Bienvenidos a bordo

y gracias por acompañarme en este largo viaje sin retorno que es el de la maternidad. Me río yo de las peripecias de Ulises y de la paciencia de Penélope. Me río de los 12 trabajos de Hércules... ser madre sí es toda una aventura, a veces desesperante, casi siempre agotadora... pero siempre, siempre, siempre ¡tan gratificante! ¿queréis compartirla con mi familia?

jueves, 31 de diciembre de 2020

Adios 2020

¡Qué lástima! un año que parecía tan bonito, 20 20, los locos años 20 que decía yo tan feliz. Bueno, solo ha sido el primero, veremos qué nos deparan los siguientes pero ¡vaya comienzo! Y en fin, tampoco es que sea ni mucho menos la primera pandemia que azota el mundo, pero quizás sí sea la primera que se vive de una forma tan global y, sobre todo, desde esta perspectiva que tenemos todos últimamente de que no puede uno morirse de nada. No me malinterpretéis. Solo digo que hasta no hace tantos años la gente asumía que una parte de sus hijos se iban a morir, que no llegarían a demasiado viejos... esas cosas. La muerte se veía como parte de la vida de una forma más natural, creo. Los avances de la medicina han sido tan tremendos (afortunadamente, ya os digo, no me entendáis mal) que ahora parece que tengamos que ser capaces de vencerlo todo, pero no es así. Y aún con todo, hemos conseguido la vacuna en tiempo récord, hemos sido capaces de implantar (con mayor o menor éxito) medidas que han demostrado ser efectivas para controlar la expansión del virus (otra cosa es que sean sostenibles en el tiempo o que la responsabilidad individual y social sea la que es)  Sin embargo, algo en lo que creo que hemos fallado estrepitosamente ha sido en encontrar un equilibrio. No me parece razonable que haya tantísima gente mayor que se haya quedado sola durante meses, que hayan muerto tantos pacientes sin poder despedirse de sus familias, que se haya abandonado a su suerte a personas con necesidades especiales, que necesitan sus cuidados diarios, sus terapias, sus rutinas y que han sufrido tremendos retrocesos en su desarrollo.



El caso es que, con la perspectiva de que a lo largo del año que viene podamos ir recuperando poco a poco la normalidad, llegamos todo a esta nochevieja con esa sensación de que por fin nos libramos de un año aciago, aunque no sea exactamente así. No olvidemos que 2021 va a empezar con rebrotes, de mayor o menos calibre eso ya lo veremos, según nos hayamos portado todos estas fiestas (miedito me da) y que aún nos quedan unos cuantos meses duritos antes de remontar.


Y pese a todo, 2020 nos ha dejado algunas perlas para la reflexión ¿no os parece? A mí particularmente se me ha quedado grabada la extraordinaria recuperación de la Tierra durante ese confinamiento global al que nos vimos sometidos. Y sin embargo, ¡qué poco nos costó volver a las andadas! y bueno, otras cosas en las que no me apetece meterme ahora, los que me conocéis ya sabréis por dónde voy. 


A mí particularmente no me ha ido mal, debo reconocerlo. No hemos tenido sustos en cuanto a salud y el trabajo nos ha ido bien, también a los chicos con las clases online. Es mucho más de lo que tantas y tantas personas pueden decir. Este resumen de año es por tanto algo distinto al que suelo hacer. Me quedo con lo positivo y renuncio a engancharme en lo negativo. He logrado algunos de mis objetivos y me enfrento al 2021 con fuerzas renovadas para lo que me quedan por conseguir. Todos esperamos mucho de 2021 pero no debemos olvidar que es mucho lo que depende de nosotros mismos. No vale eso de depositar nuestras esperanzas en un número, o en una estrella fugaz, o en un deseo pedido al soplar una vela, o lanzado al aire, o enterrado en papel de semillas... para este próximo año tengo deseos sí, eso no pueden faltar nunca, pero sobre todo tengo objetivos.




viernes, 7 de agosto de 2020

Verano 2020, verano Covid #historiasdeviajes

 26/07/2020

Tengo morriña de Pirineo y muchas ganas de vacaciones. 2020 llegó pegando fuerte y todavía no ha terminado, pero no podrá conmigo. Las dudas empiezan a acompañarme. Hacer la reserva y soñar con poder realizar mis planes fue fácil pero el día se acerca, los contagios vuelven a dispararse y aunque ninguno tenemos síntomas de ningún tipo y seguimos extremando las precauciones día a día me taladra la idea de poder tenerlo y andar por ahí contagiando a gente.


Maridín no sabe a dónde vamos, me apetecía prepararle una sorpresa así que hice mis planes tratando de conjugar sus gustos (triscar como una cabra por los montes) y los míos (hotelazo con spa y buenas vistas) La guinda la pondrá el descenso en la tirolina gigante de Hoz de Jaca en una noche de luna llena. Creo que el menú ha quedado bien equilibrado.


En un alarde de optimismo he programado para el primer día la ascensión al pico Pacino, muy sencilla dicen. Eso espero, porque entre el virus y los calores últimamente me estoy moviendo menos que un gnomo de jardín. Confiaremos en eso de que el cuerpo tiene memoria, aunque como la tenga tan mala como la mía apañados estamos, siempre nos quedará la promesa del posterior spa para no decaer.


06/08/2020

¡Qué poco dura lo bueno! Un par de días de relax y desconexión y de vuelta a la realidad.


La subida al pico estuvo bien. Me pilló desentrenada, desde luego, y sobre todo las primeras cuestas fuertes me costaron. Resoplando como una vieja caldera y parando de vez en cuando a recuperar elros aliento fui subiendo. Las vistas durante todo el camino son espectaculares. Cuando no caminas por un bosque al que solo le faltan las hadas, te maravilla la panorámica de Sallent de Gállego con el pantano de Lanuza, pero sobre todo ver el altísimo pueblo de Formigal a tus pies. Ahí es donde te das cuenta de lo alto que has subido en poco tiempo y te perdonas por haber ido resoplando mientras te haces una foto para el recuerdo. Un último escarpado repecho y llegas al cartel indicador del Collado de Pacino y la flecha hacia el pico. Solo 600 metros más. 20 minutos dice. Pues vaya 600 metros. Tras las fotitos de rigor y un trago de agua, continuamos la marcha. Enseguida hace falta la sudadera. El viento se vuelve helador, quién lo diría a 3 de agosto, pero paso a paso, repecho a repecho, la cima está ya ahí.


Hago aquí un inciso para recordar aquello que os conté de los propósitos de este nuevo año. Como os dije, esta vez debía ser no un deseo sino algo que quisiéramos lograr y pudiéramos plantearnos como reto. En mi caso escogí terminar la tercera parte de mi saga de las brujas. Vagamente inspirados por una historia japonesa, decidimos que cuando lo lográramos subiríamos nuestra piedra a algún punto elevado durante una de nuestras excursiones y la dejaríamos allí. Así que aproveché esta subida para dejar mi objetivo cumplido en lo alto del pico.


Tras la bajada, mucho más cómoda, encontramos un rinconcito frente al pantano desde donde se veía perfectamente la montaña que acabábamos de subir para comernos nuestros bocadillos y por fin, al hotel. Siesta, spa, os ahorro los detalles.


Por la noche, mi gozo en un pozo. Tras un rato esperando nos confirmaron que hacía demasiado viento (de espaldas) para bajar por la tirolina. Calculaban que podríamos alcanzar una velocidad de 120 o hasta 140 km/hora y el impacto en la frenada tenía pinta de ser interesante así que, seguridad ante todo, cambiamos el salto para la mañana siguiente, lo que nos desmontaba el plan de acercarnos hasta el Ibón de Piedrafita.


¿Habéis bajado alguna vez por una tirolina de 950 metros? La tirolina doble más larga de Europa. Creía que las vistas sobre el pantano serían impresionantes pero, francamente, no lo sé. No te da mucho tiempo de enterarte de nada. Coges velocidad muy rápidamente (como para hacerlo con el viento de anoche, recordé) y solo podía pensar que eso era lo más parecido a volar de verdad que iba a sentir nunca. Una sensación muy distinta a la del túnel de viento, donde estás más concentrado en tu cuerpo, en mantener la posición para no desequilibrarte. Aquí sólo tienes que dejarte caer, perfectamente sujeta por el arnés, y disfrutar del viento en tu cara. En cualquier caso, muy recomendable. 


En cuanto a mis temores por el Covid... seguimos todos sin síntomas de ningún tipo. En todos los sitios a donde fuimos la gente respetaba escrupulosamente las precauciones básicas de mascarilla, limpieza y distancia. Creo que si todos le ponemos un poco de sentido común no es necesario volver a los confinamientos extremos. ¿Seremos capaces? 

martes, 9 de junio de 2020

Mundos paralelos

Siempre me ha gustado esto de dejar volar la imaginación por los clásicos ¿y si? así que en esta etapa tan rara que nos está tocando vivir no podía faltar algún que otro experimento mental al estilo de aquellos libros de elige tu propia aventura, ¿te acuerdas?

El caso es que pensando en estas cosas me he acordado de una entrada que escribí hace la tira de tiempo en el viejo blog de Terra y he conseguido recuperarla gracias a backmachine. Os la copio tal cual:


Al otro lado del espejo

(y que Lewis Carroll me perdone...)
Esta mañana, mientras me maquillaba, mi imagen en el espejo me ha guiñado un ojo. Sorprendida, me he fijado mejor, por si había sido una ilusión óptica pero el reflejo de mi cara de asombro se ha convertido claramente en pícara sonrisa. Y sin embargo yo estaba segura de seguir con la boca abierta... entonces ha movido su mano en claro gesto de invitación a seguirla. Atónita, he tocado con suavidad el duro cristal y, para mi sorpresa, la punta de mi dedo corazón lo ha traspasado con facilidad. Sin darme tiempo a retirarme, asustada, ese otro yo tan decidido ha tirado con firmeza de mi mano, arrastrándome hacia sí.
De repente me he encontrado en un baño que no era el mío. Ni mejor ni peor, distinto. Pero no me ha dado tiempo de fijarme demasiado, mi simétrico clon me arrastraba tironeando hacia fuera. De un vistazo rápido he podido constatar que me encontraba en un piso pequeño, sin el menor asomo de los típicos rastros de niños, nada de juguetes por los suelos, nada de motos, hamacas, cuentos, pinturas, garabatos... un oasis de paz, sí, pero encuentro que le faltaba vida, francamente. Un pequeño montón de revistas en alemán me ponen sobre otra pista. Efectivamente, salimos a la calle y pronto reconozco esa escultura en forma de corbata, estamos en el corazón financiero de Frankfurt, ciudad de contrastes, sin duda. Entramos en uno de los rascacielos, donde todo el mundo nos saluda amablemente. O la saludan a ella, en mí nadie parece fijarse, supongo que nadie me ve, de hecho. Con un nuevo guiño, mi alter ego me posiciona frente a otro espejo. De nuevo mi reflejo cambia la atónita mirada por una amplia sonrisa y me invita a seguirle a otro mundo, a otra vida distinta. Con una leve inclinación doy un paso atrás y declino la oferta. Ha sido suficiente por un día. Seguiré un poco más el hilo de mi vida paralela en Frankfurt y luego volveré a casa con un taconeo de zapatos rojos.
Año tras año, día tras día, vamos tomando mil decisiones, más o menos importantes, más o menos decisivas, pero todas ellas determinantes del rumbo que seguirán nuestras vidas. ¿No habéis tenido nunca curiosidad por saber qué habría pasado si en vez de esto hubierais optado por aquéllo otro? Yo siempre... ¿cuál sería mi situación actual si en vez de Francia hubiera escogido Alemania? ¿y si en vez de Dirección de Empresas hubiera optado por Psicología, que durante mucho tiempo fue mi primera opción? ¿y si hubiera hecho caso omiso de mi instinto cuando voces amigas me aconsejaban, con la mejor de sus intenciones sin duda, que no perdiera el tiempo con el que hoy es mi marido? ¿Y si hubiera decidido no tener hijos? Tras cada espejo en el que nos miramos hay un sinfin de mundos paralelos, a los que no podemos llegar sino con nuestra imaginación, pero ¿no os parece divertido viajar por ellos? no se trata de lamentarse, o de regodearse en lo que pudo ser y no fue. No hablamos de frustraciones ni arrepentimientos... yo nunca me arrepiento de ninguna decisión, salga como salga (de todas formas nunca podremos saber si la otra opción habría sido mejor, o mucho peor, o simplemente distinta) pero sí me gusta dejar vagar a mi mente por esos otros mundos.
Recuerdo una vez en que hicimos un ejercicio de visualización en grupo. Tendría veintipocos años. El ejercicio consistía en cerrar los ojos e imaginarnos a nosotros mismos a los 30 años. Mi visión de entonces tiene poco que ver con lo que en realidad fueron mis treinta, o están siendo mis treintaytantos. Pero con el tiempo nuestras visiones, nuestros objetivos, nuestras prioridades van cambiando. Y seguimos encadenando decisión tras decisión. Algunas aparentemente banales, como sacar el coche o coger un autobús, otras de la mayor importancia, como hipotecarnos para veinte o treinta años, emparejarnos de por vida o tener hijos. Pero incluso las decisiones más triviales pueden cambiar nuestro futuro. Pura teoría del caos.
"Hasta la más pequeña gota de rocío caída del pétalo de una rosa al suelo, repercute en la estrella más lejana". Albert Einstein.

Mejor no pensarlo mucho en el momento de tomar una decisión, ¿verdad? el vértigo podría hacernos caer. Entre decisión y decisión... ¿Os animáis a un viaje por vuestros mundos paralelos?



domingo, 17 de mayo de 2020

Extracto de mi nuevo libro

Como os comenté, estos días de menos calle me han venido muy bien para avanzar con la escritura de la tercera parte de mi saga de brujas, de la que ya están publicadas las dos primeras: "El pijama mágico" y "La pirámide del dragón" De hecho hoy le he pegado un buen empujón y podría decirse que, para terminar el primer borrador, ya solo me falta terminar de cerrar la historia, unas pocas páginas, vamos. Estoy muy contenta además con el resultado. Por supuesto todavía le falta mucho proceso de revisión, corrección y demás, pero sí, estoy contenta con esta nueva historia. ¡Me gusta! espero que a vosotros también. Por cierto, si todavía no tenéis los dos primeros libros, no dejéis de pedirlos en vuestra librería habitual. Es posible que no los tengan, no tenemos tanta red de distribución, pero podrán pedirlos a la editorial "La fragua del Trovador", y estarán encantados de enviárselos rápidamente.

Y como lo prometido es deuda, por aquí os dejo un fragmento de lo que me traigo entre manos. ¡Espero que os guste y os despierte la curiosidad por leer más!



Los dos niños salieron en tromba dispuestos a cumplir con su primera misión,  dándole a Sofía la ocasión de explicarle a su primo lo que realmente había ocurrido y lo que necesitaba de ellos. No le preocupaba nada el enfrentamiento de su tataratatarabuela con el malvado Gerardo. Sabía que no tenía nada que hacer frente a ella, pero su hermana había contactado telepáticamente con ambas. Estaba bien. Como habían prometido, ni el dragón ni Gorgius le habían hecho nada, solo trataban de utilizar sus conocimientos sobre la pirámide para perfeccionar el hechizo en el que estaban trabajando. Había sido una gran sorpresa para ellos descubrir que no solo lo habían logrado, sino que se encontraban frente a frente nada menos que con tres visitantes del futuro y Gerardo les había contado que la única con poder suficiente para manejarlo era, lo creyeran o no, la mocosa de 6 años con cara de mosquita muerta. Por eso se la habían llevado, aparte obviamente de que les serviría de garantía de que su archienemiga abandonaba la guarida sin llevarse nada ni hacer daño ninguno. Sin embargo, en cuanto Esther liberara a JJ iban a necesitar a alguien que se ocupara de él. No estaban seguras de en qué estado volvería con ellas y desde luego no podían dejarlo vagar totalmente desorientado por la Sevilla del siglo XIX así que ella debía ocuparse de recibirle. La gran bruja le había sugerido que utilizara a los niños Alejo para dar una apariencia de mayor normalidad a la llegada de un nuevo personaje a la casa. Además, creía que podrían serle de utilidad para traer de vuelta al profesor. Dejaba a la elección de Sofía la historia que contaría a los niños para llevarlos hasta allí.

—¡Podemos irnos! —anunció orgulloso Gonzalo. 

—Perfecto, en marcha entonces —Acordó Sofía— Os contaré mi plan por el camino. 

Mientras esta “inocente” conversación tenía lugar, el ambiente en el refugio supersecreto de Gorgius era bien distinto. La bruja, con su aspecto más imponente, se disponía a terminar con ese incordio de Gerardo. Le tentaba la idea de simplemente fulminarlo y acabar con él de una vez por todas, pero no se sentía cómoda con la idea de contar a sus pupilas que lo había matado. Al fin y al cabo, se suponía que ella era la bruja buena. Además, sabía de sobras lo peligroso que es dejarse llevar por esos impulsos, de ahí a caer en la tentación de la magia negra hay solo un paso y su temperamental carácter ya le había dado algún susto antes, como cuando en un arrebato bloqueó para siempre a ese pobre hombre en su forma de dragón. Bueno, vale, no tenía nada de pobre hombre, era un traidor sin escrúpulos, pero había incumplido una promesa y ¿eso no la convertía también a ella en traidora? Todos tenemos un lado oscuro que debemos vigilar. 

Sumida en estos pensamientos no se dio cuenta del ataque que Gerardo estaba preparando y llegó tarde a evitar un gran chorro de energía mágica que le había lanzado directo al corazón. Pudo apartarse en el último instante, pero aun así le dañó seriamente el brazo. ¿Cómo había podido despistarse así? No podía permitirse que volviera a hacerle daño. Llena de rabia y dolor, tenía ya preparado su propio haz mortal de energía cuando sintió, en lo más profundo de su mente, el estupor de su pupila. Esther y ella estaban ya tan compenetradas que no necesitan activar ningún tipo de comunicación especial para sentirse la una a la otra. 


sábado, 9 de mayo de 2020

Cosas que he aprendido en este confinamiento

Bueno, cuánto tiempo de nuevo, yo hubiera pensado que en estos días escribiría mucho más en este blog pero es obvio que no ha sido así. ¿Cómo estás? espero que os encontréis todos bien y no hayáis sufrido mucho con esta situación. La verdad es que yo me considero muy afortunada. No he perdido a nadie cercano, no hemos sufrido de cerca el contagio del coronavirus, y aunque la situación económica desde luego no es la ideal, tampoco hemos tenido ninguna catástrofe en este sentido. 

En mi caso en particular, solo dejé de trabajar los 15 días de parón casi total y he tenido ocasión de teletrabajar no pocos días. También han podido seguir sus clases virtualmente, sin mayores problemas, y me atrevería a decir que resultados muy satisfactorios, mis hijos, los dos ya en la ESO (estoy viendo las caras de asombro de las que me seguís desde "diario de un embarazo" en aquellos lejanos tiempos de Terra, cuando estaba embarazada de Guille, pero sí, el tiempo pasa para todos, y ese pequeño embrión con el que empecé mi andadura bloguera, cumplió hace nada 13 añazos) Por si fuera poco, también tengo perro, así que realmente no he llegado a quedarme totalmente en casa nunca, por cortos y escasos que hiciéramos los paseos de la pobre Zelda, que también, pobreta mía, se adaptó con resignación al cambio de rutina.

Como os digo, partía de una situación que reconozco como privilegiada para afrontar un confinamiento. Por todo esto, y desde luego porque tengo un lado muy casero que disfruta enormemente de quedarse al calorcito del hogar, debo decir que he llevado francamente bien toda esta restricción de libertad de movimientos (no confundir con ninguna reacción hacia la pandemia, por favor, solo hablo de cómo me ha afectado a mí particularmente el obligado confinamiento, ni desde luego pienso meterme ni de refilón en ningún tipo de opinión política). Vaya por delante mi acompañamiento a aquellos que no han tenido tanta suerte y o bien por salud o bien por cuestiones económicas lo están pasando francamente mal en estos días. Creo que es más importante que nunca que ahora actuemos como una sociedad unida y colaboradora. Está en gran parte en nuestras manos que el rebrote que indudablemente habrá durante la desescalada sea el menor posible, seamos responsables con nuestro comportamiento, por favor. Por nosotros mismos y por los demás. Pero también está en nuestras manos, en cuanto el pequeño comercio vuelva a abrir, echarles una mano. Es muy fácil acercarse a comprar a la pequeña tienda de nuestro barrio. 

En lo que a mí respecta, estos días (que aún no han acabado pero ya parece que se ven de otro color, si no la liamos ahora, claro), me han servido para avanzar mucho con  mi tercer libro (a ver si un día os pongo un extracto para ir abriendo boca), para leer, para ver pelis y series que tenía pendientes... os diría que para pasar más tiempo en familia pero si tenéis adolescentes o preadolescentes en casa no os sorprenderá si os digo que tampoco han salido mucho de su cuarto. Yo esperaba poder hacer más cosas juntos, tipo juegos de mesa y tal, pero no han sido muchos los días en que lo hemos hecho, la verdad. También esperaba, lo confieso, más momentos de peleas y tensiones pero lo cierto es que, salvo un día en que sí montamos una especie de guerra mundial en el salón, que finalmente solucionamos con una ardua negociación, la convivencia ha sido pacífica y agradable en general.



Y con tanto tiempo para pensar y replegarme sobre sí misma cual caracol en su caparazón, he aprendido (o reaprendido, o incluso confirmado) algunas cosas:

- No, el ser humano no va a salir mejor de esto. Seguiremos siendo igual de ____ que antes (poner lo que primero os venga a la mente, os animo a publicarlo en comentarios, a ver qué sale). Esto es como cuando vas conduciendo, ves un tremendo accidente, te impacta y durante los siguientes... ¿qué? ¿veinte minutos? extremas las precauciones al volante pero luego ya se te olvida y sigues conduciendo igual que siempre (lo que no implica necesariamente que sea una conducción temeraria, ojo) 

- Pese a roces, riñas y estas cosas que nos pasan a todos, tengo una familia estupenda, unida y bien avenida, con la que ha sido un placer estar encerrada.

- He descubierto también con gran curiosidad cosas sorprendentes sobre a quién he echado de menos y a quién no en estos días. Seguro que también os habéis llevado alguna que otra sorpresa al pensar de repente en alguien en quien hacía años que no pensabais y sin embargo no echar nada de menos a otros con quienes pasáis más tiempo normalmente. 

- La naturaleza ganaría mucho con la desaparición del ser humano. Da que pensar... Por supuesto todo eso de los mercados globales que habréis leído ya por muchos sitios, pero esto será como lo del accidente de coche.Volveremos a las andadas enseguida. Tampoco creo que la globalización sea intrínsecamente mala, supongo que lo suyo sería llegar a un equilibrio pero este es un tema lo suficientemente complejo como para escapar, y mucho, a la intención de esta entrada. 

- Esta es una de las cosas que se confirman. Estamos pagando sueldos mucho mayores a profesionales a quienes realmente no necesitamos para nada que a los de verdad imprescindibles. Enfermeros, médicos, personal de limpieza a todos los niveles, cajeros, reponedores, transportistas, agricultores y ganaderos... seguro que me dejo a alguien... profesores, por supuesto, que han hecho un esfuerzo enorme para adaptar de la noche a la mañana toda su forma de enseñar y acercarse a los alumnos. Me dejaré más, seguro, no dudéis en nombrar a quien se os ocurra que debería estar aquí. 

- No me gusta mi trabajo. Bueno, esto no lo tengo tan claro, pero se me ha ocurrido demasiadas veces a lo largo de estos días. Hasta hace poco estaba convencida de que sí, porque aunque en unas etapas de mi vida me gustaba más que en otras, siempre había razones particulares, por el sector o la empresa en que estuviera en ese momento, que lo justificaban. También ahora las hay, pero empiezo a pensar que ya va más allá de esas razones concretas. Mal apaño tiene en cualquier caso, porque lo que de verdad me gustaría hacer tiene poco de realista y mucho de utópico pero ¿quién sabe? quizás algún día... lo importante es tener las cosas claras, y en ello ando, intentando aclararme. 

¿Y tú? Cuéntame, ¿qué tal has llevado el confinamiento? ¿cómo te planteas la vuelta progresiva a la normalidad? ¿te asusta? ¿te alegras? 

sábado, 14 de marzo de 2020

#Yomequedoencasa



Bueno, pues parece que por cortesía del Coronavirus nos enfrentamos a algo que para un país mediterráneo como España, a priori se podría vivir como una tragedia. ¡Quedarnos en casa! ¡y con el tiempo que está haciendo tan rico! Pues sí hay que quedarse en casa, por responsabilidad con nosotros mismos y con nuestra gente, pero sobre todo, con aquellos que por diferentes razones son más sensibles al virus y desde luego con todo el personal sanitario que se está dejando la piel por atender a todos aquellos que caen enfermos, aparte de las urgencias y enfermedades habituales.

Todos hemos visto noticias de gente que se lo ha tomado como unas vacaciones y se ha ido unos días a la playa o ha mandado a los niños con los abuelos al pueblo. Seamos serios, si nos hacen confinarnos en casa es por el bien común, ¿en qué cabeza cabe coger a los niños, grandes portadores del virus por lo que parece, y llevárselos a un pueblo donde está la gente (en su mayoría de edad avanzada) tan tranquila porque allí no ha llegado la pandemia? ¿qué hacemos? ¿se la llevamos? ¿o colapsamos las urgencias de tranquilos pueblos costeros porque no hemos entendido el concepto "quedarse en casa"? ¿Tan difícil es de pillar o es que el ser humano es más estúpido aún de lo que ya venía demostrando históricamente?

No seamos irresponsables. De acuerdo que no hay que caer en el pánico pero tampoco quitarle importancia a lo que ya se ha demostrado que sí que la tiene. Lo reconozco, yo era de las que decía eso de "tanta historia por una simple gripe" Pues no sé, igual no es una simple gripe, o sí, pero se extiende más rápidamente, o yo qué sé, no soy médico. Pero por eso mismo, me abstendré de seguir opinando y, visto el progreso que lleva esto, me tomaré en serio las recomendaciones sanitarias y, además de extremar las medidas de higiene, me quedaré en casa lo que sea necesario.

Anda que no se me ocurren cosas que hacer. Pensadlo, ¿cuántas tareas tenéis por ahí en la lista de pendientes desde hace meses o años porque nunca encontráis el momento? Os cuento algunas de las mías:

1. desde luego pegarle una limpieza general y reordenamiento a la casa, que mal no le vendrá. Esta tarde ya le hemos pegado un buen viaje a la terraza. Seguiremos.

2. Darle un buen empujón a la tercera parte de la saga de mis pequeñas brujas. Ya os iré contando los avances, aquí o en mi página de facebook.

3. Hacer una buena limpieza de fotos acumuladas en soportes varios (móvil, google photos, CDs antiguos...) guardar en el disco duro externo las que de verdad quiera conservar y eliminar mucha furrufalla (esto de hacer fotos con el móvil es muy de uy, mira, tengo 15 fotos casi iguales...)

4. Probablemente incluso hacer una selección de fotos para sacar en papel y quizás enmarcar o guardar en otros soportes (le regalamos a mi hija una de estas tiras de pinzas con luz para colocar fotos en la pared, igual me hago con otra para mí) 

5. Leer, mucho

6. Ponerme al día con varias series en Netflix y otras plataformas

7. Terminar de volver loco al algoritmo de Spotify (escucho todo lo que mis hijos me recomiendan así que el pobre ya no sabe cómo tratar con la esquinozofrénica que le ha tocado en suerte)

8. Hacer limpieza de falsos amigos en facebook y fuera de él (ya ha habido un primer agraciado con el premio gordo de ser bloqueado en mi móvil y whatsapp)

9. Hacer probatinas en la cocina

10. Os diría que hacer manualidades pero en esta familia de chapuceros tenemos buena intención pero regulares resultados pero bueno, todo sea por entretenernos un rato

11. Rescatar esa colección de juegos de mesa del armario

12. Y sí, por supuesto escribir, escribir, y escribir...

Todo esto a falta de saber qué pasará con el trabajo, aún no sé si tendremos la opción de teletrabajar o qué ocurrirá. Los chicos sí tienen claro cómo se van a desarrollar las clases. Ya tengo a los dos en la ESO y a estas alturas manejan suficientes herramientas informáticas y virtuales como para esto no suponga un cambio drástico. Antes de irse a casa ya les explicaron que se conectarán al classroom en el horario habitual de cada asignatura, tendrán sus explicaciones, sus tareas, se conectaran todos virtualmente para corregirlas. Lo cierto es que hoy en día lo de no poder estar presencialmente en el lugar de trabajo (algunos) o estudio, francamente, es un mal menor. Es una buena ocasión de paso para que las empresas se enteren de que no, un teletrabajador no está todo el día tirado en el sofá viendo Netflix. Está trabajando, si se descuida más horas incluso que en la oficina porque lo de separar horarios se complica, y además está ahorrando un montón de dinero a la empresa en gastos fijos. Pero claro, en la mayoría de nuestras empresas la productividad todavía se mide en horas/culo pegado al asiento mirando al ordenador aunque no estés haciendo nada y si puede ser que salgas más tarde de tu hora mejor. Ya lo de que hayas sido más o menos productivo es secundario. En fin, tenía que soltarlo, es algo que me enerva muchísimo. Afortunadamente ya hay muchos directivos que lo han entendido hace tiempo y lo están aplicando con éxito. Poco a poco...

Contadme, ¿cómo lo lleváis? ¿os agobia quedaros en casa? ¿tenéis planes interesantes? No es lo mismo con niños pequeños que mayores, claro. Los míos están concienciadísimos y pegándoles la bronca a los abuelos que no terminan de pillar el concepto.

sábado, 18 de enero de 2020

Sobre el aprendizaje, el mito de la caverna y el famoso pin parental

Hace poco me preguntaban en el curso de una entrevista por el aprendizaje. En realidad la pregunta era muy concreta y enfocada a algo muy preciso, pero yo solo pude abrir mucho los ojos, abrumada por la enormidad del concepto, y responder algo como "¿Aprendizaje? "aprendizaje es todo!" me extendí muchísimo en la respuesta, la verdad es que la conversación estaba resultando muy natural, lo que seguramente me dio pie a divagar alegremente y, aunque al final logré centrar mi respuesta, recuerdo haber hablado mucho de cómo todo, y todo lo que nos rodea, es una oportunidad de aprendizaje.

En un mundo cada vez más acelerado, en el que si parpadeas te quedas obsoleto, la capacidad de mantener ojos y oídos bien abiertos lleva camino de convertirse en ventaja evolutiva. Esto es así en general pero más claramente aún en el mundo laboral. No sólo los niños que se están formando ahora lo están haciendo para trabajos que ni existen todavía ni tenemos siquiera la capacidad de comenzar a imaginarlos, es que los adultos que estamos ya trabajando, o nos ponemos las pilas o no llegamos en activo a la edad de jubilación. La formación continua es una necesidad, pero formarse no es solo hacer dos o tres cursos al año. Aprender tampoco es solo pagar una entrada carísima para escuchar a un gran gurú. Se aprenderá mucho de él, no lo dudo, pero hay muchas más fuentes de aprendizaje.

Yo aprendo cosas del barrendero de mi calle al que saludo por las mañanas y con el que me paro un momento mientras le hace unos mimitos a mi perra, de cualquier conversación con los operarios de la fábrica en la que trabajo, del saber estar y el giro de cintura de un camarero dando una respuesta de 10 al cliente impertinente que tengo al lado, al que a mí solo me apetecía darle una colleja a ver si se callaba de una vez.



Aprendo de una peli, de una lectura y de las Redes Sociales, que cada vez veo más claro que son Platón, las sombras, el mito y la caverna, todo a la vez. De ellas también desaprendo, colapso incluso. Que después de mi disertación sobre el aprendizaje vaya a echarle un ojo a Twitter y una mayoría abrumadora de mensajes sean sobre el pin parental (con opiniones para todos los gustos) me deja perpleja. Porque yo estoy abierta a muchas opiniones, pero buscarle la lógica a que unos padres consideren una buena idea limitar el acceso a la información y al aprendizaje a sus hijos, francamente, no consigo entenderlo por más vueltas que le de. Será que necesito seguir aprendiendo, y escuchando muchas más opiniones, preferentemente distintas a la mía, porque escuchar lo mismo que yo ya pienso puede resultar reforzador en algún caso, pero desde luego no es nada enriquecedor.

Así que sigo aprendiendo, y aprendo de mis compañeros de trabajo, de cómo resuelven una u otra cosa o responden a situaciones de tensión, aprendo de las decisiones que toman mis jefes, para bien y para mal, aprendo cada día de mi relación de pareja, de cómo resolvemos, o acabamos estropeando más las pequeñas crisis del día a día. De los errores se aprende también, se aprende muchísimo. Y aprendo infinitamente de mis hijos, de su visión fresca y menos contaminada del mundo y las relaciones. Si no lo hacéis ya, probad a hablar con niños de vuestro entorno más cercano de vuestros problemas personales, contádselos a ver qué piensan y qué os aconsejan.

Yo aprendo mucho de mis dos hijos, desde luego, pero seguramente me aproveche más de la inmensa inteligencia emocional de mi hija. La de veces que me habrá aconsejado sobre mis problemas con este supuesto amigo que os comentaba recientemente (y la de veces que me habrá hecho ver que nos estábamos comportando como niños de primaria) Hablando de eso, os diré que mis buenos propósitos de arreglar las cosas con él siguen en buena forma. Se puede decir que la cosa se ha suavizado mucho y, visto desde fuera, hasta podría parecer que va viento en popa, pero lo cierto es que no me quito de encima la sensación de que no es real. Supongo que una vez que algo se ha roto, por mucho mimo que pongas en repararlo ya nunca queda igual. Se me ocurre que ante esto hay dos opciones obvias y una tercera más intrigante. Las dos obvias son: "ha quedado hecho una chapuza, lo tiro y hasta aquí" o, "bueno, no ha quedado muy bien pero me da pena tirarlo, lo conservaré". Ninguna me motiva demasiado la verdad, pero mientras pensaba en esto, me he acordado de algo que leí hace un tiempo sobre el arte japonés del kintsugi, que parte de la idea de que las roturas y reparaciones forman parte de la historia de un objeto y no solo no deben ocultarse sino que es bueno resaltarlas de forma que embellezcan el objeto a la vez que nos recuerdan su historia. Francamente, no tengo ni idea de cómo trasladar esta filosofía a una amistad rota o estropeada, pero me fascina la idea. Una vez asumido que ya nunca volverá a ser igual, para qué negar lo evidente, ¿por qué no potenciarlo? a ver si conseguimos algo incluso mejor. Si alguien tiene ideas sobre cómo hacerlo, soy toda oídos.

Seguidores