El caso es que, con la perspectiva de que a lo largo del año que viene podamos ir recuperando poco a poco la normalidad, llegamos todo a esta nochevieja con esa sensación de que por fin nos libramos de un año aciago, aunque no sea exactamente así. No olvidemos que 2021 va a empezar con rebrotes, de mayor o menos calibre eso ya lo veremos, según nos hayamos portado todos estas fiestas (miedito me da) y que aún nos quedan unos cuantos meses duritos antes de remontar.
Y pese a todo, 2020 nos ha dejado algunas perlas para la reflexión ¿no os parece? A mí particularmente se me ha quedado grabada la extraordinaria recuperación de la Tierra durante ese confinamiento global al que nos vimos sometidos. Y sin embargo, ¡qué poco nos costó volver a las andadas! y bueno, otras cosas en las que no me apetece meterme ahora, los que me conocéis ya sabréis por dónde voy.
A mí particularmente no me ha ido mal, debo reconocerlo. No hemos tenido sustos en cuanto a salud y el trabajo nos ha ido bien, también a los chicos con las clases online. Es mucho más de lo que tantas y tantas personas pueden decir. Este resumen de año es por tanto algo distinto al que suelo hacer. Me quedo con lo positivo y renuncio a engancharme en lo negativo. He logrado algunos de mis objetivos y me enfrento al 2021 con fuerzas renovadas para lo que me quedan por conseguir. Todos esperamos mucho de 2021 pero no debemos olvidar que es mucho lo que depende de nosotros mismos. No vale eso de depositar nuestras esperanzas en un número, o en una estrella fugaz, o en un deseo pedido al soplar una vela, o lanzado al aire, o enterrado en papel de semillas... para este próximo año tengo deseos sí, eso no pueden faltar nunca, pero sobre todo tengo objetivos.