Bienvenidos a bordo

y gracias por acompañarme en este largo viaje sin retorno que es el de la maternidad. Me río yo de las peripecias de Ulises y de la paciencia de Penélope. Me río de los 12 trabajos de Hércules... ser madre sí es toda una aventura, a veces desesperante, casi siempre agotadora... pero siempre, siempre, siempre ¡tan gratificante! ¿queréis compartirla con mi familia?

jueves, 24 de julio de 2008

Cambios

A lo largo de nuestra vida vamos pasando por distintos cambios, cambiamos de ideas, de situación familiar, de país... los cambios siempre cuestan un poco. A la mayoría de las personas nos dan cierto miedo, sobre todo cuando son muy drásticos. No es fácil dejar un trabajo en el que estás cómodamente asentada para empezar de nuevo en otro lugar. No es fácil decidirse a tener hijos, algo que sabemos que va a cambiar radicalmente nuestra vida...


Y sin embargo, cambiar es bueno. Siempre he odiado ese supuesto piropo: "no cambies nunca" ¿Qué? ¿no cambiar nunca? ¡eso es una maldición! una persona que no cambia, que no evoluciona, que no se abre a nuevas ideas o situaciones, para mí está perdida.


Os preguntaréis a qué viene semejante rollo ahora. Pues viene a que no hace mucho me sorprendí pensando en cuánto cambian las cosas entre el primer hijo y el segundo. No me refiero sólo a lo obvio. Tienes más experiencia, menos miedos, ya sabes lo que te vas a encontrar... hablo de ideas. Cosas que tenías clarísimas con el primer hijo "yo nunca le dejaría hacer esto" y que con el segundo sigues teniendo igual de claras pero en un sentido totalmente opuesto. Es curioso. Yo siempre tengo mis ideas bien definidas y las proclamo a quien me quiera oir. Y sin embargo, nunca me negaré a cambiarlas. A escuchar atentamente a cualquiera que defienda la postura contraria. Me gusta cambiar. Con fundamento, claro. No se trata de ir de veleta, pero ¿quién tiene la verdad absoluta? ¿os habéis fijado hablando con otras madres? lo que para nosotras es una regla fija con nuestros hijos que nunca nos plantearíamos romper, para otras familias puede ser todo lo contrario.

Lo que sí he aprendido de todo esto a no juzgar tan alegremente las opciones de los demás. Primero porque nunca conocemos del todo las circunstancias de cada uno, pero sobre todo porque ya me ha pasado más de una vez eso de terminar haciendo lo que no hace mucho todavía criticaba, aunque sea internamente (al menos procuro ser prudente con mis críticas en público, pero ya sabéis, cada uno para sí mismo...) Y es cierto, hay que ver la afición que tenemos a juzgar a los demás, en todos los ámbitos sin duda, pero especialmente en el de la maternidad. Juzgamos las rutinas ajenas, el tipo y/o duración de la lactancia, que se lleve al niño a la guardería demasiado tarde, demasiado pronto, que no se le lleve... ¿y en función de qué juzgamos? pues de nuestras propias opiniones, y es que no hay más... pero ¿tanto poder les concedemos a nuestras ideas? ¿tan buenos nos consideramos que damos por hecho que la nuestra es la posición correcta? quizás deberíamos ser algo más prudentes, ¿verdad? más humildes... ¿qué opináis?

7 comentarios:

Anónimo dijo...

pienso que este patr�n de vida no deber�a cambiar. Si no ser�amos todos grises y cuadriculados. Si te das cuenta criamos a nuestros hijos a partir de dos educaciones diferentes, lo que convierte esta tarea en una misi�n a veces desquiciante pero nuchas otras enriquecedora.
El tener varios puntos de vista sobre la educaci�n de un ni�o, hace que muchas veces llevemos a la cr�tica a nuestro vecino, pero a la vez que obtengamos muchos consejos e ideas.
Lo que no soporto es a la gente que te critica lo que haces o dejas de hacer con tu hijo. Y lo peor de todo es que la mayor�a de esta gente que se permite criticarte, o no tiene hijos o han tenido fallos mucho peores que el tuyo, y t� por prudencia o discrecci�n no le dijiste nada.
En estas situaciones siempre digo :"contra m�s mierda escupes, m�s te cae a la cara"
Lucitriss

http://algunacosamas.blogspot.com/

Anónimo dijo...

Creo que es cierto lo que dices. Yo más bien me aplico el "rectificar es de sabios" y desde que nació mi hija lo hago muy a menudo. Es cierto que todos tenemos unas ideas, pero estas van cambiando en función del niño, de sus necesidades y de su carácter. Y también de los criterios de los padres (de la madre y del padre) que no siempre son los mismos.
Desde que tengo a mi hija cada día estoy más segura de que cada padre y madre sabe lo que tiene que hacer con sus hijos y casi todas las opciones son válidas. Por supuesto, algunas me pueden parecer buenas y otras no. Pero ahí es donde entra nuestra libertad como padres para poder elegir las que queremos con nuestros hijos.
Aunque sí.... siempre que veo alguna acción curiosa que yo no haría, no puedo evitar comentarla...aunque siempre procuro ser discreta y sin ofender....

Anónimo dijo...

UFF, que bien que acabó la campaña del IMPUESTO DE SOCIEDADES, por fin algunas podemos volver a ser personas. Ya sé que no es el tema pero tenía ganas de decirlo.

Yo creo que es normal que las personas vayamos evolucionando y con ello nuestras ideas, cosas que en un momento determinado de nuestra vida nos parecen bien, en otro serían impensables, y ello es lógico porque nuestra vida va cambiando. La persona que no sea capaz de adaptarse a los distintos cambios que la vida le va deparando, pues lo tiene muy, pero que muy dificil para ser feliz.

Logicamente uno puede dar a los demás una opinión, pero nunca intentar imponersela, hay que estar en cada situación para poder tomar la decisión en cuestión. Todos somos diferente, y a Dios gracias, en la diversidad está la sal de la vida. Hay criterios que te pueden parecer mejores o peores pero creo que cada persona tiene derecho a elegir que opciones le van mejor o peor y en materia de educación, en la medida en que cada padre es quien más tiempo pasa con sus hijos, también sabe lo que les va mejor o peor, y si se equivocan, quien somos nosotros para decirlo, cuando nosotros también nos equivocamos en muchas ocasiones.

Lo que comentas es cierto, hay cosas que con Jesús yo nunca hacía, y que con Lucía me salto a la torera, algunas porque he aprendido de la experiencia, y en otras porque simplemente creo que hoy soy mucho más tolerante de lo que lo era cuando nació Jesús, y es con la madurez llega la tolencia ¿no créeis?

Anónimo dijo...

Hola!! pues claro que hay que cambiar.En muchos aspectos de la vida. Y en cuestión de hijos, solo tengo una niña,pero ya me estoy imaginando que habrá cosas que no las haga con el segundo y posiblemente otras que si. Cada uno tendrá una personalidad por tanto hay cosas que habrá que tratarlas de distinta manera, pero eso si para intentar conseguir lo mismo, porque hacer diferencias entre hijos no me va nada.Y puede conllevar problemas.
Por cierto lamamma que tal lo has pasado sin tu niña. Espero que bien.
Un saludo.

Anónimo dijo...

es cierto la vida es cambio constante y hay que adaptarse lo mejor posible, saber reconocer nuestro errores y aprender de ellos es lo que nos hace crecer como personas hay ser agua como decia Bruce lee, nadie esta en poder de la verdad absoluta, pero a todos nos gusta cuando algo nos funciona bien personalmente contarselo a los demás e incluso intentar convencerlos de que lo hagan como nosotros, lo mismo pasa con la maternidad sin querer cuando algo creemos que es bueno para nuestros hijos no entendemos por que los demas lo hacen de otra forma, yo también he cambiado y mucho mi forma de entender la crianza de los hijos tengo una amiga que siempre dice que ha aprendido a ser madre con el tercero.
Un beso

Anónimo dijo...

Parece que hay consenso. Estoy totalmente de acuerdo, y es que la vida te enseña a hacer lo que debes, y no lo que tú creías que debías hacer. Yo como ya dije hace poco, con mi desastroso parto de Lucía me abrí mucho más al mundo "naturalista" que hay hoy en día y al que hace bien poco criticaba como la que más. Uno no cambia radicalmente pero sí en algunos aspectos básicos. Por ejemplo, yo con Lucía decía que nada de dormir en mi cama, sin embargo al final algún día tuve que ponerla conmigo (yo creo que como mucho serían 10 veces, más luego las que estaba enferma). Con Inés ya ha sido desde el primer día. Y no es que yo me planteara el colecho en serio, es que en algún momento del día tengo que dormir, y con otra niña grande por casa, la única solución ha sido esa, Inés y yo hemos dormido juntas muchíiiiiiiisimas noches, y estoy feliz. Ahora tiene 9 meses, está en la cuna grande pero la cuna en mi cuarto pq a veces aun le da por despertarse de noche y nos volvemos a quedar dormidas. De todas formas quiero dejar claro que las circunstancias no siempre son iguales. Con mi primer embarazo lo pasé fatal y estaba hecha polvo, bastante hice que le di el pecho, pero me daba mucho miedo dormir con ella y chafarla, yo necesitaba dormir a pierna suelta, y no me arrepiento de ninguna de mis 2 decisiones, cada cosa en su momento digo yo.

Como dices, ahora he aprendido a ser mucho más prudente antes de criticar a nadie. Respeto muchísimo la forma de hacer de todo el mundo, y no sólo con la maternidad sino con todo.

Misteriosa

Anónimo dijo...

Pues yo sí me arrepiento de muchas decisiones que tomé con mi hija mayor, y el mayor ejemplo, el del colecho. Ni enferma la pasé a mi cama a la pobre Ainara, Idoia casi todas las noches despierta en mi cama.
Y otro ejemplo, si tengo un tercero (improbable) lo mandará a la guardería la tía Rita. Tan convencida estaba yo de que la guardería era muy buena, pues, ahora pienso que es una ciénaga de virus y hasta el año y medio no les aporta nada.
Con la mayor, al dejarla en la guarde, pensaba “aquí está en buenas manos, mejor que conmigo, estas chicas son profesionales”. Con la pequeñita, en cambio, estoy convencida de que nadie la va a cuidar como yo y procuro dejarla en otras manos lo menos posible.
Ainara, con seis meses llevaba vaqueros y botitas, Idoia hasta que no cumplió el año vistió de rosa pastel con lacitos. Es tan corto el tiempo en que son bebés…
A pesar de todo esto, la educación de Idoia se parecerá a la de Ainara más que a ninguna otra en el mundo.

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