Bienvenidos a bordo

y gracias por acompañarme en este largo viaje sin retorno que es el de la maternidad. Me río yo de las peripecias de Ulises y de la paciencia de Penélope. Me río de los 12 trabajos de Hércules... ser madre sí es toda una aventura, a veces desesperante, casi siempre agotadora... pero siempre, siempre, siempre ¡tan gratificante! ¿queréis compartirla con mi familia?

jueves, 19 de diciembre de 2013

Y la melancolía

Días grises y/o lluviosos, hormonas rebotadas, dudas e incertidumbres hacen a lamamma persona quejicosa. 

Ay, sí, llevo un par de días más tontos. A eso de las 5 de la tarde -la británica hora del té, ¿tendrá algo que ver?- me empiezo a poner tristona y melancólica. Será porque empieza a bajar la luz y a mí la falta de sol me afecta mucho. Será porque no llama quien debería llamar ni se concreta lo que se debería concretar. Será porque se acerca la navidad, aunque ésta más bien suele ponerme alegre. Será porque llevo muchos días sin tiempo para escaparme al gimnasio o la piscina, sin patinar, sin montar en bici. Es curioso, siempre me ha gustado el invierno y sin embargo este año me está costando. Claro, que a mí el que me gusta es ese invierno de días fríos pero soleados, barridos con ganas por este cierzo nuestro que a tantos molesta y a mí me da vida. La lluvia no me molesta demasiado, incluso hay días en que me divierte pasear bajo ella sin paraguas ni nada, sentirla sobre mi rostro. Pero ay, la niebla... el primer día la encuentro bellamente tenebrosa, inquietante, misteriosa. Excita mi imaginación literaria y me hace sobrecogerme ante escenas como esta del Pilar iluminado surgiendo entre las brumas del Ebro.



Pero más pronto que tarde la falta de luz solar se instala en mi alma y me sorprende un estado de ánimo tan poco propio de mí como es la melancolía. Pese a todo, ya me conocéis, siempre tozudamente positiva, he decidido esta misma tarde, mientras me pelaba de frío en un ambiente más húmedo de lo habitual en esta ciudad de secano, que la melancolía no es un sentimiento tan malo al fin y al cabo y que debería aprender a disfrutar de él en los raros momentos en que me embarga. 

Pocos minutos más tarde, de vuelta a la calidez de mi hogar, con un par de tostaditas recien hechas y un tazón de cola cao calentito, todo rastro de tristeza había desaparecido. ¡No me ha dado tiempo de aprender a disfrutarla! tal vez deba esperar a ver si mañana a la hora del té vuelve la morriña y estoy más atenta. 


2 comentarios:

Elena-Z dijo...

La niebla deprime mucho. No le des más vueltas. Hoy seguro que estás mejor.

Lamamma dijo...

Pues sí, el cierzo de hoy me ha espabilado y he vuelto al gimnasio.

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