Bienvenidos a bordo

y gracias por acompañarme en este largo viaje sin retorno que es el de la maternidad. Me río yo de las peripecias de Ulises y de la paciencia de Penélope. Me río de los 12 trabajos de Hércules... ser madre sí es toda una aventura, a veces desesperante, casi siempre agotadora... pero siempre, siempre, siempre ¡tan gratificante! ¿queréis compartirla con mi familia?

domingo, 24 de abril de 2011

De vuelta a la madre tierra

Será porque me estoy leyendo la saga de "Los hijos de la Tierra" y ando yo imbuida de cierta espiritualidad al estilo prehistórico (la Gran Madre y sus dones y esas cosas), será porque ha sido una semana en familia extraordinaria, en el pueblo, con buen tiempo hasta el miércoles por la mañana y sin lluvia (al menos) el resto del tiempo, será porque tantos meses de gimnasio al menos han hecho que ahora las caminatas por el monte me resulten más descansadas y las disfrute mucho más (y que mis chicos ya están hechos unos auténticos montañeros), será por lo que sea pero durante estos días me he sentido más conectada con la tierra. En serio, ya sé que suena así como muy rimbombante, pero no encuentro otra forma de decirlo. Y ya sabéis que yo soy urbanita hasta la médula vaya, pero igual precisamente por eso cuando todo va bien me resulta más interesante esto del campo.


El caso es que íbamos caminando por senderos de montaña y me iba yo fijando en la gran variedad de plantas que nos rodeaba y ¿sabéis que pensaba? (aparte de "¿y esto qué demonios será?): pensaba en cómo cambian las circunstancias. En los libros de Jean M. Auel tanto neanderthales como cromañones dependen de su conocimiento del entorno para su supervivencia. No sólo deben conocer a los animales y cómo conseguir cazarlos, la abundante flora que los rodea es fuente a la vez de alimentos y de medicinas. Obviamente, Ayla, la protagonista, como curandera que es, las conoce mucho más a fondo pero aún así. Yo voy por la montaña y no distingo nada de nada. Y sobre arbolitos, qué vamos a contar... sé que aquél de allá es un nogal, este de aquí un manzano y aquél otro un membrillo porque he recogido de ellos nueces, manzanas y membrillos respectivamente pero desde luego no porque los reconozca (salvo que tengan el fruto, ¿eh? entonces sí) y sin embargo en estos días hemos comprado y plantado para los chicos un manzano y un peral que ellos mismos escogieron y visitaron cada día.

Me gustaría que mis hijos entendieran algo más que yo de estas cosas (que tampoco es difícil por otra parte) En mi descargo diré que nunca tuve pueblo al que ir hasta que me adoptaron en el de mi marido, nunca había cogido setas, ni frutas de ningún tipo (los autoservicios de frutería del supermercado no valen) todo lo más alguna mora silvestre durante alguna excursión. Ahora me doy cuenta de cuántas cosas me perdí y me alegro de que mis hijos puedan disfrutarlas desde bien pequeños. Sigue gustándome la vida urbanita, eso no cambia, pero no me parece razonable alejarse tanto de la madre naturaleza. Ya he hablado alguna vez de cómo hemos ido perdiendo nuestros instintos naturales, con lo útil que es a veces escucharlos. No tengo nada en contra de las comodidades de la vida moderna, me pregunto que pensaría Ayla de quedarse sin las hierbas que necesita y limitarse a ir a la herboristería a por una bolsita. O en el peor de los casos, ¡tener que pedirla por internet! pero una cosa no debería excluir a la otra.

4 comentarios:

Tita dijo...

¡Primer! (esto solo se puede hacer en blogs sin moderación jajajajaja)

Me encantó la saga (no he leido los últimos) de Los hijos de la tierra. Quise volver a releer los primeros para continuarla ¡y no los encontraba! no sé a quien se los dejé, con tanto entusiasmo, que ni lo recuerdo, ni me los devolvieron: los he vuelto a comprar de trapillo. A ver si los releo. Me encantaron y me pasó lo mismo que a ti.

Yo soy de pueblo, y aún así, no distingo el higo de la breva, hija. Cada uno aprende de lo que necesita, y seguro que tú de lo tuyo, sabes más que nadie. Eso sí, la naturaleza es nuestra base, y tienes razón, no deberíamos alejarnos de ella...

Abrazos

Uma dijo...

estoy con tita, tb soy de pueblo y ni papa de nmaturaleza; en mi caso es por las ganas locas que tenia de salir de alli...yo soy urbanita hasta la medula, aunque naciese en un pueblo.
Por lo demas muy de acuerdo con tu analisis, a posteriori me arrepiento de no haber aprovechado maás.
Besos

M Luz dijo...

A mi simepre me ha gustado mucho el campo y la montaña, mas que el mar y la playa. De hecho, ya sabes, por fin conseguimos nuestro sueño de tener una casita en un pueblo para aislarnos de vez en cuando de la ciudad y poder salir a pasear en vez de a un Centro comercial, al campo y a descubrir en cada paseo algo nuevo. Lo que no quita para que yo no me vea (por lo menos de momento) viviendo allí de continuo, aunque según los planes de Juan, él sí que nos ve allí viviendo nuestra jubilación ¿¿?? todo se verá...
Sobre los libros de "los hijos de la Tierra" solo me falta leerme el último que ha sacado la escritora. Los demás...pues bueno, el primero me encantó pero los demás me sonaron a "novela rosa-pseudoerótica-Barbara Cartland" entretneidos pero nada que ver con el primero de la saga.

Lamamma dijo...

jajaja, pues no sé, no he leído a Barbara Cartland pero la verdad es que uno de ellos al menos tira bastante a culebrón, sí...

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