Bienvenidos a bordo

y gracias por acompañarme en este largo viaje sin retorno que es el de la maternidad. Me río yo de las peripecias de Ulises y de la paciencia de Penélope. Me río de los 12 trabajos de Hércules... ser madre sí es toda una aventura, a veces desesperante, casi siempre agotadora... pero siempre, siempre, siempre ¡tan gratificante! ¿queréis compartirla con mi familia?

sábado, 10 de noviembre de 2018

Comunicación asertiva

Vale, vale, ya escucho las carcajadas de algunas. Sí, yo también lo llevo fatal, pero dentro de poco, me voy a ver en una situación que me temo que va a poner a prueba toda mi capacidad de control, que ya sabéis que mucha, mucha no es, y decidí hace unos días aprender todo lo posible sobre comunicación asertiva para tratar de evitar una catástrofe con alguien que, pese a todo, merece que haga ese esfuerzo.

No, no pienso contaros de qué va la cosa, que cada uno piense lo que quiera. El motivo da igual. La comunicación asertiva sirve absolutamente para todo. Con la pareja; con los hijos; con el resto de familia, propia y política; con amigos, con compañeros de trabajo, con jefes; hasta con algún desconocido que otro, que hay algunos que también se creen con derecho a opinar de todo, ¿a que sí? 



¡Qué bonito esto de la asertividad! ¿verdad? ¿y cómo se consigue esto? pues francamente, yo qué sé... en ello estoy. Y de verdad que lo intento, pero reconozco que últimamente estoy que pincho, gruño y muerdo. Salto a la mínima, contesto mal, muy asertivo todo. Como en muchas y variadas ocasiones me dice mi marido, que no en vano me conoce mejor que nadie, "sí, sí, tú la teoría la llevas estupendamente pero lo que es la práctica..." Pues eso. Aquí ando, estudiando y teorizando. He aprendido por ejemplo que la asertividad no es simplemente decir lo que piensas. Primero tienes que comprender lo que necesitas (sin juzgar, que esto es muy mindfulness también) y hacerte responsable de tus emociones. A partir de ahí ya puedes hacer una petición CONCRETA (no vale eso de suponer que los demás van a adivinar lo que quieres, estaría bien pero no, eso nunca funciona, si lo sabré yo) 

En teoría parece muy fácil, y es algo que deberíamos enseñar también a nuestros hijos. Pero ¡ay!, que no se enseña tanto diciendo como dando ejemplo. Y esto no es tan fácil. ¿Sabemos todos identificar correctamente nuestras emociones? ¿asumir que no todas son agradables pero sí necesarias? Vuelvo al mindfulness. ¿Somos capaces de observarlas sin juzgarlas? ¿de comprenderlas y agradecerlas?

Y, por lo menos para mí, el más difícil todavía... ¿somos capaces de expresarlas? ¿reconocerlas ante los demás? a veces por miedo; a veces por vergüenza, por el qué dirán, o qué van a pensar de mí, ni locos reconoceríamos ante según quién lo que estamos sintiendo, ¿cierto? y entonces, ¿cómo vamos a ser capaces de establecer una comunicación asertiva? requiere una sinceridad que no sé si estamos dispuestos a dar... ¿no requiere también un cierto nivel de confianza con la otra persona? no sé, no sé, yo lo intento, que no se diga, pero estoy viendo que ésto me va a costar un mundo... ¿y cómo educo yo a mis hijos en este concepto si yo misma no lo domino nada? un par de vidas más voy a necesitar para esto... 

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