Los datos del primer Estudio sobre hábitos de aprovechamiento de alimentos de los españoles realizado por AECOC, Asociación de Empresas de Gran Consumo apuntan cifras que llaman la atención.
Sólo un 15% de la población dice no desperdiciar ninguno de los productos que adquiere para su consumo y son un 5% aquellos que tiran grandes cantidades de alimentos. De entre ellos, los consumidores jóvenes, de edades entre 24 y 34 años son los que más desperdician, mientras el porcentaje se reduce hasta llegar al 8% en el caso de las personas de edades comprendidas entre los 55 y los 65 años.
En más de 14 millones de hogares españoles se tiran alimentos a la basura sin haber sido procesados por considerarlos en mal estado.
De verdad que se me hace muy difícil digerir estos datos, será porque en mi casa siempre ha sido un hábito aprovechar bien los recursos (ya os contaré otro día las prácticas que está implantando mi hija, la última implica un cubo al lado de la ducha para poder aprovechar ese agua que se malgasta mientras esperamos a que salga a la temperatura adecuada) o será porque tuve una de esas madres que te graban a fuego que ¡la comida no se tira!
Volviendo a la comida, ¿de verdad hay tanta gente que compra demasiado? ¿que acumula sin saber ni lo que tiene y dejando que caduque? ¿que tira lo que sobra en vez de reutilizarlo para otro plato? Yo reconozco que ahí casi hasta me paso porque hasta de unas pequeñas sobras saco unas croquetas o, peor aún, me convierto en el cubo de basura de mis hijos y acabo comiéndome lo que se dejan, lo que tampoco es bueno, desde luego. Tampoco es lo más adecuado para mi dieta lo que acabo de hacer. Todo ha surgido de ver que me había quedado café de esta mañana en la cafetera. Ayer además había visto un paquete de Maizena que lleva ya bastante tiempo abierto y en el que (¡qué cosas pasan!) venía por detrás una receta de bizcocho de chocolate. Lo que me ha faltado por ver ya ha sido el tubo de azúcar glas casi petrificado ya del tiempo que llevaba ahí al lado de la Maizena. He adaptado las cantidades a la cantidad de azúcar que me quedaba y en vez de chocolate le he puesto el café que me había sobrado y aquí os enseño el acompañamiento para el descafeinado de la tarde tan apañado que me ha salido.
Laminerías aparte, lo cierto es que casi de cualquier sobra se puede sacar un nuevo plato (tortilla de las más diversas cosas, croquetas, una ensalada con sustancia...), un acompañamiento para un plato principal, una lasaña, un apaño completo para la pasta... las opciones son infinitas. Y por supuesto, si las sobras son mayores, siempre está la opción de congelarlas en un tupper correctamente etiquetado.
Por descontado, hay una serie de hábitos que si no tenemos deberíamos implantar desde ya: revisar la despensa antes de ir a la compra, preparar una lista detallada de lo que necesitamos para evitar comprar de más (muy útil también tener programados con antelación los menús mensuales o al menos semanales, lo que nos ayuda además a equilibrarlos mejor nutricionalmente), colocar delante los alimentos con fecha de caducidad más cercana o usar adecuadamente el congelador.
En serio, es muy fácil y desde luego vale la pena. ¿Me contáis cuáles son vuestros hábitos en este sentido? seguro que entre todos damos con muchas buenas ideas.
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