Bienvenidos a bordo

y gracias por acompañarme en este largo viaje sin retorno que es el de la maternidad. Me río yo de las peripecias de Ulises y de la paciencia de Penélope. Me río de los 12 trabajos de Hércules... ser madre sí es toda una aventura, a veces desesperante, casi siempre agotadora... pero siempre, siempre, siempre ¡tan gratificante! ¿queréis compartirla con mi familia?

lunes, 3 de abril de 2017

Beppo el barrendero

"-Y entonces te empiezas a dar prisa, cada vez más prisa. Cada vez que levantas la vista, ves que la calle no se hace más corta. Y te esfuerzas más todavía, empiezas a tener miedo, al final estás sin aliento. Y la calle sigue estando por delante. Así no se debe hacer.
Pensó durante un rato. Entonces siguió hablando:
-Nunca se ha de pensar en toda la calle de una vez, ¿entiendes? Sólo hay que pensar en el paso siguiente, en la siguiente barrida. Nunca nada más que en el siguiente,
Volvió a callar y reflexionar, antes de añadir:
-Entonces es divertido; eso es importante, porque entonces se hace bien la tarea. Y así ha de ser"

Momo. Michael Ende.

Siempre me ha fascinado el personaje de Beppo el barrendero.

"A Beppo le gustaban esas horas antes del amanecer cuando la ciudad todavía dormía. Le gustaba su trabajo y lo hacía bien. Sabía que era un trabajo muy necesario."

Un trabajo muy necesario, desde luego, e injustamente poco valorado, ¿no os parece? En cualquier caso, alguien que hace bien su trabajo, sea el que sea, merece todo mi respeto. Ojalá más políticos, altos cargos, directivos y demás hicieran su trabajo como Beppo barría las calles. El mundo iría mucho mejor si así fuera.

En cualquier caso, no he copiado estos párrafos de Momo por eso. El otro día se los estaba dictando a Sofía para otro de sus "dictados casa" y me hizo pensar en algo que me ronda la cabeza, que me apetece muchísimo, pero también me agobia. Siempre he pensado que algún día volvería a la universidad, pero por puro placer. Durante muchos años esa idea se ha mantenido dormida, anestesiada, pero, quién sabe por qué, ahora ha despertado.

Hace ya un tiempo también que me viene picando todo este mundillo de la formación, la enseñanza... Ya os he hablado alguna vez de esto. Creo que todo empezó aquí. No me veo, sin embargo, con paciencia para enseñar a un grupo de niños, y menos de adolescentes. Quizás ni siquiera de adultos... algo descuadraba en todo esto. Pero, me seguía rondando a mí la mosca, y seguía dando vueltas por la página de la UNED en busca de algo que no conseguía definir. Hasta que caí por fin en el lugar adecuado (o eso creo): el grado de pedagogía. Así que ahí ando, haciendo cábalas y cálculos para ver si seré capaz de volver a estudiar una carrera, con las diferencias en la situación personal obvias desde que estudié la primera vez. En un primer momento me entusiasmé. Casi se me hacía largo tener que esperar hasta octubre para empezar. A punto estuve de empezar a comprar libros y cuadernos. Luego me fui bajando, un poco como la espuma. Empecé a recordar las laaargaas horas de estudio en la facultad. Sin otra cosa que hacer que ir a clase y prepararme los exámenes. Empecé a pensar en lo cansada que llego algunos días a casa, en lo que me cuesta a veces incluso sacar un ratillo para hacer un poco de deporte, para escribir mi libro, para este blog... ¿y aún ando pensando en meterme en la UNED? ¿pero a quién se le ocurre? Pero entonces, llegó ese dictado casa y me acordé de Beppo, y escogí justo esa parte del libro para dictárselo a mi hija. Y de nuevo me hizo pensar. Y pensé que si me apetece volver a estudiar no es para agobiarme, ni para plantearme un tiempo máximo en el que sacarme la carrera. Ni siquiera para acabar la carrera por obligación. Me apetece volver porque es un tema que me gusta, porque se ha vuelto a despertar en mí esa inquietud universitaria, porque sí... sin agobios, sin presiones, sin miedo, sin quedarme sin aliento, pensando sólo cada vez en el paso siguiente: "paso-inspiración-barrida", como Beppo.

"Mientras se iba moviendo, con la calle sucia ante sí y la limpia detrás, se le ocurrían pensamientos. Pero eran pensamientos sin palabras, pensamientos tan difíciles e comunicar como un olor del que a duras penas se acuerda, o como un color que se ha soñado."

Un genio Michael Ende, un auténtico maestro. Nunca seré capaz de escribir algo tan bueno, pero sí puedo aprender de sus palabras, de niña, hoy, y siempre. Y seguir estudiando, y seguir escribiendo, un paso tras otro, sin prisa y sin quedarme sin aliento, pensando sólo cada vez en el paso siguiente: "paso-inspiración-barrida".

Supongo que este pensamiento me será también útil cuando vuelva a correr la 10k. Me lo guardo para entonces. Pensaré en Beppo cuando tenga esos largos kilómetros delante de mí, esa larga calle. Es un pensamiento muy útil en multitud de situaciones creo. ¿Se os ocurren?

No hay comentarios:

Seguidores