En nuestro caso, lo que se venía gestando desde hace tiempo ya es que últimamente no encontraba tiempo para leer más que en el avión, ¡y tampoco viajo tanto! Mis hijos sin embargo, no fallan, todos los días se van a la cama con el libro y la linterna y leen el rato que les apetece.
Es verdad que a mí lo de leer por la noche me da un poco de pereza, más que nada porque como me enganche a la historia no encuentro nunca el momento de parar, y yo que soy dormilona, y que tengo que madrugar... pero ir viendo crecer el montón de libros pendientes y que aquello no avanzara era superior a mí.
Por otra parte, nosotros habíamos cogido la mala costumbre, en cuanto los niños se iban a la cama a leer, de empanarnos con la tele, con lo cual a lo que dejas la chorrada que estés viendo estás ya tan cansado que ni ganas de abrir un libro.
¿Solución? le propuse a la tropa una nueva costumbre familiar. Desde hace unos días ya después de cenar, en vez de mandar a los niños a la cama, nos sentamos todos juntos en el salón, cada uno con su libro y durante un rato leemos todos juntos. Es curioso, en la mayoría de sitios hablan de que los adultos demos ejemplo a los niños para que nos vean leer y así lo hagan ellos también. En nuestra familia ha tenido que ser al revés... claro, que el germen ya estaba plantado, eso sí.
¿Me contáis vuestros hábitos de lectura?