Esta noche las noticias de nuevo me han sobresaltado pero esta vez además me ha chocado algo. La muerte y la vida, lo de siempre en un telediario, quizás, pero hoy había algo distinto. Por un lado, un bebé pequeñito, prematuro quizás, puede que incluso un aborto, encontrado muerto en un contenedor y por otro lado, una bebita salvada por una cesárea post-mortem. Las causas son en ambos casos escalofriantes. Nada nuevo tampoco, tal vez ni siquiera la coincidencia temporal. Del primero se sabe poco por ahora. Siguen buscando a la madre pero es uno más de demasiados casos de abandonos de bebés. Algunos son encontrados a tiempo, otros lamentablemente no.
El otro es directamente espeluznante. Sí, es cierto, a veces parece que nos habituamos tanto a estas noticias que perdemos la capacidad de horrorizarnos por ellas, pero un chico de 20 años que le pega un tiro en la cabeza a su mujer de 22, embarazada de nueve meses, es para algo más que horrorizarse, creo yo.
Pero no quería yo hablar de ésto. No de la parte horrible de la noticia, sino de la buena. De que esa niña ha sido salvada in extremis de la muerte. De que está en la UVI, sí, pero de que tiene una oportunidad de vivir pese a todo. ¿Qué tipo de vida le espera? pues lamentablemente no sólo dependerá de ella, pero en gran parte sí. Desconozco qué será ahora de ella. Pensemos que saldrá de la UVI en perfecto estado de salud. Lógicamente no contará con un padre y una madre que la cuiden y la mimen como todo bebé merece. Quizás sí cuente con una abuela, o con unos tíos, o con una familia de adopción. Obviamente ese primer paso determinará en cierta forma su futuro. Pero son tantas las influencias que podemos recibir a lo largo de nuestra vida... El bebé del contenedor sin embargo ya no las disfrutará. Ya no podrá dejarse aconsejar por una familia, biológica o no. Ya no tendrá el apoyo de unos amigos, sus buenas o malas influencias. No tendrá la oportunidad de descubrir qué quiere hacer con su vida. La niña del Vall d'Hebron sí. Es hija de un asesino, de acuerdo. Antes incluso de nacer ha perdido a su madre y ha sufrido una parada cardiorespiratoria. No parece un buen comienzo. Pero es un comienzo. Es una oportunidad.
Mi abuela nació casi muerta. No daban un duro por ella, y menos en aquélla época. Y sin embargo resultó ser dura como el acero y vivió intensamente hasta los 94 años bien cumplidos. Su primer hijo no tuvo tanta suerte. Nació antes de tiempo, mala época todavía para un ochomesino. Vida y muerte de nuevo. Oportunidades ganadas y perdidas. Cuando la puerta se cierra para siempre está cerrada, no hay nada que hacer. Pero cuando la puerta se niega a cerrarse, éso es una oportunidad que hay que pillar al vuelo y aprovechar al máximo. Ojalá esa niña rescatada de las garras de la muerte, pase lo que pase en su entorno a partir de ahora, sepa siempre aprovechar sus oportunidades y construir una vida plena. No es tan difícil ser feliz, a veces parece que depende de mil cosas que escapan a nuestro control, pero no es así. Al final nuestra vida sólo depende de nosotros, o más concretamente de nuestra actitud ante ella, ¿no os parece?