Bienvenidos a bordo

y gracias por acompañarme en este largo viaje sin retorno que es el de la maternidad. Me río yo de las peripecias de Ulises y de la paciencia de Penélope. Me río de los 12 trabajos de Hércules... ser madre sí es toda una aventura, a veces desesperante, casi siempre agotadora... pero siempre, siempre, siempre ¡tan gratificante! ¿queréis compartirla con mi familia?

viernes, 31 de diciembre de 2021

Un año rarito



Creo que en esta definición del título estaremos muchos de acuerdo. 2020 nos sorprendió a todos con una pandemia inesperada que hizo tambalear nuestras rutinas y nos obligó a adaptarnos a nuevas formas de vivir, de relacionarnos, de trabajar... Ninguno esperábamos al principio que fuera a durar mucho pero duró, ya lo creo que duró, ¡y dura! así nos ha pillado de desprevenidos esta nueva ola a final ya de 2021, que parecía que ya estábamos acabando, que nuestras vidas iban volviendo poco a poco a una cierta normalidad y no, de eso nada. Navidades rarunas de nuevo, este año incluso más que el anterior. 

Pero eso no quita que yo mantenga mis viejas tradiciones. Sobre todo la de hacer, en familia, repaso del año con nuestro calendario de adviento, que nos sirve de soporte para, día a día, ir haciéndonos preguntas sobre cómo ha ido el año, qué se podría mejorar, nuestros propósitos para el siguiente... en fin, estas cosas. 

¿Y cómo ha ido mi año? pues eso rarito. Y no especialmente por el covid, que cuando una tiene una vida social tan limitadita como la mía, pues hombre, mucho no afecta. Ha sido un poco puñetero en cuanto a problemillas varios de salud en la familia, que afortunadamente no han llegado a mayores, y ha sido rarito a nivel de trabajo sobre todo. He pasado por varias fases en ese sentido a lo largo del año pero parece que me he quedado en una razonablemente buena, con ciertas expectativas para el año que viene que sospecho que no se van a cumplir pero ahí están. Por ahora lo encaro con prudente optimismo, que no es poco. 

Por supuesto es el momento también de plantearme mis famosos retos para el año nuevo. Sobre todo uno es famoso por repetido año tras año y nunca conseguido (sigh) El clásico de perder peso, que os diría que este año sí que sí me lo planteo en serio y lo voy a lograr, pero como eso también lo digo año tras año, pues mejor me callo. Eso sí, eso no quita para que de verdad me lo plantee súper en serio, claro. Estoy pensando en la posibilidad de hacer una sección mensual fija en este blog para ir contando por aquí mis avances (o retrocesos) en ese sentido, a ver si así me lo tomo más en serio. Si yo la teoría la tengo clarísima pero es que entre la perecita de hacer ejercicio de forma regular (irregular sí hago, mucho, pero claro, aquí la constancia es fundamental), y lo que me gusta a mí comer... y bueno, lo de que en el trabajo haya siempre algo dulce para acompañar al café tampoco ayuda. Tengo que pensar en cómo "prohibirme" a mí misma con éxito comer guarradas de esas, que encima tampoco os creáis que me gustan tanto, si es más el impulso este de que está ahí, lo veo, me lo como. A ver si aprendo por fin a parar y pensar antes de echar mano al bizcocho de turno.

El otro gran objetivo del año va a ser terminar mi proyecto de novela negra, que me he empeñado yo en explorar este género y me está costando horrores avanzar. Además, tengo que dar por cerrado ese proyecto para poder ponerme con la cuarta parte de mi saga de libros infantiles, que el tercero sale ya en breve y hay que ir pensando en darle continuación. ¡Os iré contando!

En fin, que después de un año raruno, raruno en muchos aspectos pero no malo en realidad, encaro el 2022 con ciertas dosis (prudentes) de optimismo y energías renovadas pero justitas. Reconozco que otros años estoy más ilusionada con lo que vendrá. Supongo que la dichosa pandemia nos ha puesto en nuestro sitio en cuanto a planes y esperanzas, pero lo cierto es que en mi caso no ha sido solo la pandemia. Lo de las expectativas es un arma de doble filo que hay que aprender a manejar. En ello estoy.  

No hay comentarios:

Seguidores