Bienvenidos a bordo

y gracias por acompañarme en este largo viaje sin retorno que es el de la maternidad. Me río yo de las peripecias de Ulises y de la paciencia de Penélope. Me río de los 12 trabajos de Hércules... ser madre sí es toda una aventura, a veces desesperante, casi siempre agotadora... pero siempre, siempre, siempre ¡tan gratificante! ¿queréis compartirla con mi familia?

lunes, 15 de junio de 2015

Impresiones post-reto

Este pobre blog lleva unos altibajos muy raros, pero supongo que no puede ser de otra manera considerando los míos propios. Al fin y al cabo no deja de ser un reflejo mío, no muy fiel, cierto, no se puede contar cualquier cosa por aquí, pero reflejo en el fondo. Me fijo en la fecha de mi última entrada y me doy cuenta de que coincide perfectamente con el último cambio significativo en mi vida (¿recordáis la entrada sobre el complejo de Madonna? pues al final el problema fue precisamente no reinventarme de nuevo, en fin, tiempo al tiempo...)

Pero ya me conocéis, sé que no puedo engañaros y que ningun@ os vais a creer que he tenido abandonado el blog sólo por eso. Es cierto, no ha sido el único cambio. Os dejé inmersa en un nuevo reto personal, introducirme en el mundo del running. Pues bien, una cosa llevó a otra y enlacé este reto individual con otro colectivo, quizás lo conozcáis, es el reto 10K Zaragoza:



Es más de lo mismo, sí, correr, correr y correr (yo, que siempre he seguido el chascarrillo de que eso es de cobardes, qué cosas) Pero ¿sabéis qué? resulta que no es sólo correr. Para empezar, ya sabéis que yo siempre he sido firme defensora de lo de poner retos en tu vida. Especialmente cuando otros aspectos de ella se han quedado un poco pochos. Yo particularmente me he encontrado en estos últimos meses con una vida laboral más bien aburrida después de un año y pico intenso, ajetreado, apasionante y movidito en varios sentidos. Ha sido un poco como haber estado pasándotelo pipa en el parque de atracciones y de repente encontrarte tumbada en el sofá viendo una peli sosa en la tele. Que no me quejo, ¿eh? que un poco de calma después de tanto ajetreo tampoco me ha venido mal, pero ya me conocéis, siempre buscando el equilibrio. 

Afortunadamente, justo en esta nueva etapa más tranquila (en el mismo trabajo pero con distintos proyectos) se han metido en mi vida (probablemente para quedarse) nuevas personas de las que te dejan huella. He conocido a un grupo estupendo de chicas de las que te recargan de energía en cuanto las ves, un equipo de entrenadores que se merecen una ola tras otra y he descubierto personalmente el por qué de aquel programa académico/deportivo que os comentaba en el último post.



El deporte te enseña muchas cosas, sí. No sólo te pone en forma, también te muestra cómo tu mente puede darte alas o bloquearte miserablemente, cómo tu cuerpo tiende a la pereza y dice "no puedo más" mucho, muchísimo antes de que eso sea cierto, cómo hay que aprender a controlar ese bloqueo y recordarte a tí misma que sí que puedes, aprender a interpretar de otra manera las señales que te manda tu cuerpo, reconocer cuándo de verdad tienes un problema físico y cuándo sólo estás en ese punto de adaptación al esfuerzo y sabes que en pocos minutos estarás como una moto, que simplemente es cuestión de pasarlo, que tu cabeza racionalice lo que está ocurriendo y se imponga sobre esas piernas que parecen negarse a continuar. 

No tendrá nada que ver (o tendrá mucho) pero el caso es que esas herramientas mentales tienen una utilidad clarísima también en nuestra vida personal y desde luego profesional. Todos tenemos alguna tarea de esas que nos parecen durísimas y sumamente desagradecidas para la que nunca encontramos el momento. En estos meses he descubierto que también esto es más bloqueo mental que otra cosa, que si consigues cambiar el chip, una vez metida en faena resulta que la tarea ni siquiera era tan dura ni tan desagradecida como me había empeñado yo en creer. 

Sabéis que me encanta seguir aprendiendo, cambiando y evolucionando siempre, y para eso nada mejor que conocer gente distinta, cuanto más variada mejor: en edades, en profesiones, en origen, en formación... todo eso me lo ha permitido este reto. Ni que decir tiene que mi reto individual del running para perezosas fue también extremadamente satisfactorio pero de otra manera. Es curioso, para empezar, cómo el mero hecho de ir acompañada te anima y te hace ser más constante, pero además el tener un equipo de entrenadores que cree en tí, que te motiva, que te guía, que te comprende, que nunca deja de sonreir... eso no tiene precio. 

Ya cuando me animé a patinar aprendí a confiar en mi profesor, a veces por encima de mí misma. Volvemos a los autobloqueos, a esos límites que normalmente sólo están en nuestra cabeza. Recuerdo cuando al final del curso exprés tuvimos que enfrentarnos a nuestra primera ruta urbana y yo me empeñé en que no estaba lista para hacerla (¿patinar por Zaragoza? ¿por la calle? ¿con los coches? ¿sorteando peatones? ¿cruzando calles?), hablé con mi profesor y le pregunté directamente "¿pero de verdad crees que estoy preparada para esto?" Me dijo que sí, me lo creí, y completé una súper ruta de la que me sentí profundamente orgullosa durante varios días después. Un tiempo después retomé las clases de patinaje, quería perfeccionar la técnica, aprender nuevos trucos. De nuevo confiar en mi profe me dio buenos resultados. Me recuerdo ejecutando movimientos de los que nunca hubiera pensado que fuera a ser capaz simplemente porque sabía que nunca nos iba a pedir hacer algo que no pudiéramos hacer y mi confianza en él era suficiente para romper mi límite mental. 

En el momento de plantearme este reto ese aprendizaje previo fue definitivo. ¿Prepararme para una carrera de 10 kilómetros en sólo tres meses? mi cabeza me dice que eso es imposible pero si ellos dicen que se puede, me lo creeré. Y sí, fue una cuestión de fe, lo reconozco. Durante varias semanas seguí pensando que era una barbaridad pero no perdí nunca ese punto de confianza en nuestros entrenadores. Al final, un esguince inoportuno a poco tiempo de la carrera me ha impedido completar el reto pero lo cierto es que para entonces ya lo veía perfectamente factible y, de hecho, en cuanto me sea posible lo completaré. Correr 10 kilómetros ya no me parece ninguna barbaridad. Ahora sé que puedo hacerlo, que hay que prepararse, claro, que hace falta entrenar, y entrenar a fondo, y que el cuerpo lo nota, pero también sé que nuestra mente, si le dejamos, nos pone los límites mucho antes de donde realmente están. 

No sé si esta vuelta al blog será real o ficticia, escribir es siempre importante para mí, y a veces, como ahora, siento la necesidad de hacerlo para expresar toda una serie de cosas que me rondan y, si no, se me quedan enquistadas, pero hay épocas y épocas y no sé si ahora mismo estoy en disposición de prometer una regularidad en mis escritos. Veremos... de momento, valga esta entrada como expresión de mi agradecimiento a mi equipo de chicas reto, que ya se han hecho un hueco para siempre en mi corazón, y por supuesto al equipo de entrenadores que tan bien nos han sabido guiar en este reto tan personal y a la vez tan colectivo. 

No hay comentarios:

Seguidores