Sin más, os lo copio:
Ya nos lo
decía nuestra matrona de las clases de preparación cuando Sofía... “mucho miedo
le tenéis al parto... ¡pero lo peor viene después!” pues sí, es cierto... lo
malo son los siguientes días. Estás cansada, probablemente dolorida, y tienes
un pequeñajo al lado que en cuanto se despierta empieza a llorar. Casi siempre
es de hambre, cierto... pero, anda, tú todavía no tienes leche... Apenas una
mijita de calostro, que sí, es buenísimo para ellos: es muy nutritivo, tiene
todas tus defensas... ¡pero no les llena nada! De la vuelta a casa ya ni
hablamos... o mejor, sí, hablaremos largo y tendido pero eso será en mi
siguiente post, que por cierto, será ya el primero del nuevo blog: “Mamá a bordo”
Pero bueno,
os cuento mi postparto en concreto (que tampoco fue tan malo en realidad). Me
sacaron del paritorio y me llevaron durante un buen rato a la sala de
despertar. Allí intentamos que Guille se cogiera al pecho pero no tenía muchas
ganas el chico. Estuvo jugueteando con mi pezón y lamiéndolo como a un rico
helado de vainilla pero nada, ni amago de succión. Dicen que los bebés cuando
más despierto tienen su instinto de succión es en sus primeras horas de vida
pero está claro que mis hijos se salen de esa norma. Pero bueno, sin agobios.
Con Sofía se empeñaron mucho en que me cogiera el pecho y sólo conseguimos que
subiera a la habitación con un cabreo del quince y toda la familia la conociera
berreando, roja y con la barbilla temblando
(que mi chica es muy buenecica pero cuando saca la mala leche la saca de
verdad). Y total, para lo que sirvió, dijo que de teta nada y fue biberón... ¿a
qué no sabíais que los bebés también pueden hacer huelgas de hambre? Cada vez
que me acuerdo... la pobre llorando desesperada muerta de hambre y rechazando
insistentemente el pecho... como para no ceder... Así que sí, me alegré de que
esta vez nadie se empeñara en que el niño cogiera el pecho, tiempo habría para
ello..
Cuando subí
a la habitación sería ya la 1 de la madrugada y ya habíamos avisado a la
familia de que si me ponía de parto por la noche les llamaríamos ya al día
siguiente así que pudimos descansar más o menos tranquilos. Más o menos porque
aunque Guille (como la mayoría de los bebés, creo) durmió como un ceporro
muchas horas seguidas después del parto (también para ellos es toda una
experiencia y supongo que acaban agotados), lo malo de la Seguridad Social es
que tu descanso depende de ti, de tu bebé, del de tu compañera de cuarto y del
de su bebé. De momento ya a la 1 que me subieron a mí les encendieron a ellos
todas las luces (no se andan con miramientos con estas cosas) y su bebé que
acababa de dormirse... pues qué os voy a contar... a eso hay que añadir que de
momento sigues con el gotero (qué cosa más molesta, por cierto) y que no te
dejan levantarte sola al baño la primera vez así que en cuanto notas ganas
tienes que avisar para que te acompañen (y vuelvan a encender alegremente todas
las luces, claro) En fin, un show. Pero bueno, algún ratico te dejan dormir...
Y llegamos
ya al viernes. No fue malo. Yo no tenía casi molestias por los puntos y los
entuertos apenas habían empezado. Guille seguía agotado y durmiendo mucho y eso
sí, tuve un adelanto de lo que me esperaba al día siguiente viendo a mi
compañera de cama (ventajas de compartir habitación) Su bebé estaba ya
muertecito de hambre y ella aún no había tenido la subida así que lo tenía casi
continuamente reclamando teta y de paso destrozándole los pezones (aunque no le
hizo grietas ni nada pero claro, tener un crío constantemente succionando en
una zona tan delicada...)
Esa noche
pudimos dormir un poco más. Los bebés se despertaron un par de veces pero
fueron a la par (supongo que el lloro de uno despertaba al otro) y como no tenían
que traernos a nadie más a la habitación no hubo interrupciones de medianoche.
El sábado sin embargo me tocaba a mí el día malo. Guille ya estaba bien
descansado y, efectivamente, se le había despertado el apetito. La
recomendación es ponértelo al pecho con mucha frecuencia para que estimule la
subida de leche pero la verdad es que yo el día anterior lo había dejado dormir
todo lo que quiso así que no me lo había puesto mucho. La mañana del sábado
también durmió bastante pero al final sí que lo desperté para que mamara porque
ya me parecía demasiado. Al menos, a diferencia de su hermana, Guille sí cogió
bastante bien el pecho desde el principio. Me
hacía algo de daño porque no abría la boca lo suficiente pero tampoco llegó en
ningún momento a hacerme grietas ni nada parecido. Además era más en el momento
de cogerse, luego mientras mamaba ya no tanto. ¿O será que los dichosos
entuertos no me dejaban enterarme de ningún otro dolor? La verdad es que sí,
¡duelen! Son como dolores fuertecillos de regla pero con la duración de las
contracciones. Bueno, de hecho son las contracciones que realiza el útero para
volver a su tamaño original. El caso es que sí, son dolorosos y vienen sobre
todo mientras estás dando el pecho pero como son necesarios y además puntuales
y poco duraderos, pues bueno, los llevé más o menos bien. Tuve la gran suerte
además de que los puntos no me dolieron nada de nada. Justito las molestias
estas de cuando se van secando y te empiezan a tirar, pero vamos, que eso no es
nada... en fin, lo de sentarme tampoco lo llevé muy bien hasta un par de días
después del parto pero tampoco iba a estar como si nada, ¿no?
Ese mismo sábado después de comer le dieron el alta
a mi compañera de habitación (que, por cierto, ya había tenido la subida, lo
que me permitía pensar que yo la tendría al día siguiente porque ella iba con
un día de adelanto sobre mí) A media tarde me subieron a otra mamá con su
pequeñita (que por cierto había cogido el pecho desde el primer momento y
mamaba que daba gusto la tía... así tuvo de pronto la subida la mujer, si es
que es cierto que cada embarazo, cada parto, cada postparto es un mundo
distinto...) Yo sin embargo tuve un pequeño momento de crisis con el tema de la
lactancia y hasta acaricié la idea de recuperar mi sacaleches y darle en
biberón como a Sofía pero nada, son cosas de las hormonas, del daño que me
hacía al cogerse, de que le costaba un montón agarrarse bien... pero es que
claro, son tan chiquitines... afortunadamente mi sentido común estuvo alerta y
me convenció de que tenía que darle unos días para que fuera aprendiendo y que
en poco tiempo todo sería de lo más satisfactorio para los dos. Hablaba bajito
el pobre, asustado por la contundencia de las protestas de mis hormonas, pero
habló, sereno y tranquilo, y consiguió imponerse a
las hormonas. Según lo cuento estoy viendo la imagen de unas hormonas
alborotadas sobre mi hombro derecho y un sentido común acobardado pero firme
susurrándome en mi oído izquierdo... si supiera dibujar os pondría la imagen
pero hasta Sofía lo haría mejor que yo y dudo mucho que pueda encontrar este
dibujo en internet así utilizar vuestra imaginación, ¿vale?
El domingo
se me pasó ya en un vuelo. Sabiendo que después de comer me iría ya para casa
yo pensaba que se me haría larguísimo pero no. Las visitas también
contribuyeron a ello. Tuve suerte, en ningún momento se me acumuló mucha gente.
Tuve ratos muy tranquilos y visitas espaciadas y de duración moderada así que
muy bien. Te entretienes unos ratos, te dejan descansar otros... lo ideal, vamos.
También las visitas de mis compañeras de habitación fueron moderadas, lo que se
agradece, la verdad.
Tal y como
esperaba, durante la mañana del domingo empecé a notar la subida de leche con
lo que Guille ya se iba quedando más satisfecho al mamar y por tanto descansaba
más rato. Mis entuertos ya no eran tan fuertes como el día anterior y los
puntos me tiraban un poco pero me dejaban sentarme más o menos bien para comer
y demás. Los médicos fueron pasando y todos nos dieron el alta sin problemas.
Bueno, a Guille le crepita un poco una cadera y tenemos que volver al mes a que
lo vea el traumatólogo pero ya le pasó también a Sofía y se le corrigió sólo.
Al parecer es algo bastante habitual y que suele arreglarse por sí mismo.
Creo que ya
os he contado todo lo más importante. Curiosidades: el viernes los del Heraldo
de Aragón me mandaron un fotógrafo a la habitación para sacarnos a los tres (el
domingo salió en Heraldo Abierto, ¿os acordáis que os lo conté en mi post de
agradecimientos varios?) Aprovecho para agradecerles desde aquí el seguimiento
que han realizado de mi embarazo y por supuesto el ramo de flores que me
enviaron al hospital... me encanta que me manden flores...
Y por
supuesto no quiero dejar pasar la ocasión de agradecer a todo el personal del Hospital
Miguel Servet de Zaragoza su atención durante toda mi estancia. Está claro que
como en casa no se está en ningún sitio y que, como todas, estaba deseando que
me dieran el alta pero desde luego no porque allí estuviera mal ni mucho menos.
Durante esos días pasé por las manos de varios profesionales, como es lógico,
pero en general el trato de todos ellos fue excelente. Ya lo dijo Quevedo,
“cada uno es cada uno y sus cadaunadas” y por supuesto algun@s fueron más
cariñosos o más atent@s, según la personalidad de cada cual, pero la valoración
general desde luego es muy positiva, como ya lo fue con Sofía. Ya lo dije en el
post correspondiente, pero yo desde luego, para el parto al menos, sigo
recomendando la sanidad pública. Al menos en Zaragoza, que también sé que hay
muchas diferencias de unos sitios a otros...
No hay comentarios:
Publicar un comentario