Bienvenidos a bordo

y gracias por acompañarme en este largo viaje sin retorno que es el de la maternidad. Me río yo de las peripecias de Ulises y de la paciencia de Penélope. Me río de los 12 trabajos de Hércules... ser madre sí es toda una aventura, a veces desesperante, casi siempre agotadora... pero siempre, siempre, siempre ¡tan gratificante! ¿queréis compartirla con mi familia?

martes, 17 de diciembre de 2019

Fin de año, principio de año


Este año ando un poco desubicada porque por diferentes motivos no hemos podido realizar nuestro tradicional periodo de reflexión durante el Adviento. Normalmente para estas fechas ya tenemos bastante analizado el año que acabamos de pasar, hemos reconocido esas cosillas que todos podemos mejorar, y también las que hemos hecho bien, por supuesto, no podemos quedarnos solo en lo malo. También a estas alturas tenemos ya definidos una serie de objetivos que queremos conseguir durante el año entrante y, si se nos ha dado bien la cosa, más o menos una estrategia para lograrlos. 

Esta vez sin embargo no tenemos nada de eso, y me descoloca porque me parece importante para cerrar correctamente etapas. El fin de año no deja de ser una fecha más en el calendario, como el inicio de septiembre, también muy dado a los buenos propósitos, pero simple fecha o no, lo cierto es que es un momento tan bueno como cualquier otro para parar unos instantes y reflexionar. Vamos todo el día corriendo de aquí para allá y haciendo la mayoría de las cosas por inercia, no nos paramos lo suficiente, me temo. 

Así pues, me paro ahora y reflexiono. 

No ha sido un año especialmente bueno. Han pasado muchas cosas y no todas de mi gusto. Tampoco ha sido catastrófico, no pienso dejarme llevar por mi lado drama queen. En la parte positiva debo resaltar que me ha servido para trabajar a nivel personal muchos aspectos de mí misma que en algunos casos hasta desconocía. En la más negativa, me he enfrentado a alguna que otra situación desagradable con alguien a quien consideraba de alguna extraña manera un amigo, a quien por momentos llegué a expulsar casi totalmente de mi vida (todo lo que las circunstancias me permitían) y a quien, finalmente, por una carambola del destino de estas que de golpe te recolocan las prioridades sin comerlo ni beberlo, he decidido dar otra oportunidad. No prometo que salga bien, esto no depende solo de mí y he descubierto serias incompatibilidades en nuestras formas de ser que no estoy segura de ser capaz de cuadrar, pero parece ser que en su momento me caló lo suficientemente hondo para ser capaz siempre de afianzar sus raíces y resistirse a morir. Y para qué mentir, le echo de menos... no he llegado a entender muy bien cómo hemos sido tan tontos los dos como para estropearlo todo tanto, ni estoy segura de que tenga arreglo, pero me gustaría trabajar en ello durante este próximo año. Ya lo estoy haciendo en realidad. 

Como ya os comenté en la entrada de mi cumpleaños, me he enfrentado a algunos de mis defectos que, francamente, ni siquiera era consciente de tener. O sigo en ello, no estoy segura. En cualquier caso estoy puliendo cosillas, sigo trabajando en mi famosa y cada vez menos inalcanzable comunicación asertiva (estoy haciendo progresos, lo prometo, aunque de vez en cuando todavía se escape mi yo agresivo), y hasta estoy planteándome una posibilidad en el ámbito laboral que aunque todavía es remota, empieza a tomar visos de posible, lo que hasta hace solo unos semanas sonaba a utopía. No tengo nada claro que llegue a buen puerto porque en este mundo en que vivimos todo cambia tan rápido que lo que hoy es blanco mañana podría ser verde, o quizás dorado y con brillibrilli. Pero también sigo trabajando en aquello que os conté sobre Maslow, el ego y el desapego, que ya os adelantaba que no sería fácil pero creo que vale la pena.

Otras cosas ya os las he ido contando, mi segundo libro está ya en circulación (por cierto, excelente regalo para los niños estas navidades, no dejéis de pedirme vuestro ejemplar dedicado si lo queréis) y me considero muy afortunada en no pocas áreas de mi vida. Lo del deporte lo llevo regular, o más bien inconstante, como siempre, lo de escribir más de lo mismo... pero bueno, son esas clásicas cosillas a mejorar que siempre se me van quedando de un año para otro porque nunca es suficiente.

Resumen agridulce pues. No acabo de decidirme por si ha sido más agrio que dulce o al revés, supongo que depende de en qué áreas de mi vida me centre. Hablando de ello, no hace mucho volví a hacer una rueda de vida. La descubrí hace años y me parece una herramienta excelente, no solo para ver de un golpe dónde estás, sino también para relativizar, porque muy mal se te tiene que dar para estar fatal en todas las áreas de tu vida. Quizás hasta después de hacerla te sorprendes de lo bien que estás en alguna y ni siquiera te estás dando cuenta. Os lo aconsejo. 

Y yo creo que de momento lo dejo aquí. He parado, pensado y establecido el punto de partida para fijar objetivos para 2020 con sus correspondientes estrategias. Además estamos pensando en una nueva idea para ese acto simbólico que últimamente hacemos la última noche del año. Ya hemos hecho lo de lanzar nuestros deseos en globos, el año pasado escribirlos en papel de semillas y plantarlos... para este año nos ronda otra idea la cabeza pero todavía no puedo contaros, aún no está del todo definido.


No hay comentarios:

Seguidores