Hace unos días, un comentario en Twitter acabó llevándome a
una reflexión muy interesante. La conversación fue la siguiente:
Bromas aparte sobre la legalidad o ilegalidad de mis
primeras ideas, lo cierto es que me dio que pensar. Últimamente trato
de autoconvencerme de que el trabajo no es ni debe ser una forma de autorrealización (o no
la única al menos) porque no siempre se puede tener el que querrías o
de la forma que querrías y también hay que saber sobrellevar eso. Por supuesto
lo ideal sería tener un trabajo que te apasione en el que te dé igual que sea
lunes que viernes porque lo disfrutas igual y no coges el fin de semana como si
fuera la última botella de agua del desierto. Pero, seamos prácticos. Ni eso es
siempre así, ni es tan fácil hoy en día cambiar de puesto ni mucho menos
encontrar el ideal.
Lo dicho, seamos prácticos. Partiendo de la base de que
tenemos un trabajo que no nos apasiona pero en el que tampoco estamos tan mal
que realmente no haya otra opción que huir de él, ¿qué hacemos para mejorar
nuestra jornada laboral? O, como planteaba Raúl, ¿qué hacemos para tener más
“sensación de vacaciones” en nuestro día a día?
Supongo que esto depende de cada uno pero para mí lo
fundamental es encontrar algo que te permita disfrutar todos los días (o casi). Si no es el
trabajo, entonces hay que asegurarse de que sea otra cosa. Para algunos será
hacer actividades en familia, para otros algún hobby…
He pensado primero en dedicar un ratito al ejercicio.
Precisamente estoy pensando en volver al gimnasio. Lo dejé porque con mis
nuevos horarios no estaba yendo nada pero realmente lo necesito así que habrá
que "hacer un poder" y darle la prioridad que merece, que al final todo se reduce
a eso. El día tiene 24 horas, cómo las gastemos depende de a qué le damos más
importancia.
Sin embargo, ir al gimnasio no me ayudará a sentirme de
vacaciones.
Siguiente planteamiento: dedicar un ratito cada día a
escribir (o documentarme). Estoy trabajando ya en la tercera parte de mi saga
de pequeñas brujas y es cierto que cuando más tiempo le dedico es cuando estoy
de vacaciones, sobre todo en el pueblo. Peeerooo, lo que son los hábitos: esto
lo relaciono con el ratito tranquilo en la terracita con mi coca cola zero zero
y mis almendritas, pistachos o lo que tocara ese día. No estoy segura de que
tener que sacar sí o sí un rato aunque sea al final del día, ya cansada, para
escribir, me haga sentir de vacaciones. Tengo que darle una vuelta a esto para
encontrar el modo de hacer que se parezca más al ratito tranquilo del pueblo.
Quizás reservarme un hueco para tomar algo en una terraza o parque (esto tiene otro
inconveniente, que es que la batería de mi portátil murió hace tiempo y
necesito enchufe, pero bueno, nada que no tenga arreglo, busquemos soluciones,
no problemas) Prometo pensar en ello.
Por supuesto la desconexión laboral fuera de horas de
trabajo, eso es obvio (aunque no tan fácil) y sobre la desconexión en general
del móvil… es cierto que estando en el pueblo, con cobertura limitadísima y
fluctuante, he tenido que desconectar, pero a la fuerza. No me siento cómoda
sin poder consultar a gusto mis redes sociales, mis cuentas bancarias o incluso
el tiempo que va a hacer. No sé si estoy gravemente enganchada o no, pero la
desconexión no me hace descansar sino más bien al revés. Sin embargo, reservar
algún ratillo al día para olvidarme del móvil por completo no me parecería mala
idea. Lo probaré también.
¿Qué trucos utilizarías tú para que la vuelta al trabajo no
suponga tanto choque? ¿me lo cuentas en comentarios?
No hay comentarios:
Publicar un comentario