El caso es que pensando en estas cosas me he acordado de una entrada que escribí hace la tira de tiempo en el viejo blog de Terra y he conseguido recuperarla gracias a backmachine. Os la copio tal cual:
Al otro lado del espejo
(y que Lewis Carroll me perdone...)
Esta
mañana, mientras me maquillaba, mi imagen en el espejo me ha guiñado
un ojo. Sorprendida, me he fijado mejor, por si había sido una
ilusión óptica pero el reflejo de mi cara de asombro se ha
convertido claramente en pícara sonrisa. Y sin embargo yo estaba
segura de seguir con la boca abierta... entonces ha movido su mano en
claro gesto de invitación a seguirla. Atónita, he tocado con
suavidad el duro cristal y, para mi sorpresa, la punta de mi dedo
corazón lo ha traspasado con facilidad. Sin darme tiempo a
retirarme, asustada, ese otro yo tan decidido ha tirado con firmeza
de mi mano, arrastrándome hacia sí.
De
repente me he encontrado en un baño que no era el mío. Ni mejor ni
peor, distinto. Pero no me ha dado tiempo de fijarme demasiado, mi
simétrico clon me arrastraba tironeando hacia fuera. De un vistazo
rápido he podido constatar que me encontraba en un piso pequeño,
sin el menor asomo de los típicos rastros de niños, nada de
juguetes por los suelos, nada de motos, hamacas, cuentos, pinturas,
garabatos... un oasis de paz, sí, pero encuentro que le faltaba
vida, francamente. Un pequeño montón de revistas en alemán me
ponen sobre otra pista. Efectivamente, salimos a la calle y pronto
reconozco esa escultura en forma de corbata, estamos en el corazón
financiero de Frankfurt, ciudad de contrastes, sin duda. Entramos en
uno de los rascacielos, donde todo el mundo nos saluda amablemente. O
la saludan a ella, en mí nadie parece fijarse, supongo que nadie me
ve, de hecho. Con un nuevo guiño, mi alter ego me posiciona frente a
otro espejo. De nuevo mi reflejo cambia la atónita mirada por una
amplia sonrisa y me invita a seguirle a otro mundo, a otra vida
distinta. Con una leve inclinación doy un paso atrás y declino la
oferta. Ha sido suficiente por un día. Seguiré un poco más el hilo
de mi vida paralela en Frankfurt y luego volveré a casa con un
taconeo de zapatos rojos.
Año
tras año, día tras día, vamos tomando mil decisiones, más o menos
importantes, más o menos decisivas, pero todas ellas determinantes
del rumbo que seguirán nuestras vidas. ¿No
habéis tenido nunca curiosidad por saber qué habría pasado si en
vez de esto hubierais optado por aquéllo otro? Yo
siempre... ¿cuál sería mi situación actual si en vez de Francia
hubiera escogido Alemania? ¿y si en vez de Dirección de Empresas
hubiera optado por Psicología, que durante mucho tiempo fue mi
primera opción? ¿y si hubiera hecho caso omiso de mi instinto
cuando voces amigas me aconsejaban, con la mejor de sus intenciones
sin duda, que no perdiera el tiempo con el que hoy es mi marido? ¿Y
si hubiera decidido no tener hijos? Tras
cada espejo en el que nos miramos hay un sinfin de mundos paralelos,
a los que no podemos llegar sino con nuestra imaginación,
pero ¿no
os parece divertido viajar por ellos? no
se trata de lamentarse, o de regodearse en lo que pudo ser y no fue.
No hablamos de frustraciones ni arrepentimientos... yo nunca me
arrepiento de ninguna decisión, salga como salga (de todas formas
nunca podremos saber si la otra opción habría sido mejor, o mucho
peor, o simplemente distinta) pero sí me gusta dejar vagar a mi
mente por esos otros mundos.
Recuerdo
una vez en que hicimos un ejercicio de visualización en grupo.
Tendría veintipocos años. El ejercicio consistía en cerrar los
ojos e imaginarnos a nosotros mismos a los 30 años. Mi visión de
entonces tiene poco que ver con lo que en realidad fueron mis
treinta, o están siendo mis treintaytantos. Pero con
el tiempo nuestras visiones, nuestros objetivos, nuestras prioridades
van cambiando.
Y seguimos encadenando decisión tras decisión. Algunas
aparentemente banales, como sacar el coche o coger un autobús, otras
de la mayor importancia, como hipotecarnos para veinte o treinta
años, emparejarnos de por vida o tener hijos. Pero incluso
las decisiones más triviales pueden cambiar nuestro futuro. Pura
teoría del caos.
"Hasta
la más pequeña gota de rocío caída del pétalo de una rosa al
suelo, repercute en la estrella más lejana". Albert
Einstein.
Mejor
no pensarlo mucho en el momento de tomar una decisión, ¿verdad? el
vértigo podría hacernos caer. Entre decisión y decisión... ¿Os
animáis a un viaje por vuestros mundos paralelos?