Bienvenidos a bordo

y gracias por acompañarme en este largo viaje sin retorno que es el de la maternidad. Me río yo de las peripecias de Ulises y de la paciencia de Penélope. Me río de los 12 trabajos de Hércules... ser madre sí es toda una aventura, a veces desesperante, casi siempre agotadora... pero siempre, siempre, siempre ¡tan gratificante! ¿queréis compartirla con mi familia?

viernes, 1 de octubre de 2010

El arte de comer

De todos es conocido que me gusta comer bien. A ver, no es que sea uno de esos paladares privilegiados que detectan hasta el mínimo cambio en una comida, ni muchísimo menos. Tampoco soy especialmente exigente... ahora bien, tengo unos mínimos de calidad, claro y a veces es francamente difícil lograrlos.

Ayer sin ir más lejos... llego en tren a Barcelona a las 14:30 (algún día aprenderé que a esas horas hay que coger el ave en preferente, que te dan de comer y al final te sale más barato) Lo primero que veo al bajar es el McDonalds. Tengo hambre pero no tanta. Hace mucho que los Macdos dejaron de estar en mi lista de posibilidades pero visto lo visto quizás deba reintegrarlos en ella.

Me doy una vuelta por Sants y la verdad, no me termina de llamar nada pero al final, aún sabiendo que probablemente me arrepienta me meto en el Ars. Por agilidad paso de subir al restaurante de arriba, con servicio de mesas, no sé si se come mejor o peor pero me interesa ir rapidito así que me cuadra más el autoservicio. Quiero comer lo más sano posible además así que cojo mi bandeja, mi pan integral, mi agua y una pera para el postre y me dirijo a la isla de las ensaladas.



Me monto mi cuenco de ensalada y la aliño, un poquito nada más, con aceite y vinagre de módena. Paso a los platos calientes. Directamente a los segundos. Escojo salmón a la plancha con guarnición de arroz. A caja... la señora de delante se sorprende de lo que le han cobrado y está preguntando cuánto vale cada cosa. Me impaciento un poco pero en seguida lo comprendo... ¡¡¡me cobran 18 euros!!! esto me pasa por tonta. Mira que sé que es preferible salir a la calle y buscar un bar normal y corriente con menú del día... pero claro, se pierde mucho tiempo... y es que las prisas y el buen comer difícilmente se llevan bien

Todavía en estado de shock escojo una mesa y, ahora sí, ya muerta de hambre, empiezo a atacar. La ensalada sabe poco pero tiene un pase. El salmón directamente no sabe a nada, pero lo de la guarnición es peor, una maseta informe de arroz pasado y recalentado. Definitivamente esto no es comer, es quitarse el hambre. El pan sin embargo está bueno...

Termino por fin mis platos y miro con dudas a la pera. No tiene mala pinta pero visto el resto del menú... la pruebo. ¿Pera? bueno, eso parece... aunque por el sabor no me atrevería a jurarlo...

Los 18 euros que he pagado se me van haciendo un nudo en el estómago junto con la gran piedra en que se ha convertido mi ¿comida? No me atrevo a pedir un café. De hecho salgo de la estación de Sants lo antes posible.

¿Ventaja de mi elección? me ahorré la cena. Fui incapaz de probar bocado hasta que llegué a casa a las 11 de la noche y me abalancé sobre uno de mis riquísimos yogures naturales hechos en casa que sabía que me ayudaría a digerir semejante pelota.

Este post no debería llamarse el arte de comer, sino el arte de sobrevivir obligada a comer en una estación de tren (y sin embargo no recuerdo haber comido nunca tan mal en Atocha...) pero es un arte que, obviamente, aún no domino... (es convalidable con la asignatura "comer en autopistas" pero yo la cambio siempre que puedo por "comer en autovías", infinitamente más fácil de aprobar)

Viajar es francamente interesante, obliga a aprender un sinnúmero de estrategias de supervivencia...


Para compensar hoy me he zampado una súper lasaña de carne casera totalmente a mi gusto (o sea, con un poco de queso rallado en la bechamel, unos tranchettes sobre las láminas de pasta, más queso rallado por encima para gratinar...) hmmmmm... igualita que las lasañas de plástico expuestas ayer en el mostrador...

5 comentarios:

Uma dijo...

fijate que cosa! a mi me encanta comer fuera de casa, pero solo cuando es por vocacion...eso de elegir entre un monton de cosas bien presentadas con un buen vino y sin recoger platos ni ensuciar sartenes...pero cuando es por obligacion la cosa cambia...sobre todo si es en lugares de paso...UN INFIERNO! y caro además!!
besos

M Luz dijo...

AY Elena!! cómo te entiendo esos "atragantamientos" por una mala comida además de cara!!!
Como la que nos dieron una vez en Potes, cuando a Juan le sacaron un chuletón podrido!! por Dios que asco!! y aún tuvieron la jeta de decirnos "sí , ya habíamos notado al hacerlo que olía mal, pero es que no nos queda otro", que conste que no nos inivtaron ni a un café para resarcirnos. Aún me pena no haberles pedido el chuletón envuelto en papel de aluminio y haberlo llevado al cuartelillo de la Guardia Civil, te lo juro. La pena es que un pueblo tan bonito como Potes, lo recordamos de malas maneras.
O como esta Semana Santa, que fuimos a un restaurante en el Moncayo al que hacía tiempo que quería ir, y bueno, fue una buena ocasión para decir "este es un restaurante al que no volveré nunca", el solomillo de cerdo gasco como él solo, y la sorpresa cuando nos cobraron 4 euros por cuatro trozos de pan malo DEL QUE VENDEN EN EL PUEBLO QUE NO HAY QUIEN SE LO COMA!!!!!!
Tantas anécdotas se pueden contar con los restaurantes...buenas y malas ehh? por supuesto!!!

Hayra dijo...

Por dios 18 euros!!!!! O___o Qué robo!!!!! Si al menos la comida hubiera estado buena.. pero joer, debería darles vergüenza cobrar tanto por semejantes platos de comida.. ¬¬
Yo sólo comí en ese "restaurante" una vez con una amiga, y nos robaron la mochila con sus cosas (cartera, cámara de fotos..). En fin, entre la comida, los preicos, y eso.. pa no repetir!

Tita dijo...

Buffff, vaya robazo. No es por hurgar en la herida, pero por un platito, te cobraron lo que por un menú fuera, fijo jajajajaja

Ay pobre, bueno, de todo se aprende. Yo también llevo fatal lo de comer en las autopistas-autovías. Prefiero (aunque me toque pelearme con el santo, que no quiere apartarse) salirnos y comer en algún bar de pueblo, que como poco tienen huevos fritos con patatas que te mueres.

Besos

Elena-Z dijo...

18 eurazos por Diossss... no me extraña que se te atragantara la comida, por Dios... por ese precio (bueno, un pelin más) comimos costi, mi hija y yo como reyes en Valencia, en el sitio que comentaba en el post de vuelta de vacaciones. Hay sitios en los que o pagas el nombre, o la urgencia.

MI costi y yo lo de comer de autopista o autovía lo arreglamos fácil: tanto si salimos de casa como si volvemos a casa, llevamos la comida puesta. Si salimos de casa una tortilla o unas porciones de buena empanada casera con algo de embutido, fruta y bebida en cualquier estación de servicio de estas que tienen mesas nos sabe a gloria. Si es a la vuelta pues cambiamos la tortilla o la empanada por algún bocadillo decente de algún sitio que tuvieramos localizado previamente (por ejemplo, en este viaje a Valencia nos prepararon unos bocatas de jamon con tomate en el Pa i pernil, en unos recipientes "para llevar", de auténtico lujo).

Vale, sí, si el viaje es en tren o autobus no puedes llevar la tortilla... pero es que yo hace siglos que no viajo ni en tren ni en autobus.

Eso si, mil veces un sandwich de pan bimbo y embutido o incluso un McDonalls que malcomer en un sitio donde me den una clavada. Paso de que me pase lo que a tí, me amarga viaje, vacaciones o lo que sea.

Y es que como en casa... en ningún sitio.

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