Hacía ya tiempo
que no escribía nada por aquí, demasiado. Me recuerda a otra época de mi vida
en la que también el trabajo me apartó de mi afición. Como entonces, ahora
tengo la cabeza llena de cosas que no deberían estar ahí y que no me dejan
dedicar tiempo a lo que me gusta.
Hace poco,
comentando con alguien mi relativo malestar en el trabajo y esto del dichoso
Maslow y su pirámide, que hace que no estemos nunca contentos con lo que
tenemos, me contestó, muy segura de lo que decía: “pero eso es ego” Y de
repente algo hizo clic en mi cabeza y, aun sin tener muy claro cómo ni por qué,
me di cuenta de que sí, era un problema de ego que debería investigar. En
paralelo, me llegó una imagen interesante sobre el desapego y sonó otro clic en
mi cabeza. Así que aquí ando, entre Maslow, mi ego y un intento de desapego,
tratando de encontrar la manera de estar a gusto con lo que tengo en vez de
andar buscando siempre otra cosa. ¿Lo conseguiré? Pues no lo sé, conociéndome
seguro que no, a mí lo de quedarme en una zona de confort siempre me ha
parecido extremadamente aburrido así que supongo que en cuanto tenga
oportunidad de reinventarme de nuevo, lo haré y dejaré atrás otra etapa para
emprender la siguiente. Pero entretanto, algo tendré que hacer para sentirme de
nuevo a gusto en la piel que me ha tocado llevar esta vez.
Investigando
sobre el ego, he aprendido algunas cosas. Todos tenemos un fondo, o yo
esencial, pero también una construcción mental de quiénes somos, una autoimagen
“fabricada” a base de nuestras experiencias y creencias. Todos necesitamos un
ego, no es nada malo, pero podemos tratar de modelarlo de forma que nos permita
vivir más a gusto con nosotros mismos.
Para lograrlo,
el primer paso sería “desvestirnos” de ese ego. Álvaro López Morcillo, en su web,
propone un par de ejercicios interesantes para conseguirlo. Si tienes interés
en el tema, te invito a visitar el enlace. Él lo explica mucho más
detalladamente que yo. A mí, en concreto, me ha gustado el ejercicio de las etiquetas.
Sobre una foto tuya, ve pegando (en
papel removible preferentemente) etiquetas con todas las palabras que creas que
te definen. ¿Te gusta el resultado? Si has sido sincer@, habrá cosas que sí y
cosas que no, seguro. Pero ninguna de esas etiquetas forma parte de tu fondo.
Puedes quitártelas y cambiarlas por otras sin cambiar tu esencia. ¿Puedes
sustituir morena por rubia sin dejar de ser tú misma? ¿Alterarías tu fondo si
en vez de profesora fueras pastelera? Ni siquiera tu profesión te define. Y lo
más complicado de esto, para mí, es darte cuenta de que la verdadera esencia,
quién eres en el fondo, no se puede entender de modo racional porque en el
momento en que lo intentas, es tu ego el que la está interpretando. Así que
supongo que no queda otra que ejercitar el descubrir lo que “no eres” para no
dejar que una simple etiqueta (o dos, o tres, o cien), te defina. ¿Te animas a
hacer el ejercicio? Yo me lo he propuesto como objetivo para esta semana que
entra. Si lo haces, anímate a compartir tus reflexiones en comentarios. Será
interesante.
Lo del desapego
ya me temo que tendrá que venir en una segunda fase, pero también me parece
importante.
Le damos demasiada importancia a cosas que no
la tienen, incluso a personas que no la merecen. Supongo que hay que aprender a
decirles adiós educadamente y sin rencores. Me parece dificilísimo, pero
seguramente es porque todavía no he aprendido a desprenderme primero de mi ego.
No, a desprenderme no, necesitamos el ego. A entenderlo mejor y modelarlo de
forma que me ayude a vivir más a gusto, pero sin chocar con mi esencia, claro.
¡Qué complicado todo esto!
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