por puro placer. Durante muchos años esa idea se ha mantenido dormida, anestesiada, pero, quién sabe por qué, ahora ha despertado.

Hace ya un tiempo también que me viene picando todo este mundillo de la formación, la enseñanza... Ya os he hablado alguna vez de esto. Creo que todo empezó aquí. No me veo, sin embargo, con paciencia para enseñar a un grupo de niños, y menos de adolescentes. Quizás ni siquiera de adultos... algo descuadraba en todo esto. Pero, me seguía rondando a mí la mosca, y seguía dando vueltas por la página de la UNED en busca de algo que no conseguía definir. Hasta que caí por fin en el lugar adecuado (o eso creo): el grado de pedagogía. Así que ahí ando, haciendo cábalas y cálculos para ver si seré capaz de volver a estudiar una carrera, con las diferencias en la situación personal obvias desde que estudié la primera vez. En un primer momento me entusiasmé. Casi se me hacía largo tener que esperar hasta octubre para empezar. A punto estuve de empezar a comprar libros y cuadernos. Luego me fui bajando, un poco como la espuma. Empecé a recordar las laaargaas horas de estudio en la facultad. Sin otra cosa que hacer que ir a clase y prepararme los exámenes. Empecé a pensar en lo cansada que llego algunos días a casa, en lo que me cuesta a veces incluso sacar un ratillo para hacer un poco de deporte, para escribir mi libro, para este blog... ¿y aún ando pensando en meterme en la UNED? ¿pero a quién se le ocurre? Pero entonces, llegó ese dictado casa y me acordé de Beppo, y escogí justo esa parte del libro para dictárselo a mi hija. Y de nuevo me hizo pensar. Y pensé que si me apetece volver a estudiar no es para agobiarme, ni para plantearme un tiempo máximo en el que sacarme la carrera. Ni siquiera para acabar la carrera por obligación. Me apetece volver porque es un tema que me gusta, porque se ha vuelto a despertar en mí esa inquietud universitaria, porque sí... sin agobios, sin presiones, sin miedo, sin quedarme sin aliento, pensando sólo cada vez en el paso siguiente: "paso-inspiración-barrida", como Beppo.

"Mientras se iba moviendo, con la calle sucia ante sí y la limpia detrás, se le ocurrían pensamientos. Pero eran pensamientos sin palabras, pensamientos tan difíciles e comunicar como un olor del que a duras penas se acuerda, o como un color que se ha soñado."

Un genio Michael Ende, un auténtico maestro. Nunca seré capaz de escribir algo tan bueno, pero sí puedo aprender de sus palabras, de niña, hoy, y siempre. Y seguir estudiando, y seguir escribiendo, un paso tras otro, sin prisa y sin quedarme sin aliento, pensando sólo cada vez en el paso siguiente: "paso-inspiración-barrida".

Supongo que este pensamiento me será también útil cuando vuelva a correr la 10k. Me lo guardo para entonces. Pensaré en Beppo cuando tenga esos largos kilómetros delante de mí, esa larga calle. Es un pensamiento muy útil en multitud de situaciones creo. ¿Se os ocurren?

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