Bienvenidos a bordo

y gracias por acompañarme en este largo viaje sin retorno que es el de la maternidad. Me río yo de las peripecias de Ulises y de la paciencia de Penélope. Me río de los 12 trabajos de Hércules... ser madre sí es toda una aventura, a veces desesperante, casi siempre agotadora... pero siempre, siempre, siempre ¡tan gratificante! ¿queréis compartirla con mi familia?

lunes, 8 de noviembre de 2010

Los sonidos de la calle

Estaba yo esta mañana planchando con la ventana abierta para ventilar el cuarto (¡socorro! ¡me estoy volviendo un ama de casa!) y mira, podría haberme puesto música, o la tele (aunque por las mañanas ya es difícil encontrar algo bueno que ver) pero no, estaba yo tan entretenida poniendo oreja a los sonidos que me venían de la calle.

Os pondré en situación: vivo en un primer piso de una calle céntrica, más bien estrecha y sin mucho tráfico. Enfrente justo tengo un ambulatorio médico (muy práctico, por cierto)

Dadas pues las características de la calle a la que da la ventana abierta en cuestión, os podéis imaginar que he tenido ocasión de escuchar, no sólo ruidos, sino sobre todo conversaciones (casi todas de móvil, por cierto)




Una llamada de trabajo de un catalán (supongo, se ha despedido con un "adeu", aunque también puede ser que la catalana fuera su interlocutora, María creo...) pidiendo que se asegurara de que aquéllo que pidió estaba resuelto... muy amable, el señor, ha llevado toda la conversación en un tono súper agradable...

Una chica muy acelerada informando de que tenía que ir a la notaría. Lo ha repetido más de una vez, debía de ser importante, o a ella se lo parecía...

La mamá que le cuenta a alguien (pongamos que era un papá) que la revisión del niño había ido muy bien...

Ha estado entretenido, ¿sabéis? no he pillado ninguna conversación compremetedora ni nada de eso, pero igual que a veces me gusta sentarme en una terraza y jugar a imaginar la vida de quienes pasan por delante, hoy me he sorprendido imaginando cómo eran esas personas de quienes sólo oía la voz, el escenario que debía de rodear sus comentarios... son ejercicios simpáticos, aunque peligrosos... casi quemo una camiseta de Guille por estar en lo que no debía...(por algo suele ser maridín quien plancha... bueno, por eso y porque yo lo hago bastante mal, pero vaya, para un apaño...)


7 comentarios:

Ellyllon dijo...

Como yo, pa una urgencia algo hacemos con la plancha jajajajaaja

Pues debe estar bien vivir en una calle así.
Yo la verdad sea dicha desde que los churreros se han separao no se oye ná en mi vecindario.
Bueno, algunas veces a la picoleta (que también es un peligro), pero menos.
Antes la churrera salía a hablar por el móvil a la galería porqsue su compañía no tenía cobertura dentro de su casa pero al igual que ha cambiao de vida ha debido cambiar de móvil y no se la oye.

Pero bueno, que lo tuyo ha debido ser más divertido.

Un besazo
Elly

Elena-Z dijo...

Debo confesar que eso lo hago con cierta frecuencia.

No cuando plancho, porque ahora plancha el amo de casa, y además yo vivo en un tercero, y mis ventanas dan a un parque. Pero sí, por ejemplo, cuando voy en el autobús. Y fue ahi donde un día escuche la razón definitiva de porqué una chica de 15 años no debe hacerse un tatuaje: "¿tú sabes lo feo que te tiene que quedar a los 80 con toda la piel arrugada?"

También suelo hacerlo mientras espero que me atiendan aquí o allí. Así me enteré que una zapateria del barrio que le habian quemado la fachada estaba vendiendo zapatos tirados de precio, porque tenían que hacer obra "por la vía rápida" y estaban vendiendo superbarato todo lo que tenían en existencias. Por supuesto, me acerqué y le compré zapatos a mi hija para un par de temporadas, porque vendian los zapatos a menos de la mitad de precio.

Pero de verdad de verdad de verdad donde más me gusta escuchar es... en hacienda, la seguridad social, incluso en inspección de trabajo. Lo que se puede llegar a aprender de los criterios de la administración al interpretar o aplicar normas simplemente escuchando mientras atienden a otros, mientras haces fila, o esperas sentada ante una puerta abierta...

Igual habrá quien pensará que soy cotilla... pero para nada. NO hay cosa que me resulte más aburrida que las conversaciones de las vecinas mientras tiendo la ropa. Siempre pienso: ¿no se dan cuenta que hablando tan alto nos estamos enterando todos de cosas que no nos importan?

Lamamma dijo...

jajajaja, muy bueno lo de Hacienda. Es verdad, cada caso tiene sus pejigueras y escuchando lo que le dicen a los demás descubres mucho sobre los entresijos de esta nuestra querida administración pública.

Y tienes razón, no tiene nada que ver con ser cotilla (hablamos de escuchar a perfectos desconocidos no de indagar en la vida de compañeros de trabajo o vecinos). Simplemente, al menos para mí, es un ejercicio de imaginación. Además, nunca se sabe qué personaje desconocido puede transformarse en un perfecto protagonista, o secundario, de novela.

Tita dijo...

¡Marujilla y cotilla! a veces cuando he ido hablando por el móvil he notado que alguien me miraba con curiosidad ¡¡¡me muero de la vergüenza!!

Me empiezo a trabar, y ya tengo que cortar.

A veces olvidamos que con el móvil vamos aireando por la calle, y como encima, no sé por qué,hablamos más alto que si tuvieramos a la otra persona delante...

En fin ¿qué coño hacíamos antes de tenerlos?

Besos

Elena-Z dijo...

Tita: ser un poco más libres.

Yo siempre digo que los móviles han sido una exclavitud que nos han vendido y todos nos la hemos tragado. Y conste que yo el móvil lo tengo como busca o como dice mi hermano, para que me haga contrapeso en el bolso.

Lamamma dijo...

¡venga ya! el móvil, como todo, es una esclavitud si te dejas esclavizar... como las consolas son malas si se vuelven adictivas pero no si son simplemente una opción más de juego. Tampoco es bueno que un niño se pase todo el día encerrado en casa leyendo y no salga a la calle ni juegue con otros niños. ¿Son malos los libros? pues no... pues esto igual. Móvil, ordenador portátil, PDA, Netbook, internet en el móvil... son sólo herramientas que nos pueden facilitar mucho la vida (sobre todo en cuanto a gestión de tiempo, ya que hablábamos el otro día de mi curso) pero por supuesto, hay que saber utilizarlas, ¡como todo!

Dicho esto, es cierto que vamos por la calle aireando nuestras intimidades tan alegremente y no nos damos cuenta de que cualquiera puede escucharnos.

ODRY dijo...

La profesora de mi hijo que ra squicologa, decía que un nio necesita de vez en cuando una pequeña dosis de frustación, para saber afrontar los problemas que se va a encontrar a lo largo de su vida, que un no en su momento no es tan malo, más bien necesario, y la verdad es que me fue bien siguiendo muchos de sus consejos.

Un besazo

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